tag:blogger.com,1999:blog-27585967959046061852024-03-12T19:49:34.271-06:00Las opiniones del Rufián Melancólico¿Pero usted nunca sintió la extrañeza de vivir?El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.comBlogger146125tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-83834736127906521542023-11-18T04:02:00.005-06:002023-11-18T15:00:03.924-06:00¿Todavía sigue vivo esto? (o la recapitulación del bloguero entusiasta)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia1CceNGHmgfmvdFpuarn0OUNYsNIrxQTjrL8bIgX4LrR4JDdn6EjuhLh1l5MgBqb465EXNfiKWn58I21yDWTSnI8WpJ7PBHxUir1ZR1caJnakLFpujRKFSlAw8d7owMkwtZN4VaBZ6kt-F7QgxPE4DiZ_npe-jck9IzD9wnzou3kTtMf6oRp9uKbM83SP/s389/f94b658c828fa904089bf0a1be09af09.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: verdana;"><img border="0" data-original-height="321" data-original-width="389" height="264" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia1CceNGHmgfmvdFpuarn0OUNYsNIrxQTjrL8bIgX4LrR4JDdn6EjuhLh1l5MgBqb465EXNfiKWn58I21yDWTSnI8WpJ7PBHxUir1ZR1caJnakLFpujRKFSlAw8d7owMkwtZN4VaBZ6kt-F7QgxPE4DiZ_npe-jck9IzD9wnzou3kTtMf6oRp9uKbM83SP/s320/f94b658c828fa904089bf0a1be09af09.jpg" width="320" /></span></a></div><br /><h3 style="text-align: left;">No sé qué pasó. <br />O sí sé pero no quiero recordarlo. El caso es que dejé en suspenso este blog y me dediqué durante una década a <a href="https://elrufianmelancolico.com/">seguirlo en Wordpress</a> </h3><p>Confieso que ando un poco psicodélico, pero también apareció una razón menos poética: wordpress me avisó que pronto renovaría mi anualidad, bonito pago automático desde paypal por unos 800 varos, según la conversión de dólares a pesos. 800 varos que podrían servir para un ron, para alguno de los libros que tengo en las listas de deseos o para varias cajetillas de cigarros. Entonces me dio el codo y le dije que no gracias. Según lo que entendí desde la cancelación, aquel blog sería eliminado el 19 de diciembre de 2023, pero con la compulsión que traigo esta noche aproveché para darle copy-paste a todas las entradas y ya no tengo mucho temor de que se pierdan. </p><p>Me abrí cuenta en el <a href="https://medium.com/@rufianmelancoli/aqu%C3%AD-empezar%C3%A9-2024-d780d8eb9f9e" target="_blank">Medium</a>, Dejé un primer post que finge un <i>próximamente </i>para 2024, aunque no tengo la más puta idea de qué haría allá. Más de veinte años yendo del tingo al tango entre redes, plataformas, chats sexuales de mala muerte y espacios de chamba digitales, te enseñan que cada espacio tiene su espíritu, su propia respiración. De hecho, ahora que redacto acá, tengo la impresión de que recupero algo del ánimo que quedó en suspenso hace diez años que dejé abandonado este espacio.</p><p>¿Qué respiración tuvo la versión de este blog en wordpress? Da un poco de vergüenza reconocer y recapitular. Según lo que habré supuesto hace diez años, wordpress sería la oportunidad de hacer un blog más profesional, acorde a las ambiciones emprendedoras de los dosmilesdiez. Ser tu propia marca, tu branding. El blog como un espacio de promoción para que te leyera el círculo rojo y te invitara a espacios importantes y que te dieran plata. Y ahí estuve, de monito cilindrero, haciéndole gracias al cine, o a la grilla, o a la literatura, o a la crónica de moda y de novedad, o a ver qué de todo era chicle y pegaba. </p><p>Reconozco: pegaron tres que cuatro cosas. Desde aquel blog (pero como extensión de éste, ojo) hubo chance de publicar en un par de sitios; estuvo bueno, pero no supe cómo darle continuidad. La larga lista de pretextos pueden condensarse en la palabra desidia, tan bonita palabra y tan olvidada por usar términos contemporáneos como ansiedad, síndrome del impostor, precariedad, procrastinación, bornout o dismorfia redaccional.</p><p>Sin embargo, logré publicar, y también vale agregar, mis últimas chambas, incluida la que tengo ahora, han tenido su punto de partida en las entradas del blog. Que si intento consolarme de mis intentos frustrados por escribir otras cosas, las entradas de allá, y las de acá, podrían ser un modesto ejercicio de escritura, más o menos constante, menos de lo que hubiera querido, más lo que hace el bloguero entusiasta que redacta tres entradas y luego lo olvida años y años. </p><p>Pero también debo decirlo, el blog de allá *señala allá* estaba muy contaminado por el espíritu de aquella época. Había disciplina atormentada, mentalidad de tiburón chimuelo y muchísimo agobio, otro término que prefiero al contemporáneo de la ansiedad. </p><p>Había que decir cosas importantes. Había que tener el punto de vista más sagaz y disruptivo. Si no tenías alguna buena idea, había que alimentar el sitio con algún chistorete de la temporada (y aun así me hizo gracia esto sobre <a href="https://elrufianmelancolico.com/2018/07/26/por-una-politica-ambiental-con-los-aluxes/" target="_blank">los aluxes como funcionarios públicos de la 4T</a>), o hay que hacer una <a href="https://elrufianmelancolico.com/2018/02/08/no-persigan-sus-suenos-en-las-fondas-plis/" target="_blank">crónica de barrio</a> para mantenerlo vivo. Y puede notarse la pretensión cándida de publicar un post a la semana a inicios de cada año, que es cuando uno hace propósitos de año nuevo, y después todo se desbalaga porque el trabajo, porque la desidia, porque el presente perpetuo te abrasa y nubla todo propósito y cuando te das cuenta llegó octubre y no publicaste casi nada. </p><p> Este 2023 hice solamente tres posts, uno sobre <a href="https://elrufianmelancolico.com/2023/02/24/los-barrios-donde-espanta-la-huesera/">Huesera</a>, la peli de Michelle Cervera Garza que nos voló el cerebro, <a href="https://elrufianmelancolico.com/2023/03/">un ensayo entre naive y angustiado sobre los sueldos</a> y pagué mi cuota de voracidad por la actualidad con un texto obvio sobre <a href="https://elrufianmelancolico.com/2023/05/25/succession-el-fracaso-de-los-millennials/" target="_blank">Succession</a>, que alguna onda meritoria podría tener. </p><p>(Y sin embargo, me gusta la última frase de esa última entrada, creo que describe perfecto mis intentos, mis fracasos y mis agobios. Es gran forma de darle final a aquel espacio<span style="font-family: verdana;">: </span>"Finalmente eso somos los equis: bufones que bebemos cerveza y practicamos una ironía de perfil bajo, mientras todo se destruye.")</p><p>Pero no escribí mucho más. Hay razones objetivas: la carga de trabajo que impide sentarse y concentrarse en hacer un post que no trate de los temas de la chamba. Alguna razón más triste: cierto desaliento hacia la escritura. Tema amplio que se puede redactar después. </p><p>Pero ahora, entre que la anualidad y el ácido, abrí el Medium y no sé qué hacer con él, pero también, entonces, regresé acá, a ver si todavía funcionaba. Y hasta el momento (todavía falta darle en publicar) todavía funciona. Ni saben el gusto que me dio. Ahora quiero quitar las telarañas, sacudir los sillones, abrir ventanas y que le dé la luz. De nuevo desde estas caracterizaciones de plataformas, se me ocurre que éste era un espacio más libre (ahora, mientras escribo, me siento con una redacción más libre, aun con lo farragosa) y que el intento del wordpress, fracasado o no (tampoco creo que haya sido un fracaso del todo) encorsetó cierta forma de escritura, porque la ambición profesional pedía más crispación y escrúpulo en lo que redactaba. </p><p>Acá me siento regresar a la informalidad de los primeros posts (aunque confieso que me da vergüenza asomarme a ver cómo eran esos primeros posts). Recuerdo cosas divertidas, un casi cuento sobre mis batallas con un colchón, una crónica oscura con un vagabundo que encontraba en el Walmart, o ese otro casi-cuento de los Huaraches de metro Zapata. </p><p>Pero ese blog (este blog), de esas épocas, traía ese impulso bloguero en el que creábamos comunidad desde leernos, comentarnos, asomarnos a lo que escribían los demás, pactar borracheras en el Covadonga (era barato) u otros sitios con buena cerveza y gente que se quisiera unir. </p><p>Tengo claro que los tiempos han cambiado. Algunos de los solteros líquidos y eufóricos de esas épocas se casaron, se divorciaron, se hicieron madres o padres, perdieron el impulso de compartir su <i>joie de vie</i>. O quienes se profesionalizaron, o especializaron, o institucionalizaron, y ahora escriben con autoridad intachable desde los espacios y las estaturas de sus méritos laborales. Debemos ser los menos quienes nos quedamos anquilosados en dos que tres rutinas, que en su momento parecían espléndidas y cada vez se han ido volviendo más opacas. </p><p>Entre la última entrada de este espacio y la que ahora estoy por publicar han pasado tres presidentes de México, tuvimos admiración por López Obrador y ahora nos ha decepcionado profundamente, pasaron las mejores series de TV ---<i>Mad Men</i>, <i>Breaking Bad</i>, <i>Game of Thrones</i> y, concedo, ciertos momentos de <i>Succeeesssssion</i>---, una pandemia tan larga que para algunos todavía parece seguir, montón de pelis memorables y muchas más que se nos han olvidado, las pelis de súperhéroes llegaron a su plenitud y ahora a su decadencia (y qué bueno, ya no las soportábamos), y Paul Mescal y Frankie Corio nos enseñaron a resignificar la canción de <i>Under Pressure</i>.