miércoles, 28 de enero de 2009

El curioso caso de David Fincher


Los buenos poetas nacen viejos y mueren jóvenes. Quien lo dude, que corra por una antología de Neruda o Paz y se dará cuenta que sus versos de juventud son pagos de factura con las escuelas anteriores inmediatas (el modernismo alambicado en el caso del primero; el cosmopolitismo simbolista que le llegó, vía Contemporáneos, al segundo), y que el hallazgo de sus voces los obligó a una reelaboración/depuración/simplificación de lo que aprendieron de adolescentes con gran solemnidad.
No sé si sea el mismo caso de los cineastas. Hace unos meses pensaba que las primeras películas de un director debían ser aproximaciones, de baja producción o de intenciones fallidas, a los trabajos importantes de su madurez creativa. Un amigo me hizo ver que muchos de los grandes cineastas solían arrancar su carrera con alguna propuesta fuerte, y que esto se debía a la otra vocación del cine, la de atracción de feria, que obligaba al creador a buscar desde el inicio el impacto demoledor, el argumento/planteamiento estético/ paradigma, que removiera "lo anterior a él". Contra la serenidad que piden otras artes, el cine es una nerviosa antena parabólica que aprehende el pulso de su tiempo y lo traduce en una fábula que responde a las inquietudes de los espectadores. El director oficioso o convencional lograría comunicar lo obvio aunque no necesariamente trillado; el gran director se adelantaría a su actualidad y propondría lo que ocurrirá (de ahí la crispación del cineasta por mostrar a la Nueva Diva, o formular el Plano Secuencia del Futuro, o acuñar La Frase de los próximos cotilleos cafeteros, o reinventar El Héroe, La Persecución, etc.)
A David Fincher le ha tocado ser alguno de los visionarios más socorridos de las últimas dos décadas. Solamente el poderoso panfleto (que algunos han asumido como ideología) de El club de la pelea le daría este honor, pero quien quisiera revisar más películas suyas encontraría material persuasivo en Alien 3, Seven o Zodiaco. Su influencia es tal que basta su nombre para garantizar un delirio nihilista en cada película; ya se trata de un sello de autor del que pocos directores se podrían ufanar. Pero aquí viene el bordado fino: a pesar de su supuesto riesgo ideológico, Fincher no cumplió con los ritos de iniciación que pedirían periodos independientes de bajo presupuesto; siempre ha sido parte del cine industrial y, lo insólito, desde él ha podido articular constantes/poéticas/rasgos de identidad importantes.
Sin embargo, el pago de facturas a su contexto es inevitable, y en El curioso caso de Benjamin Button salda el costo de combinar el mercado con la audacia, el impulso mercadotécnico con la formalidad de estilo, el bombardeo mediático con un punto de vista genuino, propio y original.