</p><p>Hay mucho más que ha cambiado en esta década que va de 2013 a 2023, pero sería largo enumerar tantos gestos, tantas miradas, tanto que se dijo o no, tantas rabias y frustraciones, tantas esperanzas que se siguen mimando, pero cada vez más a solas; tantas declaraciones irónicas o furibundas o falsas que se vestían de ciertas, o ciertas que se siguen fingiendo falsas. </p><p>No sé qué ocurrirá en este retorno a blogger. Lo único cierto, es que la época de wordpress se acabó. Iré subiendo algunas de aquellas publicaciones que creo que aún tienen vigencia. Y capaz después de sacudir y quitar telarañas, pueda reencontrarme con algo que valga la pena por acá. </p><p>Y Medium, pues ya veré qué hago con él. </p>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-87845900812481923472012-10-30T11:18:00.001-06:002012-10-30T11:18:56.328-06:00Turismo de aventura -y la explicación de por qué cada vez me cuesta más trabajo escribir sobre viajesEl artículo debe tratarse del azoro ante la naturaleza, de la sorpresa de las cascadas ocultas, del gratificante esfuerzo de las largas caminatas de exploración que terminan llevando a terrenos inéditos, fragantes de misterio. El artículo no debe tratar de la joda que me llevé caminando hora y media con zapatos que no estaban hechos para excursiones por el monte, ni de las maldiciones que ensayaba en la mente porque me habían prometido un viaje menos demandante y, ¿qué rayos estaba haciendo con cinco remedos de Rambo, más brioso uno que el otro, caminatas marciales y competencias por ver quién era el más bravo de todos?<br />
Reúno adjetivos: impresionante, asombroso, majestuoso, intrépido, fascinante. Yo sólo quería regresar a la cabaña, tirarme en la cama, leer y fermentar mi mala onda. La cabaña que nos recibía tras la extensa caminata apenas tenía dos cuartos, tres camas, los excursionistas debíamos dormir juntos y confiar en la heterosexualidad del de junto, o aflojar carnes y cooperar y esperar que pronto terminara el viaje.<br />
La hombría, la ostentación de la heterosexualidad, es el verdadero tema del viaje. Los Rambos se van bañando para quitarse el olor a barro, regresan con las toallas a la cintura, sacan de sus maletas desodorantes, bermudas y playeras. Son jóvenes y de ánimo ligero, muy contrario a mi amargura. Cuentan anécdotas divertidas de un tipo que tropezó en el arroyo y salió escupiendo charales, del que iba con diarrea cuando exploraron una cueva, del que fue picoteado por hormigas y creía que iba a morir por lo ostentosas de las ronchas. Se secan con toallas mientras recuerdan las anécdotas que se han contado -seguro- treinta, cuarenta, setenta veces, siempre que han hecho esta caminata. Luego alguno se queja de lo irritada que trae la espalda. Luego otro saca una crema, se la regaló su novia, nos dice que nos pongamos un poco. La crema huele bien. El de la crema dice que le gusta porque a eso huele su chica. Otro apunta el nombre, quiere regalársela a su novia. Viene la hora de las picardías, el tercero pregunta si saben de un aceite con olor a coco que pone a las mujeres muy locas. ¿Entonces con ese aceite la vuelves loca? El del aceite lanza sonrisa discreta. El aceite de coco la vuelve loca, entre otras cosas. Un cuarto que no ha hablado sorprende confiando el nombre de una espumita, la pones en las tetas de las viejas y ahí luego me cuentan. Todos imaginamos la espumita. Las tetas de las viejas. Siempre que se haga con respeto, claro, aclara el de la espumita. Todos estamos de acuerdo en tener respeto. Todos quisiéramos hablar de sexo pero lo hacemos con respeto. Ni modo de describir las faenas salvajes en las que las dejamos exhaustas y mansitas ante nuestra virilidad majestuosa. Más cierto: ni modo de confesar nuestras ejecuciones modestas que se compensan con charlas autocompasivas y series de TV que se comentan morosamente. Las mujeres, qué misterio las mujeres, no decimos ninguno pero cada quien se pierde tras una mujer que conoce y no conoce. El de la cremita confiesa que le preocupa la señal del celular porque su novia es desconfiada y dos días sin hablarse, seguro está pensando cosas horrendas. El del aceite de coco presume que su novia ya está acostumbrada porque ya la ha llevado a esas caminatas y sabe cómo son las cosas. El de la espumita pide opinión: la novia que se vuelve loca le ha hablado tres veces de casarse, no es que le saque al bulto pero, ¿casarse? El de la cremita dice que de pronto llega el momento y no queda de otra. El del aceite sugiere aguantar lo más posible porque después ya no se vive lo de antes y eso debe considerarse. El de la crema pontifica que, sin embargo, tarde o temprano hay que madurar. La palabra flota, tan femenina: madurar. El del aceite asegura: las mujeres se acostumbran a todo. El de la crema se lamenta: las mujeres no se acostumbran a todo. El de la espumita prefiere no pensarlo más, insiste en que compremos la espumita. Ponérsela en las tetas. Todos pensamos en las tetas. En la espumita. El olor de la crema nos envuelve, olemos a las chicas que no están con nosotros. Yo y mi amargura a cuestas, me pregunto si alguna vez han estado con nosotros. Pienso en los adjetivos de mi artículo. Impresionante, asombroso, majestuoso, intrépido, fascinante. Y solos. Hombres viriles heteros, que huelen a barro y a estar solos.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-27264150823679298862012-10-04T21:02:00.000-05:002012-10-05T09:01:06.650-05:00Psicoterapia Telcel Por supuesto, iba indignado. Y listo para recitar todas las formas lentas en las que creo que debe morir Carlos Slim. Ella lo sabía y por eso me dejó desahogar.<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtw80xybQi5sFUfdR8CYjkqMyOravz_7MqvVeFy3tWPcvPVLu-4tjszaO6dUHFANZaaijobXx-ule2FVKokt83ZQWHdjiMZnh0eutZoLGZBosDqwbAxxjZkSdCyOufa0y-i0tbC4QcVtiE/s1600/telcel-inicia-bonificacion-fallas-red-cliente_1_584855.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtw80xybQi5sFUfdR8CYjkqMyOravz_7MqvVeFy3tWPcvPVLu-4tjszaO6dUHFANZaaijobXx-ule2FVKokt83ZQWHdjiMZnh0eutZoLGZBosDqwbAxxjZkSdCyOufa0y-i0tbC4QcVtiE/s1600/telcel-inicia-bonificacion-fallas-red-cliente_1_584855.jpg" /></a>-Porque el puto Slim BLA BLA BLA al infierno con su BLA BLA BLA, putos monopolios de mierda que BLA BLA BLA, pero nos estamos organizando BLA BLA BLA; yo también soy 132 aunque sea de espíritu BLA BLA BLA, el que no brinque es Peña (y juro que brinqué: así era mi indignación).<br />
La vendedora de Telcel me pidió mi número, tecleó rápidamente, constató que, en efecto, era momento de renovar mi contrato y cambiar de equipo.<br />
-Yo le compré este cacharro -le enseñé el iPhone- a una chica por la mitad del precio que lo venden ustedes, le cambié el chip y aun con lo lento tuve el mundo <i>que ustedes me negaban</i> al alcance de mi mano: seduzco muchachas por Whatsapp, comparto a qué hora voy al único café al que voy en Foursquare, le tomo fotos a mis vasos de Starbucks y lo subo al Instagram. ¿Y ustedes qué han hecho por mi? Dime, menciona una sola cosa que ustedes hayan hecho por mí.<br />
-Con sus puntos azules y su renta fija no puedo ascenderlo al iPhone 4 pero le alcanza para los Androids de esta hoja, revise y me dice cuál le interesa.<br />
-Le diré qué me interesa -y mis ojos se inyectaron de sangre- me interesa una renta más barata, que limite mi red de datos porque quiero volver a salir a la calle y ver la vida: respirar el pasto, mirar los árboles, las ardillas y las mujeres en tacones, quiero pagarles menos para tener más calidad de vida, ahora seré yo quien los limite a ustedes y volveré a ser dueño de mi existencia.<br />
- Renta más barata, de acuerdo. Mire estos Galaxys, tan bonitos, uno de ellos le puede servir.<br />
-Me sirve volver a leer a Tácito, a Séneca, a Herodoto, esos pequeños placeres que he perdido por culpa de ustedes.<br />
-Hay una aplicación muy amigable que se llama Alkido, ahí puede almacenar sus ebooks.<br />
-¡No me interesa almacenar nada en estos artefactos! -bufé espuma rabiosa- ¡Quiero el olor del papel, del pan y la tierra mojada después de la lluvia! ¡Ya no me interesa seguir con este espejismo de la vida virtual!<br />
-Estoy viendo que con la renta que quiere más bien le alcanza para estos Motorola, son más modestos pero con muy buena conectividad.<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDSjQMxz_1AA6kxC6aBNXW0ZGJk8PDdHjPvyihpWnDZufhsBztrFMRLfUfIyrsVW2qibYxUWWUUPjos44rWOzplef0HiU8cthyGMJ-GD6Y4COhuPOhwvMEShavBsCDP8pmn4Ep0A5T5Ezx/s1600/P_0LRn4NJ_1393801.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDSjQMxz_1AA6kxC6aBNXW0ZGJk8PDdHjPvyihpWnDZufhsBztrFMRLfUfIyrsVW2qibYxUWWUUPjos44rWOzplef0HiU8cthyGMJ-GD6Y4COhuPOhwvMEShavBsCDP8pmn4Ep0A5T5Ezx/s320/P_0LRn4NJ_1393801.jpg" width="320" /></a>Y no entendí lo que me explicó de los pixeles de la cámara, la duración de la batería, el almacenaje de canciones, pero en la propaganda lo mostraba una rubia increíble y acepté. La vendedora siguió tecleando mientras yo trataba de explicarle con más detalle lo que me ocurría.<br />
-No sé dónde quedó la vida, no sé dónde la perdí en esta borrachera del mundo 2.0. Entonces tomé decisiones: limitarme la conectividad para conectar mejor conmigo. Leer, escribir, escuchar álbumes completos y no sucumbir a las veleidades del shuffle; hablar con gente real y no con avatares de chichis que hacen daño y dan pena y se acaba por llorar.<br />
-Firme acá y le entrego.<br />
El aparatejo, más grande que el iPhone, sobrevivirá menos a la obsesión <i>vintage </i>pero por eso mismo será una suerte de <i>delicatessen vintage</i>. Pero no sucumbí a los recuerdos futuros, acepté la máquina con displicencia. Y ya preparaba los insultos de despedida cuando me dijo la mujer:<br />
-Y no se preocupe que ya también le hice el cambio de chip. En pocos minutos su iPhone no funcionará más.<br />
Palidecí. Un abismo insondable se abrió a mis pies. Sentí el vértigo del adiós y el olvido.<br />
-¿CAMBIÓ EL CHIP? ¿CUÁNDO COÑOS LE PERMITÍ CAMBIARLE EL CHIP?<br />
-Es para mejorar su conectividad. Cortesía de la empresa.<br />
-Pero... ¿Y todo lo que tengo en el iPhone? ¿Contactos, mensajes, canciones que me dedicaron y dediqué, emoticons de cervezas y ligueros que prometían cervezas y ligueros reales? ¿Todo eso a dónde irá?<br />
-Todo eso nunca existió. ¿Y no que quería deshacerse de todo eso?<br />
-Sí, pero yo quería ser quien decidiera cuándo.<br />
-¿Entonces vino a gritar sus bravuconerías solamente para compadecerse a sí mismo y no crearse un compromiso firme de cambiar?<br />
-Mis fotos... la de la noche aquella en el Hotel Marlowe...<br />
-Quítese la costra rápido, joven. Así duele menos. Digo, le duele ahorita, pero mañana que ya le entienda al Android estará listo para nuevas pics.<br />
Me recargué en el mostrador y la miré intensamente a los ojos.<br />
-Me siento patético. Es un teléfono de mierda, nada más eso. Nunca he endiosado a Apple, no compré la biografía de Jobs ni vi sus discursos en Youtube. Para mí esto -agité el iPhone- es un celular, y un celular es como una licuadora. Prefiero la licuadora, hace salsas, son reales, pican. El iPhone no. Pero cambió el chip y sentí un vacío. Sentí que perdía un hogar, ahora soy un damnificado, peor que el que vive un terremoto en Haití. Me siento muerto, me siento sin nada. No puedo creer que me esté pasando esto a mí.<br />
Ella suspiró.<br />
-Mire a su alrededor joven. Primero las propagandas: muchachos en una carretera. Muchachos en un globo. Muchachos en una fogata. Muchachos en un puente. Ahora vea a los demás clientes: ¿dónde está la carretera, el globo, la fogata, el puente? Vea sus gestos ansiosos, cómo disimulan sus carencias, cómo disfrazan sus miserias con arrogancia geeks. ¿Cree que vienen por teléfonos? Vienen por las montañas pero sólo tendrán recámaras polvosas. Vienen por el mar porque ya no escuchan cómo gotea la llave de agua en la cocina. Pero no lo saben y por eso buscan lo que usted ya supo que es falso: las fotos, las canciones, las promesas, las alianzas. Usted ya lo sabe, pero todavía no sabe cómo deshacerse de todo esto. Por eso le doy un Android. Cuando esté listo para la renuncia podrá regresar a los orígenes, el Nokia monocromático 1200.<br />
-Pero los mensajes, señorita...<br />
-No tenga miedo, va por buen camino. Ande, Telcel le regala un termo para cuando regrese al ejercicio.<br />
Salí arrastrando los pies, hombros caídos, mirada perdida. Frente a mí pasó una anciana jamona que eructaba chorizo. La vida, me dije. También me di cuenta que me hacían falta cigarros.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYGmdBcucE43S91JaykAh7IUD0eQ0zpBkQhF6ycvl4Zth5PETFx3287Q45h0q-oaLwUq0UesXRwxyiCG2vf0U25haCA43gkKHgAf6aktaGvWxVnhwePKXxRyF-T5gzpC3qjbBu2gSD79S6/s1600/666150.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYGmdBcucE43S91JaykAh7IUD0eQ0zpBkQhF6ycvl4Zth5PETFx3287Q45h0q-oaLwUq0UesXRwxyiCG2vf0U25haCA43gkKHgAf6aktaGvWxVnhwePKXxRyF-T5gzpC3qjbBu2gSD79S6/s320/666150.jpg" width="320" /></a></div>
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<br />El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-59069578804149817282012-09-02T03:51:00.000-05:002012-09-02T11:21:13.095-05:00La Canción del Vino Especiado y el Hidromiel de George R. R. Martin<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheuTIrsTOBMljn3sInBgzbWr4zXv7PRJUBk5PFDKsEtMQ60CHOpWhOxTC7mYvRXiPX1Be_7TlpRJmXfgsanu6Duhxk0DQEls_0c3t2In-mIqG5bxXk9tuIcSJs7ueUexpwP12vhOQ34vSB/s1600/game-of-thrones4.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheuTIrsTOBMljn3sInBgzbWr4zXv7PRJUBk5PFDKsEtMQ60CHOpWhOxTC7mYvRXiPX1Be_7TlpRJmXfgsanu6Duhxk0DQEls_0c3t2In-mIqG5bxXk9tuIcSJs7ueUexpwP12vhOQ34vSB/s1600/game-of-thrones4.jpg" /></a>Apenas leo tres páginas y ya voy de bocafloja al tuiter a decir que la prosa de George R. R. Martin -el autor de la extensa saga <i>Canción de Hielo y Fuego</i> que ahora se adapta para serie de TV en la famosa <i>Game of Thrones</i>- es pobre y convencional, sin gran juego de lenguaje ni pretensiones de estilista, pero me voy tragando la bravata -más bien, voy matizando exabruptos- según avanzan los tabicotes de la novela: sigo creyendo que elige una forma narrativa práctica -esa estilo: "la marquesa salió a las cinco" de la que se burlaba Valery- y que no busca el regodeo en la forma, pero porque su interés se encuentra en presentar y darles volumen a montonazo de personajes que las solapas del libro comparan más cercanos a Shakespeare y Homero que al fantasy acartonado de juego de rol. Pero la intención no era repetir lo que en otros espacios ya han dicho de mejor manera: sobre la complejidad de los personajes, la versatilidad en recrear escenarios tan contrastantes como bosques ensimismados, metrópolis mustias o desiertos mucho más vitales de lo que su aridez finge -como suele ocurrir con todos los desiertos; también me guardo para otras parrafadas el emocionante momento en el que el gnomo Tiryon Lannister recuerda cuando conoció las osamentas de los dragones que asolaron a los Siete Reinos algunas décadas atrás, escena de una belleza enigmática por la devoción casi infantil con la que el Lannister marginado va revisando los esqueletos, paleontología fantástica que fisgonea la historia y el mito y acaso anuncien que toda la saga tiene su origen en este solitario asombro.<br />