***

Basado en un cuento de Scott Fitzgerald, empanizado con el ideario forrestgumpesco del guionista Eric Roth, El curioso caso... quiere mantener los tonos lúgubres de las películas fincherianas, pero no puede evitar caer en el melodrama ramplón hollywoodense, obligado para que Fincher logre la cada vez más dudosa gloria del muñequito dorado.
La anécdota ya es de todos conocida: Benjamin Button nace anciano, y al revés de las formas normales del crecimiento humano, conforme pasa su vida se va haciendo más joven, hasta que sus días crepusculares los vive como niño. La original premisa le sirve a Scott Fitzgerald para describir las relaciones de este insólito personaje con la sociedad norteamericana de principios de siglo (sobre todo con su padre, su esposa y su hijo) en una versión del mundo del revés que tanto se usó en las caricaturas de finales del siglo XIX con propósitos de sátira social. En el "Benjamin Button" de Fitzgerald poco hay de subjetividad o psicologismo: el personaje vuelca su personalidad insólita hacia lo externo mundano y el autor se divierte al proponer los estropicios que puede causar este "crecimiento en reversa" en una comunidad norteamericana exageradamente reglamentada en las convenciones y los protocolos de vida. El cuento original es despiadado y sarcástico, no hay clemencia ni para Benjamin ni para sus compañeros de ruta y la soledad termina experimentándose como una condición obligada por el contexto social, que no por la condición insólita del personaje principal.
Cuando Fincher intenta trasladar este juego del revés de Fitzgerald al cine y a la actualidad, su primer error es dejar el guión en manos de Roth, quien fácilmente decide hacer de Benjamin Button la versión sombría de Forrest Gump. Ya se han encargado en otros espacios de evidenciar las coincidencias, que a veces juegan a constantes y a veces a plagios; si es cierto que son el mismo argumento, valdría más la pena reconocer sus diferencias: Forrest Gump es la gran épica al chiripazo del idiota norteamericano, su encanto nace de aceptar el contrato cínico de Zemeckis: Estados Unidos es un país de tal generosidad (por llamarle de alguna manera a la estupidez), que cualquier retrasado mental promedio podría hacerse camino y participar de los grandes momentos de la historia norteamericana. El encanto -la eficiencia- de Forrest Gump se encuentra en esta constante sorpresa del burro que tocó la flauta; la innecesaria "filosofía de vida" que se desprende de este juego humorístico es la que volvió chocante una película que había logrado ser eficiente (y lo peor: asumir esa "filosofía de vida" como neta y conveniente, es lo que acaso generó la estupidez crónica gringa que les permitió tener un Forrest Gump Senior en la presidencia durante ocho años, aunque esa es una historia que rebasa esta bonita composición escolar).
Quien sabe si se pensó que Benjamin Button era un idiota de semejante estirpe, para hacerle repetir la dosis de paseo-por-la-historia-gringa, y sin embargo los giros de tuerca argumentales aquí no son sorpresivos o inspirados, sino predecibles y pretenciosos. El maravilloso personaje potencial que es Benjamin Button se desperdicia, al situarlo en una condición de testigo secundario de la historia, a lo que se une cierta actitud de inseguridad, que lo hace equivalente a Forrest, pero sin su chispa involuntaria. Más aún, cuando se hubiera pedido una extraña amalgama de ingenuidad/sabiduría, candidez/desencanto inteligente, se prefiere hacer de Benjamin Button un inadaptado poco audaz, que como su primo idiota, se limita a ser testigo de su época sin intervenir en ella.
Pero lo más torpe de El curioso caso de Benjamin Button también es lo más celebrado por la audiencia: una historia de amor que se sublima en la romantiquería suspiradora y que, aunque logra ser resuelta con decoro por Brad Pitt y Cate Blanchett, no consigue crecer desde el guión. Los amantes transitan por distintos periodos de su vida, enfrentan con preocupación sus destinos desincronizados, pero donde se pide heroísmo amoroso la historia decrece hasta parecer un comercial de seguro de vida sin gloria ni fascinación.
Y es que si la primera parte de Benjamin Button tiene su chiste por los efectos especiales y la ambientación de tonos pardos y objetos vetustos, la segunda parte (la adultez y la juventud de Button) se va convirtiendo en un estudio fotográfico-fílmico de la belleza de Brad Pitt y vulgariza la premisa hasta convertirla en dilema casero estilo "Lo que callamos las mujeres". El original personaje se disuelve en un ciudadano común sin el menor atributo, con la única preocupación sensiblera de conseguirle un padre de a de veras a su hija. Cuando lo hace, viaja sin sentido por el mundo, con un tono de comercial de Benetton que no explota el supuesto bagaje de vida que debería tener este joven/anciano viejo/adolescente que pudo haber sido Benjamin Button. ¿Y la sátira de Fitzgerald? ¿Y la fábula decadente con que abre la película? ¿Y las preocupaciones nihilistas que habían atormentado a los mejores personajes de David Fincher? Pero es que entonces se teme lo peor: que Fincher en realidad esté más cercano a este cine de la sensiblería, que a las enormes películas anarquistas de años atrás.
Cuando vi Hijo del hombre, pensé que la película obligaba a replantear los personajes de Alfonso Cuarón desde ésta, su obra mayor. El miedo estaría en que El curioso caso de Benjamin Button fuera la piedra de toque para redefinir el cine de Fincher; imaginar entonces que su realidad más auténtica es el melodrama complaciente, el canto al gringo promedio que a veces bravuconea (El club de la pelea), se obsesiona (Zodiaco) o se hace el místico (Alien 3), pero que su realidad más plena es la de un Forrest Button que nace lúgubre para morir alambicado e inofensivo.
Los poetas nacen viejos y mueren jóvenes. Los cineastas inician como adolescentes insolentes y la industria los domestica hacia maquiladores convencionales. ¿Será El curioso caso de Benjamin Button la entrada de Fincher a la complacencia oscura, la cursilería mohosa, el canto a la vida en imágenes tipo video de Smell like a teenager de Nirvana? El final, semejante al insufrible poema del bloqueador solar, parecería cercenar de tajo toda la filmografía de Fincher y hacerlo tan vulgar y ninguneable como el Benjamin Button de la segunda mitad.
Todo esto hace muy probable que El curioso caso de Benjamin Button sea ganador fuerte de Oscares, y genere trivias del público villamelón e inspiración para pequeños videos superacionales de youtube.