De carácter menos épico, pero que le da una dimensión más cotidiana (y se supondría, entonces, más verosimil), es un gozo ir revisando lo que comen los honorables Stark, los intrigosos Lannister, los cuasimonacales Guardias de la Noche o la Madre de los Dragones en su reino primitivo. Si se le debe reconocer a Martin su erudición para describir lo mismo una gran ciudad medieval que una casi-hacienda en el bosque, también se debe admirar su afición sibarita que en su gran novela sugiere un recetario amplio y apetitoso. Sin ser de lo más exhaustivo -y en el entendido que apenas voy hincándole el diente al tercer tabique de la saga-, ahí van algunos ejemplos de lo que comen reyes, guardianes y nobles de los Siete Reinos, el Muro y el otro lado del Mar Angosto: <br />
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Daenerys Targaryen es ofrecida como esposa al semibárbaro líder de los dothrakis, Kahel Drogo. Las costumbres de su pueblo son salvajes y en consecuencia voraces. Y así comen:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"Se atiborraban de carne de caballo asada con miel y chiles, bebían leche fermentada de yegua y los excelentes vinos de Illyrio hasta embriagarse por completo, y se intercambiaban bromas y puyas por encima de las hogueras con unas voces que a los oídos de Dany sonaban ásperas y extrañas.</blockquote>
Y así rinden tributo a su nueva reina:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"Los esclavos ponían ante ella trozos de carne humeante, gruesas salchichas asadas y empanadas dothrakis de morcilla, y más tarde frutas, compota de hierbadulce y delicados pastelillos de las cocinas de Pentos, pero ella lo rechazaba todo. Tenía el estómago del revés, y sabía que no podría retener nada."</blockquote>
En contraste, para los festejos de bienvenida a Ned Stark como el nuevo Mano del Rey, en la corte de la cosmopolita ciudad Desembarco del Rey se presenta el siguiente menú:<br />
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<blockquote class="tr_bq">
"Una sopa espesa de cebada y venado. Ensaladas de hierbadulce, espinacas y ciruelas con frutos secos por encima. Caracoles en salsa de miel y ajo. Sansa no había probado nunca los caracoles, así que Joffrey le enseñó a sacarlos de su concha, y él mismo le puso el primero en la boca. Después sirvieron trucha pescada en el río aquel mismo día, horneada en barro; su príncipe la ayudó a romper la envoltura sólida para dejar al descubierto el pescado jugoso. Y cuando se sirvió la carne, él mismo le ofreció la mejor tajada con una sonrisa seductora. Sansa advirtió que el brazo derecho todavía le molestaba al moverlo, pero en ningún momento se quejó. Más tarde se sirvieron empanadas de pichón y criadillas, manzanas asadas que olían a canela, y pastelillos de limón bañados en azúcar, pero para entonces Sansa estaba tan llena que apenas si pudo comerse dos pastelillos, por mucho que le gustaran."</blockquote>
Los Guardias de la Noche, custodios del Muro que separa a las amenazantes Tierras Libres de los Siete Reinos, hacen comidas simples en su preparación pero de resultados deliciosos. Así se festeja que Jon Nieve y sus amigos vayan a ordenarse como nuevos guardias:<br />
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<blockquote class="tr_bq">
"Los ocho futuros hermanos devoraron un festín de costillar de cordero asado con ajo y hierbas, adornado con ramitas de menta y con guarnición de puré de nabos amarillos que nadaba en mantequilla.<br />
"—Viene de la mesa del mismísimo Lord Comandante —les dijo Bowen Marsh.<br />
"Había ensaladas de espinacas, garbanzos y nabiza, y de postre cuencos de arándanos helados y natillas."</blockquote>
El mercader que le ofrece a Dany vinos -y entre ellos uno envenenado porque el rey Robert Baratheon ha ofrecido una recompensa a quien la asesine- le recita las distintas maravillas que vende:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"—Tintos dulces —proclamaba en excelente dothraki—. Tengo tintos dulces, de Lys, de Volantis y del Rejo. Blancos de Lys, coñac de peras de Tyrosh, vino de fuego, vino de pimienta, néctares verdes de Myr. Cosechas de bayas ahumadas y agrios de Andal, tengo de todo, tengo de todo. —Era un hombrecillo menudo, esbelto y atractivo, con el cabello rubio rizado y perfumado a la moda de Lys. Cuando Dany se detuvo ante su puesto, hizo una profunda reverencia—. ¿Quiere probar algo la khaleesil Tengo un tinto dulce de Dorne, mi señora, su sabor canta a ciruelas, a cerezas y a roble oscuro. ¿Un barril, una copa, un traguito? Después de probarlo le pondréis mi nombre a vuestro hijo."</blockquote>
Un ejemplo de cocina popular, que no puede comer la pobre Arya Stark cuando huye del castillo donde han apresado a su padre, pues no tiene dinero siquiera para un estofado:<br />
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<blockquote class="tr_bq">
"(...) había tenderetes con calderos en cada callejón, en los que hervían guisos que llevaban años al fuego; allí se podía cambiar media paloma por un pedazo de pan del día anterior y un «cuenco de estofado», y hasta te ponían la otra mitad al fuego y te la asaban, siempre que uno mismo le quitara las plumas. Arya habría dado cualquier cosa por un tazón de leche y un pastelillo de limón, pero el estofado tampoco estaba tan mal. Por lo general llevaba cebada, trozos de zanahoria, nabo y cebolla, y en ocasiones hasta manzana, y siempre había una capa de grasa en la superficie. Ella procuraba no pensar en la carne. Una vez le había tocado un trozo de pescado."</blockquote>
Del segundo tomo, <i>Choque de reyes</i>, un banquete en un torneo puede volverse metáfora de la inexperiencia de la tropa del aspirante a rey Renly Baratheon, pues cuando están al borde de la guerra la imaginan como un cuento candoroso de heroísmo que caza a la perfección con un festín opulento:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"Porque comida había en abundancia. La guerra no había afectado a la legendaria generosidad de Altojardín. Mientras los bardos cantaban y los saltimbanquis hacían cabriolas, el banquete se abrió con unas peras al vino y prosiguió con rollitos crujientes de pescado a la sal, y capones rellenos de cebollas y setas. Había granes hogazas de pan moreno, montañas de nabos, maíz y guisantes, jamones inmensos, gansos asados, y platos rebosantes de venado guisado con cerveza y centeno. A la hora del postre, los criados de Lord Caswell sirvieron bajdejas de dulce hechos en las cocinas del castillo cisnes de crema y unicornios de azúcar, pastelillos de limón en forma de rosa, galletas de miel especiadas, tartas de moras, tartaletas de manzana y ruedas de queso cremoso"</blockquote>
Mientras que los atormentados Greyjoy, Hombres de Hierro de hábitos austeros, se distinguen por los banquetes modestos:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"El banquete era exiguo: una simple sucesión de guisos de pescado, pan negro y cabra poco especiada. Lo más sabroso, en opinión de Theon, fue una empanada de cebolla. la cerveza y el vino siguieron corriendo mucho después de que se retirase el último de los platos"</blockquote>
En el enigmático capítulo donde llevan a Daenerys a la Casa de los Eternos, para entrar le dan de beber "un líquido espeso y azul: color-del-ocaso, el vino de los brujos". Y al probar:<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAK2CNarw4NLbRRNnoK1r2YlY4ifiry6CMbcmz62F7cBDd049uvl6hEjiSK-SZX4SGl9Xui9CSOmAcSzuYpJytogiSxnxQzcsedzB2VIOUUsaXEFaYFk6eFV84TWtUPaYJqkeH50U7XfhF/s1600/ab550c6f1457f37796a1a18a6408a894.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="221" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAK2CNarw4NLbRRNnoK1r2YlY4ifiry6CMbcmz62F7cBDd049uvl6hEjiSK-SZX4SGl9Xui9CSOmAcSzuYpJytogiSxnxQzcsedzB2VIOUUsaXEFaYFk6eFV84TWtUPaYJqkeH50U7XfhF/s320/ab550c6f1457f37796a1a18a6408a894.jpg" width="320" /></a></div>
<blockquote class="tr_bq">
"el primer trago le supo a tinta y a carne podrida, nauseabundo, pero cuando lo tragó sintió como si cobrara vida dentro de ella. Fue como si unos tentáculos se extendieron por el interior de su pecho, como si unos dedos de fuego se le enroscaran al corazón, y se le llenó la lengua de sabor a miel, a anís y a crema, a leche de madre y a la semilla de Drogo, a carne roja, a sangre caliente y a oro fundido."</blockquote>