PD: Agradezco el comentario de cineto en el post anterior, donde aclara que el texto de "La vida según Quino" es en realidad un apócrifo. Pero aunque no sea de él, ¿a poco no condensa con más sencillez y fortuna las casi tres horas del insufrible bodrio de Fincher?

También: tengo el cuento original de Scott Fitzgerald. No sé subirlo en forma zippeada para que lo bajen y lean. Pero también se me hizo un exceso ponerlo todo por acá (son cerca de 30 páginas). Pero si la duda y las peticiones son muchas, el post que sigue podría ser un vulgar copy-paste del cuento para que puedan chismearlo. Ora sí que estoy al pendiente de si les interesa.

14 comentarios:

Lata dijo...

A mí me gusto. No es de extrañar...

Fer V dijo...

Me guardo mis opiniones y comentarios respecto a tu análisis y comentario hasta que no vea la película; mientras tanto tengo otro tipo de información que pudiera ser relevante:

10 simples pasos para subir un texto a la red y compartirlo. por Générique =P

1. Vé a Google docs

1a. Si es necesario una vez ahí logueate con tu usauario y password de Google.

2. Búsca el botón "Upload" en la barra de tareas y presionalo

3. Utiliza el botón "Browse..." para encontrar el archivo que quieres subir.

3a. Los tipos de archivo soportados están en la columna de la derecha.

4. Presiona el botón "Upload File" después que hayas seleccionado el archivo.

5. Si la operación es exitosa el archivo debe desplegarse en pantalla (posiblemente después de unos minutos, dependiendo del tamaño del archivo y la velocidad de tu conexión).

6. Presiona el botón "save and Close" arriba a la derecha.

7. Marca el documento (click para poner una palomita en el cuadro que precede el nombre del mismo.

8. Click en el botón "More actions" que despliega un menú del cuál seleccionas "Publish"

9. Click en el botón "Publish Document"

10. Te dá un URL (una dirección de internet) que copias y compartes para que todos puedan leer el documento.

¡Listo! Fácil ¿no? Espero te sea útil la información.

Ricardo Arce dijo...

Yo me pregunto por qué ve tanto cine comercial... bueno, yo también lo veo, pero por qué hace usted tantas reseñas, eso no lo entiendo... Lo cual me lleva a saber que usted trabaja en una de esas revistas de cine como cinemax, cineguia, díasiete... Entonces ta chido.. chales, creo que no nado del todo sano el día de hoy.

Saludos pues.

Unknown dijo...

Yo la quiero ver, y presiento que no me va a gustar, no por lo que acabo de leer, más bien por que siempre he querido que de la pantalla salgan haditas y duendecillos voladores, nunca sucede y salgo reclamando mi dinero, soy un berrinche con patas.

saludos^^

Anónimo dijo...

Me dolieron un poco los ojos cuando vi juntas las palabras panfleto y Club de la pelea. El asunto de los óscares está jodido. No negaría que Fincher merece un óscar (aunque ciertamente no por esta película). Por desgracia, para mí, parece que Gus Van Sant se va a quedar de lado con una de sus mejores películas para mi gusto. Jodidos melodramas, jodida vida real.

Jhon Brando dijo...

Me siento un poco herido al leer tales aseveraciones sobre “Fight Club” (a la que por cierto hago un mini-homenaje en mi último post) más sin embargo siempre he pensado que estas cosas tan volubles como el cine son susceptibles a opiniones encontradas que a final de cuentas terminan convergiendo en un punto común.

La industria del cine ha cambiado respecto a los años, más viciada, más amafiada, donde al parecer lo único importante es arrojar un trozo de cinta fácil de digerir para aquellos que gustan de recrearse con algo que no implique más de 25 grados de I.Q. (quien se ofenda por esto que trate de explicar porque coño existen películas como “Scary Movie” o comedias gringas complacientes y repugnantes del mismo corte).

Al punto. No me gustó por el simple hecho de que no es el tipo de película que yo pueda disfrutar, todos los ingredientes están puestos para que la repruebe de forma tajante y para darme cuenta una vez más que los Oscares van en función de la taquilla generada. Me quedo con el Pitt de "Fight Club" o "Seven". Gran decepción pues me fue recomendada por alguien con quien suelo coincidir en gustos cinéfilos, pero al fin y al cabo esto es un caldo de cultivo de opiniones. Saludos.

P.D. El poema no me convenció del todo a pesar de venir de alguien que considero un maestro de la pluma.

P.D. 2. Quiero el Oscar para Ledger. Aun no puedo creer que el haya muerto y que un bastardo como yo siga vivo.

P.D. 3 Yo sé que esto no es un buzón de sugerencias o peticiones, pero sería grato leer un review con su particular estilo de “Che: el argentino” de Soderbergh. Para mí fue la cinta que me salvó el mes y que valió los 50 devaluados petropesos.

“BUENAS NOCHES, BUENA SUERTE”

Unknown dijo...

Ya la vi y la critiqué wi wi wi!

dèbora hadaza dijo...

o linkea el cuento...

NTQVCA dijo...

Me gusto la pelicula, aún cuando considero que Pitt no es el mejor actor, sin embargo has dado en un punto clave, no me termino de convencer que el personaje no fuera mas que un lector de la vida, solo verla pasar y no dejar de ser mas que un instrumento.
Bueno, pero me gusto.
Saludos

Anónimo dijo...

Eres una de las pocas personas que comparte mi visión sobre Forrest Gump. La película de Button no debería escandalizar a nadie: está diseñada para ser de consumo. Creo que el problema es que el guión, el cuento y la película van en direcciones distintas, por eso, al combinarse, generan un sentido contradictorio, incoherente y vacío. Lástima de desperdicio, aunque creo que Fincher sí estuvo cerca: la escena en la que Button queda solo en la oscuridad después de que lo cacharon con Daisy es perfecta... Aunque ahora que lo pienso parece sacada de Lord of the Rings. ¿Será que ya no se puede decir la soledad de maneras diferentes? Bueno, besos.

Anónimo dijo...

Gracias por incluir el blog en tus links.
Me encanta tu blog de cine, voy a pasar seguido.

Saludos!

Anónimo dijo...

Lástima de premisa, que suena interesantísima. ¿Colgarás el cuento? No dejes de avisar...

Te busco pronto para ahora sí vernos. Un abrazo.

B West dijo...

a mi sí me interesa, si no es mucha molestia, podrías enviarmelo a mi correo:

crimenycastigo_@hotmail.com


muchas gracias!

:D

Anónimo dijo...

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