Y el último, para no abrumar: cuando Tyrion y su hermana Cersei se juntan para cenar. Será una reunión llena de intriga y golpes bajos. Pero mientras planean sus estrategias de ataque:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"La mesa de Cersei estaba bien surtida,aquello era innegable. La cena comenzó con una crema de castañas servida con pan crujiente recién hecho, y verdura con manzanas y piñones. Luego se sirvió empanada de lampresa, jamón asado con miel, zanahorias rehogadas en mantequilla, judías blancas con tocino y un cisne asado relleno de setas y ostras."</blockquote>
A veces veo películas de los setenta y ochenta de la Ciudad de México, sabiendo que son malas, solamente para fisgonear calles que voy relacionando con la infancia o la adolescencia. Ya no me atrevo a insistir que la prosa de Martin sea pobre, pero sí reconozco que mucho del morbo de seguir leyendo -además, claro, de las relaciones de los personajes, de los momentos irónicos de Tyrion Lannister (mi favorito), la picaresca de Arya o las misteriosas exploraciones a lo desconocido de Jon Nieve- es toparme con otro banquete, incluso simples desayunos o cenas que con sus vinos especiados y vasos de hidromiel hacen salivar y correr aunque sea por la triste tortilla con sal que puede conseguirse en este reino democrático y justo (Calderón dixit) de la realidad.<br />
No recuerdo -y tampoco es cosa de volver a revisar las dos temporadas que ya existen- si la serie de TV se ha solazado tanto en mostrar banquetes, comidas, cenas entre los personajes de <i>Game of Thrones</i>, quiero creer que con la moda ya habrá algún restaurant carísimo en Nueva York o Los Angeles que reproduzcan estos platillos, o al menos que ya exista un recetario de la comida de los Siete Reinos; habrá que averiguar para pedirlo ya por Amazon.<br />
Y es cierto: la saga de Martin no es un paradigma de lo literario, pero sí es un banquete robusto y consistente de lo narrativo. Libros gordos, jugosos, más semejantes al buen bife de los Stark, que a los frugales canapés de las narrativas microfashion que tan en boga están. Y ya no sé cómo terminar el post, lo hago abruptamente: para seguir leyendo el tercer tomo, a ver qué guiso se va preparando en la opulenta Fortaleza Roja donde hasta la página 250 del tercer tomo siguen rigiendo los Lannister. Que los Dioses Nuevos bendigan sus especiados alimentos.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3I7zH7xAnWgqCilW5-7l3k5R78XEN2Rb6AvOcDeCAMshCMAkU4tHMkoyXAVAAdH5RRRBRfRE1KLTimli7PELfTGcPOOcSGlygz17kZ3vo2aJb9UzwUA6UoHykBlgMZG2SsYyQJF6oUm9-/s1600/51io0QNtvmL._SL500_AA300_.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3I7zH7xAnWgqCilW5-7l3k5R78XEN2Rb6AvOcDeCAMshCMAkU4tHMkoyXAVAAdH5RRRBRfRE1KLTimli7PELfTGcPOOcSGlygz17kZ3vo2aJb9UzwUA6UoHykBlgMZG2SsYyQJF6oUm9-/s1600/51io0QNtvmL._SL500_AA300_.jpg" /></a>PD: Listo, acá está <a href="http://www.innatthecrossroads.com/" target="_blank">el blog</a> donde se habla de la comida de las novelas de Martin y la serie de TV... tiene además el encanto de contar cuáles podrían ser los platillos originales en los que se basó el escritor para después describirlos en sus novelas.<br />
Y se agrega un libro de cocina -<i>A Feast of Ice & Fire</i>- que se antoja tener al ladito de la estufa. Y nomás para los geeks de la serie, miren qué lema tan naiz: <i>In the Game of Foods, you win or you wash the dishes</i>. Provechito, pues.<br />
<br />El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-6373330828161594652012-05-29T04:03:00.000-05:002012-05-29T04:13:30.039-05:00Del 131 al 132<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHQ0YxnoRvMB0ETWyGBAvJ5s_VuM9OsSejZhA4brRj_q-v-PG70TbMmvyffGkApyqANdFDXOfxci_NSC51kIRs_iQLWnAPMANnBaywwUvcEh6EBTHlgC2FCgMNR0BAIGaceAAsgmtRtSiK/s1600/IMG_0384.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHQ0YxnoRvMB0ETWyGBAvJ5s_VuM9OsSejZhA4brRj_q-v-PG70TbMmvyffGkApyqANdFDXOfxci_NSC51kIRs_iQLWnAPMANnBaywwUvcEh6EBTHlgC2FCgMNR0BAIGaceAAsgmtRtSiK/s320/IMG_0384.JPG" width="320" /></a></div>
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¿Cómo caracterizar a los participantes del movimiento #YoSoy132 que por fin le puso emoción a la antes desangelada campaña 2012 por la Presidencia de la República? Se me ocurre:<br />
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1) En el <a href="http://lelrufianmelancolico.blogspot.mx/2012/05/131.html" target="_blank">post anterior</a> sugerí importante en el video de los 131 de la Ibero el deseo de afianzar su identidad. Más que el mensaje contra Peña Nieto era reivindicar su autonomía frente al cliché del niño-Ibero-RBD. Ahí no supe cómo agregar un detalle que me pareció revelador: daban su número de matrícula, mostraban su credencial, pero bien se cuidaban de dar apellidos. María José L., Alonso G., Karen M. Mi supuesto inmediato: se muestran pero se cuidan del secuestro. Y siguió el fantaseo sociológico: la gran mayoría de estos muchachos, parte de la clase media alta y alta, han desayunado, comido y cenado con las horrorosas historias del secuestro. Quizá varios de ellos han tenido una experiencia cercana. Y desde este imaginario viene la mesura y la paranoia. Al menos una década de anécdotas pavorosas, que hacen de la ciudad y el país un territorio inhóspito para ellos, de ahí el ghetto autoimpuesto de tres colonias <i>nice </i>con guaruras y sistemas de seguridad intimidatorios que segregan y autosegregan (y quien necesite una ilustración estremecedora busque la película <i>La zona </i>de Rodrigo Plá). El resto de la ciudad -del país- era para ellos un territorio fantástico, al estilo del Lejano Oriente que describe Marco Polo, con seres monstruosos-cuasi-lovecraftianos como secuestradores, nacos, resentidos sociales, pachucos, cholos y chundos, chichifos y malafachas. Para muchos de ellos, "bajar" al Centro Histórico del DF podía suponer un viaje iniciático, no exento de retos y peligros por lo desconocido. Pero ahora, la urgencia de manifestar una convicción política los hizo arriesgar matrículas y crecenciales, abirse al resto del país y mostrar sus rostros, aun contra los escrúpulos de los padres. El reto no solamente fue contra Peña Nieto y el priísmo, también contra el miedo al México amenazante, ese del que sus mayores se protegieron hace seis años al votar por Calderón y comprar la consigna siniestra de López Obrador como el "peligro para México". El video, entonces, opera como 1) rechazo al viejo régimen, 2) ejercicio de identidad, pero además es 3) confrontación contra los padres y las generaciones previas, medrosas al México naco que capitalizó el PAN en 2006. Con su video, los 131 también recuperan una ciudad y un país.<br />
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2) Los 131 están a punto de ser 132 y esa transición los lleva <a href="http://youtu.be/3rjjx2gEKX0" target="_blank">a la entrevista con Carlos Loret de Mola</a>. Se les ve verdes, no tienen el colmillo de cualquier estudiante grillero de Ciencias Políticas de la UNAM. Pero en su ingenuidad también está su encanto: se recupera un ejercicio, si se quiere naif, de <i>college movie</i> en el que quince amiguitos hacen planes para enfrentar al maloso que quiere destruir un bosque para construir un centro comercial. La diferencia es que aquí el reto es tan real como ambicioso. El villano fársico es Peña Nieto y su horda de prinosaurios, lo que se defiende no es un bosque, sino una nación. Y aquí la opinión del país está al pendiente de lo siguiente que harán.<br />
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3) Lecciones de <i>real politik</i>. El miércoles 23 de mayo se organiza el mitin #YoSoy132 con el plan cándido de intercambiar libros y pintar mantas con reclamos a Televisa y los candidatos. En eso el Pejeback Writer Paco Ignacio Taibo II les agandalla el micrófono, dispuesto a lanzar la arenga, capaz le sale tan chula como la que lanzó el pasado domingo en Tlatelolco, en un mitín de jóvenes con Andrés Manuel López Obrador. Pero los estudiantes protestan. "Apartidista, apartidista", la consigna opera como requisito para la legitimidad. Y el novelista planta dilemas de realidad: “me parecen muy extrañas las declaraciones de neutralidad, o díganme ¿quién aquí va a votar por Peña Nieto?"<br />
Minutos después, la convocatoria se desborda y el mitin <i>friendly </i>pide marcha hacia el Ángel de la Independencia. Los convocantes todavía creen que pueden manejar el tumulto: sugieren que se haga una cadena humana y se transite por la acera de Reforma. La raza de UNAM, Poli y UAM no obedecen. Si la "cadena humana" es una idea que viene de manifestaciones al estilo gringo o europeo -civilizado y todo goe- el aprendizaje de los estudiantes de las universidades públicas viene del 68 y el 86 y el no tan lejano 99-00. Ellos saben del simbolismo histórico que tiene "tomar la calle" y se desbordan a todo lo ancho de Reforma. Aquí se ha trascendido la candidez del video 131 y el reclamo democratizador adopta las formas tradicionales de los movimientos estudiantiles mexicanos. la tradición se refrenda con lo que se habla mientras se camina: hay que instaurar una asamblea universitaria, hay que redactar documentos y proclamar planes de acción unificados. Lo que los distingue de los movimientos previos: el vehículo de confluencia es internet y las redes sociales. Y otro más: aunque es obvia la mayoría de estudiantes de universidades públicas, estos respetan el primer impulso de las universidades privadas. Reconocimiento pero también estrategia: los estudiantes de la UNAM saben que desde la extenuante huelga de 1999-2000 se deterioró su imagen política ante la opinión pública, y serán fácilmente tildados de porros, grillos, revoltosos. Y que la "novedad" de los universitarios Iberos lo dota de frescura y originalidad al reclamo que en ellos hubiera sido obvio y fácilmente censurable. Pero también, los de las públicas aportan la experiencia política de la que adolecen los universitarios de las privadas. Y al menos mientras se cumplan las fechas de las elecciones, en este momento la alianza se antoja benéfica para todos los grupos.<br />
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4) ¿De verdad es tan ingenua la banda Ibero con su activismo? Se vale ensayar otro argumento: el estilo de la política en las universidades particulares no posee las "habilidades" (pero tampoco los vicios) de las universidades públicas, pero se han fogueado en otras arenas de actividad social, que a veces parecerían risibles pero al menos tienen su virulencia como campos de entrenamiento. Los de las universidades privadas están lejos de discursos abiertamente de izquierda -los mismos estudiantes de las públicas saben rebasados conceptos tipo "lucha de clases", "dictadura del proletariado"- pero han aprendido el ejercicio ciudadano de la protesta en causas más <i>cool</i>, si se quiere. De pronto es la defensa y el rescate de los animales callejeros. O más beligerante, las protestas antitaurinas. Y engañados o no, Starbucks hace reflexionar sobre comercio justo. Y como además de ecológico y ciudadano es <i>trendy</i>, hay que treparse a una bicicleta y apropiarse desde la foto Instagram del espacio público. Y aunque sea ajeno, recolectan víveres y donaciones para el terremoto de Haití o de Chile. El que atañe íntimamente: las batallas sobre manejo libre de información en internet (¿alguien recuerda el #internetnecesario?). Temas más serios, pero también más propios de individuos que de "clases": apoyar el matrimonio y la adopción gay, manifestar adhesión o rechazo a la legalización del aborto, salvar la reserva espiritual de Wirikuta, treparse a algún reclamo ambiental que involucre manglares, bosques o animales en peligro de extinción. No son las causas clásicas y fundamentales, como conquistas laborales, justicia agraria, derecho a la vivienda, representaciones sindicales, pero implican ejercicios ciudadanos que les permite reconocerse como tales y comprender que su reclamo, aun visceral y desordenado el día que los visitó Peña Nieto, contiene una sustancia legítima y trascendente. Es la democratización de los medios electrónicos, es la protesta ante un candidato -y posible presidente- que parece más expendedor melodramático de <i>fast food </i>que político de verdaderas miras, es la preocupación por otro sexenio tan inútil y lamentable como el que está muriendo, es una toma de conciencia ante un estado de las cosas que redujo a los jóvenes a un nicho de mercado para venderle conciertos y gadgets. Y la revancha viene justamente desde la tecnología evasora: si este movimiento tiene empuje, justamente es gracias a las herramientas tecnológicas que supuestamente eran juguetes para la evasión.<br />
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5) Una foto:<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgduZXJe11Boz6qtJkSsdlbC3XOKEAnvQYVlMB6P8LO3i9MlSqVsROJf9jOOX7oUbn61Yz1WBFXjEQ_1v4ZkV6aHoz47rK_yZ65QylxEXDIxosC9qwg4eIZOiOy2jOyHxmzhFh02Mera4ly/s1600/IMG_0371.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgduZXJe11Boz6qtJkSsdlbC3XOKEAnvQYVlMB6P8LO3i9MlSqVsROJf9jOOX7oUbn61Yz1WBFXjEQ_1v4ZkV6aHoz47rK_yZ65QylxEXDIxosC9qwg4eIZOiOy2jOyHxmzhFh02Mera4ly/s320/IMG_0371.JPG" width="320" /></a></div>
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Y en contrasentido, una colección de <a href="http://www.elfinanciero.com.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=22206&Itemid=43" target="_blank">preguntas incisivas</a> de Carlos Ramírez en El Financiero:<br />
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8) ¿Se atreverán los de la Ibero a criticar las posturas conservadoras de los sacerdotes jesuitas que se han alejado de la realidad social, en tanto que los dominicos son los que construyen comunidades sociales de base y denunciar al salinismo que sigue dominando la ideología educativa de la universidad? ¿Tardarán mucho los estudiantes de la Anáhuac en arremeter contra los Legionarios de Cristo -dueños de esa universidad- por las trapacerías de abuso sexual del padre Maciel? ¿Cuándo los estudiantes del Tec de Monterrey se van a rebelar contra el formato educativo de esa institución que busca formar empresarios para el sistema de distribución inicua de la riqueza? ¿Y exigirán los estudiantes de economía del ITAM cambiar la doctrina neoliberal que les enseñan como reproducción de la Universidad de Chicago de Milton Friedman y que los convierten en Chicago boys mexicanos por una economía social?</blockquote>
Parece temprano para imaginar hasta dónde llegarán las preguntas de los 132. Su objetivo alcanza hasta el 1° de julio; el resultado de las elecciones seguramente decidirá el rumbo del movimiento: la unidad que trascienda la coyuntura política, la atomización, la complejidad o frivolidad de las siguientes preguntas. Pero el inicio del ejercicio entusiasma, en una sociedad que se había resignado a una presidencia de telenovela, a una cobertura mediática complaciente y sin esfuerzo, a una generación joven que se creía limitada a foros de animes y grupos indie.<br />
Probablemente fracasarán, como debe ocurrirle a todas las generaciones. Pero de ese fracaso saldrán las voces, las ideas originales, que le den frescura a la partidocracia caduca mexicana. La generación que le dará algo al país en los siguiente años no se está formando en los partidos políticos, o en los medios de comunicación tradicionales. Se están haciendo en las calles que van tomando. Y apenas van aprendiendo a crear sus discursos. Son torpes, balbuceantes, pero tienen el prodigio del riesgo, del desparpajo, de la imaginación.<br />
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<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/YptgC3goAUY?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>
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Y sí, este post está dedicado. Ya sabes quién eres ;)</div>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-80913198228878772452012-05-15T12:03:00.000-05:002012-05-15T12:03:16.972-05:00131El video de los <a href="http://www.youtube.com/watch?v=P7XbocXsFkI&feature=colike" target="_blank">131 estudiantes de la Ibero</a> semeja aquella campaña de redes sociales que ocurrió hacia septiembre de 2009 y que todavía muchos recuerdan; trataba de una señora desconfiada de los tuiteros perversos violadores salvajes y siniestros, quienes traficarían con los órganos de su adorable hijito Webbie Granados. Una convocatoria a cargo de Jorge Pinto desbordó la ocurrencia y permitió atisbar el universo real de los 2.0: en el <a href="http://sragranados.blogspot.mx/" target="_blank">blog Sra. Granados</a> se improvisó un jocoso collage de fotos de universitarios, preparatorianos, ninis sonrientes, aspirantes a hipsters, entusiastas de la faveada crusherosa, exhibicionistas francos y procrastinadores aguerridos, quienes al poner nombre y rostro a sus arrobas también creaban una feria de la identidad que bien podría ser potaje espeso para cualquier sociólogo en busca del tema de su tesis perdido.<br />
El asunto ahora es más serio: el candidato priísta a la presidencia Enrique Peña Nieto acude a la Universidad Iberoamericana, básicamente a soltar las mismas frases prefabricadas con las que su partido ha estado saturando bardas y televisores. La sorpresa ocurrió cuando los estudiantes de la Ibero, de manera espontánea, empezaron a confrontarlo y le gritaron sapos y culebras, lo corretearon por las instalaciones del campus y lo hicieron marcharse de una forma definitivamente ridícula. Por supuesto que hubo resonancias: la tuitósfera fascinada, el presidente del PRI Joaquín Coldwell se lamentó de los "grupos no representativos de la universidad que incurrieron en faltas de respeto" y periodistas lambiscones tipo Ferriz de Con y Pablo Hiriart se apresuraron a adjudicar el zafarrancho a las perniciosas huestes de López Obrador.<br />
Entonces viene el acaso más importante capítulo de la historieta, y es el video de los 131 alumnos de la Ibero. Que como aquel ejercicio de la Sra. Granados, sobrepasa su propósito. Porque de inicio se trata de la respuesta que dan los estudiantes de la Iberoamericana a los desdeñosos comentarios de Joaquín Coldwell y Arturo Escobar, vocero de la franquicia fascista Partido Verde, cuando describen que apenas un puñado "no representativo" buscaron desestabilizar el espíritu plural de la universidad. En el video los alumnos enfatizan en que no son "acarreados, no porros y nadie nos entrenó para nada." Y sigue la galería de estudiantes que dan su nombre, muestran su credencial y miran de frente a la cámara; rabiosos unos, con solemnidad otros, haciéndose de paso las guapas las que tienen con qué.<br />
La interpretación más superficial celebra el video por su afán mitotero de confrontar la arrogancia priísta, tan llena de argumentos y pretextos para trivializar el abucheo a su candidato (control de daños que le dicen). Pero si se observa las miradas concentradas, los ceños fruncidos, si es escuchan las voces retadoras de algunos estudiantes, se va comprendiendo en los 131 Iberos una urgencia de existir, de hacer su espacio en el país.<br />
El estereotipo de los estudiantes de la Ibero los convierte en hijos de papi, adinerados ociosos quienes saben que sus puestos de trabajo los están esperando desde antes que elijan su carrera, fines de semana en Valle y <i>party </i>en los bares de Palmas, anorexia y bulimia como deportes introspectivos extremos, boletos platino para los conciertos y vacaciones en Estados Unidos (los jodidos) o Europa (y el mochilazo no es única opción sino gusto por la aventura goe). La discriminación a la mexicana que se ha evidenciado con más fuerza desde las campañas políticas de 2006 ha ido en doble sentido, y así como hace de las clases medias un enjambre apestoso de proletarios, jodidos, gatos asalariados, también caracteriza a las clases altas con crueldad.<br />
¿Por qué visitó Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana? Porque en teoría se trata de una institución incapaz de ponerlo en situaciones incómodas, y eso de paso le permitiría grabar escenas conmovedoras de un candidato que sí sabe acercarse a los estudiantes. Y esta cualidad se trastoca en insulto: la Ibero como un espacio acrítico, apático, con una memoria histórica acomodaticia. Ir a la Ibero sería como ir de día de campo, distinto a esos nidos de revoltosos, territorios comanche desde los años setenta para los priístas y panistas, que serían la UNAM, la UAM o el IPN. En la elección ya se cataloga con desdén a la banda Ibero: niños bonitos que aplaudirán como monos amaestrados, que harán los nectes necesarios para fraguar su carrera en el presupuesto, sin ideas críticas porque esas se les termina con el nuevo Ipad que les compre sus papás. Y es justo ese estereotipo el que los iberitas combatieron en la visita de Peña Nieto. Le gritaban Fuera Fuera y también corrían al cliché de su supuesta frivolidad. Por eso les fue tan necesario grabar el video de los 131 alumnos: lo anecdótico era deslindarse de cualquier provocador profesional (la obviedad de los videos de la visita de Peña Nieto hace rídículo el supuesto), lo importante fue reforzar su autonomía como individuos de su tiempo. De modo semejante al de los tuiteros de la Sra. Granados, en su reclamo <i>los 131 iberitas existen</i>. Ya no son esa otra masa amorfa de riquillos hedonistas. Hay estudiantes específicos que reclaman, confrontan, se muestran. Se llaman Jimena, Francisco, Mayela, Agustín. Al mostrarse se narran. Al narrarse desmitifican. Contra lemas clasistas o discriminatorios, un carnaval de credenciales, rostros, voces. Contra el cliché, personas. Si se vale la impertinencia kitsch, un Todos Somos Marcos del mundo del revés. Los 131 del video parecen decir: Todos Corrimos a Peña Nieto, y todos nos sentimos orgullosos de eso.<br />
No falta quienes insisten en relativizar el suceso: ¿fue importante solamente porque fue de la Ibero? ¿Cómo se vería si hubiera ocurrido en la UNAM? Fue importante <i>justamente porque ocurrió en la Ibero</i>, el espacio donde menos se esperaba (también hubiera sido importante en la UNAM, pero estemos de acuerdo que sería lo obvio; justo por eso ahí ni por error se aparece Peña). Y fue hacer un guiño al país: un movimiento inesperado que despierta de la modorra y obliga a acompañar la bravata. Es cierto que quizá muchos de los 131 estudiantes olviden este momento y, como diría el poema de José Emilio Pacheco, con el tiempo se vuelvan en todo aquello contra lo que lucharon a los veinte años. Pero ahora atisbaron la adrenalina, la identidad que confronta el prejuicio, el impulso de la trasgresión, la energía para espetar orgullosos gestos de insolencia.<br />
Conmueve cuando tuiteros de la UNAM o el Politécnico saludan el video de la Ibero con entusiasmo, recuerda ese lejano 68 en el que los estudiantes de la Ibero cerraron su propia escuela para sumarse a la huelga estudiantil. Hace poco circuló por las redes el artículo desencantado que proponía a los jóvenes actuales como una apática <a href="http://www.proceso.com.mx/?p=304225" target="_blank">Generación Zoé</a>. El video de los 131 iberitas también le contesta.<br />
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<br />El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-12682753405368106752012-05-06T15:41:00.000-05:002012-05-06T15:46:16.083-05:00De esto se trata The Avengers<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/1zRFHSGjY9c" width="560"></iframe><br />
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De las telenovelas mitológicas-patrioteras del Capitán América y Thor porque tienen Patria Legado Linaje pesadísimos qué respetar, contra el pragmatismo neoliberal de Tom Stark (Robert Downey Jr. sobreactuado el 95% de las veces; efectivo el 80%) asegurando que él no movería un alambre para ayudar a cruzar pero sí lo cortaría, y sobre todo del prodigioso Hulk como antihéroe existencialista, para reflexionar sobre la identidad escindida o sobre la falta de té de tila en la despensa, incómodo con el <i>new age</i> hindú hasta que lo mandan llamar para chambear del héroe que no quiere ser, y resolverlo con un tajante-pragmático NoStesChingando que se lo merece una y quince veces el SebasThor Rully tan peleonero con su hermano porque así le indicaron en la escaleta.<br />
Scarlett Johansson amarrada e indefensa se ve igualita que en mis sueños eróticos más recurrentes y Cobie Smulders debería dejar la aburrida historia de cómo conoció Ted Mosby a la madre de sus hijos para ofrendar su rostro más días, más horas, de manera más urgente, a la pantalla grandotota.<br />
Y palomitas y coca y hot dogs y no vayan al cine el domingo, es fatigoso.<br />
Cinco estrellas y medio menos tres más Mejor Rentarlo en BlockBuster si en tres meses sigue existiendo.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-36877543531727092762012-05-03T16:40:00.001-05:002012-05-03T16:52:44.782-05:00Mi generación se está divorciandoPlaneábamos con Jorge, Mariana y Pedro cómo rearmar los podcast de <a href="http://www.lavidaimaginaria.com/" target="_blank">La vida imaginaria</a> y a la hora de fijar nueva reuníón (no lo olviden amiguitos, mañana viernes a las cuatro en casa) Pedro se excusó de no poder estar una tarde, soltó con amargura que un amigo se casaba y debía ir a su boda. Tan veinteañero como Mariana, se pusieron ambos a lamentarse de los amigos que se casaban, de lo solos que empezaban a quedarse, de la tristeza contenida que simula sonrisa serena para felicitar y desear toda la suerte del mundo.<br />
Recordé amarguras similares mías a sus edades y como trailer de una película larga y fastidiosa se precipitó el collage de la gente de mi edad, de aquellos que hace quince años estaban dale que dale con sus casorios, y me fui sorprendiendo: más avanzados unos, más melindrosos otros, algunos con aire festivo y otros en franco tono catastrófico, varios se están divorciando. Entonces también entendí por qué los he estado evadiendo: las charlas que me han tocado con ellos se han convertido en consultorías sentimentales con énfasis en el desencanto. Entender y no entender por qué no funcionó el matrimonio. Soltar sapos y culebras contra ese cabrón o esa pinche vieja. Confesar ambiguamente alguna canita al aire que les permitió reformular muchas cosas. Fumar compulsivamente. Recitar agobiantes contabilidades de pensiones alimenticias, rentas de cuartos lóbregos y automóviles que nomás no se sabe cómo dividirlos. Son charlas ríspidas, con voces fatigadas, que también piden de uno cierta sobriedad: no soltar lo que de verdad se piensa de esa bruja o ese culero porque ya se sabe que a la hora de la hora te salen con que siempre regresaron y luego qué cara les pones cuando te invitan a cenar.<br />
Pero los amigos en tránsito de separarse parecen pedir un poco de eso. Complicidad. Empatía. Solidaridad. Y lo curioso: que les cuentes la otra parte de la historia, la que no reconocieron cuando estaban en su burbuja virtuosa del matrimonio. ¿De verdad siempre te pareció tan posesiva? ¿Por qué no me hiciste ver cuando se pasó de gandalla en esa fiesta? En aquel viaje que hicimos empezó el declive, ¿te acuerdas cómo se portó en los tacos? Tú que la ves de fuera, por ejemplo, en el cumpleaños de mi hijo, ¿qué tal te pareció su actitud? Hay una historia que no conoce el casado y que presenció quien estaba fuera del matrimonio, así como existen las otras historias, la silenciosa de la intimidad, la tensa de los desayunos, la desencantada de las expectativas cumplidas a medias, que el de afuera apenas las atisbo en los gestos fastidiados de supuesto cansancio. Se cuentan momentos nimios que ahora resultan claves: la primera vez que entré a su casa presentí algo. No me dio confianza cómo miró a mi amiga, pero lo dejé pasar. Debí sospechar cosas desde que la vi doblar la ropa. Dijo que era un poco nervioso, un poco, ¿quién iba a pensar que terminaría así? En alguna parte de <i>Tu rostro mañana</i> Javier Marías dice que desde que se conoce a una persona ya se sabe cómo terminará esa historia, si habrá lealtad o traición, si será un vínculo fuerte o deshilachado, de qué manera se volverá doloroso lo que al inicio es placentero, y que todo lo posterior de la relación es el esfuerzo de conjurar la disolución que ya se ha intuido. De modo que las charlas con quienes se están separando tienen un poco de epifanía: hablan y hablan de los agravios para hurgar en el pasado y encontrar el momento justo del deterioro, reinterpretan sus historias como forma de darle cuadratura al desencuentro que enfrentan todas las noches en casa.<br />
Pero me perdí en la teoría literaria cuando en realidad quería hurgar en los chismes vitales. Es decir: que junto a esta parte cansina, amarga, de detallar -novelizar- la disolución -no deja de ser un duelo, es como enterrar a alguien, describió Guapóloga mientras me echaba raite a mi casa- también viene la ansiedad del reinicio, ahora cuéntame cómo ha sido tu vida, qué hiciste de nuevo, ¿sacó disco nuevo Madonna? Tienes que actualizarme porque desde hace tres pelis que le perdí el norte a Wenders (y cómo explicarle que justo desde hace cinco pelis perdió el norte el mismo Wenders). Y aquí viene lo divertido. La urgencia de echar unos tragos en el Pasagüero. Su planeación compulsiva de un fin de semana en la playa. ¿Conoces un galán, una chamaca, que me puedas presentar? ¿Pero por qué tan cansado, si apenas son las ocho de la noche y pues hay que buscar otro antro?, necesito recuperar el tiempo perdido.<br />
Yo hice el chiste hace años: cásense, ahí los espero a que se divorcien, aunque ahora que regresan con el divorcio a cuestas traen consigo (traemos, que también está lo mío) los raspones que suelen mostrarse como heridas de guerra: el recelo, el sarcasmo, la poca tolerancia como resúmenes ejecutivos de tantos domingos o viernes malhabidos. Pero aun con toda la angustia a cuestas, lo interesante del divorciado es la adquisición de cierto nivel superior de conciencia, como si se hubieran metido una pasta para un trip fatigoso que les duró tres, siete, diez, quince años, y del que salen con una mirada tan cruel como transparente. Ahora entiendo muchas cosas, dicen, y el lamento íntimo es por no haberlo entendido hace tres, siete, diez o quince años. Desde ahí creamos un código secreto: ¿también divorciado?, y se precipitan charlas en clave que apenas requieren palabras concretas para afianzar entendimientos: suegros, hermanos, hijos, su nueva fulana, el placer de haber tirado ese tapetito cursi que nomás nunca no.<br />
No sé por qué quería hacer un post chacotero y me quedó más bien amargoso, capaz para provocar la compasión de Mariana y Pedro, cachetada con guante blanco por mi ligereza ante ellos y su temporada de bodas. En el post que imaginé había adquisición de mascotas exóticas, cursos intensivos de cerámica, tutoriales para poner repisas y hasta los Timbiriches como forma lamentable de educación. En otro chance, con otro tono, le entramos a esto. Ahora me voy al café a ver a quien encuentro para hablarle de mi divorcio. O a ver <i>The Avengers</i>. Deflectar.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-11982267820834045632012-04-26T15:06:00.000-05:002012-04-26T15:06:19.556-05:00Propongo a mis tías Auro y Chelo como promotoras de lecturaYo le agarré gusto a la lectura desde el morbo, por eso me cuesta trabajo sumarme a eso de los universos extraordinarios de la imaginación, la devoción dogmática a la palabra y la experiencia enriquecedora de los significados múltiples y reflexivos. Mis familias, materna y paterna, tenían -tienen- un par de lectores desordenados y concupiscentes que, así como algunos se zampan una BigMac después de un carpaccio de salmón, así pasaban de Morris West a García Márquez y de Luis Spota a Leon Tolstoi sin el menor pudor. Y yo aprendí a hacerle así y devoré con el mismo descaro a Tom Sawyer, Irving Wallace, Sherlock Holmes y, ¿cómo se llamaba el autor ese del libro del No-Nacido?, y también Mafalda y El Libro Vaquero y las novelitas románticas y hartamente calenturientas de Bianca y Julia y Jazmín y Jorge Ibargüengoitia y Flaubert. Lecturas apuradas sin más criterio que lo entretenido o esto me aburrió (después la posmodernidad le llamó eclecticismo y así me salvó del ridículo). Y luego por eso me cuesta trabajo llamarle gustos culpables a esas lecturas misceláneas que revisa con la ceja alzada el canon-literario-trascendente-naiz. Porque obviamente, cuando llegó la adolescencia y el compromiso con El Ejercicio Arduo De La Literatura, aprendí a recitar lo que sí y lo que no: Borges sí, Benedetti no; Rulfo sí, Laura Esquivel no; Balzac sí, Agatha Christie últimamente ya tantito por aquello del revisionismo del subgénero vintage goe. Y ante esa bastardía de los best sellers, los manuales zodiacales, las metafísicas de Connie Méndez y las historias ocultas del HAARP, también aprendí a fruncir la nariz altivamente, como ñora de Coyoacan que se extasía con la prosa de intensidades de Alberto Ruy Sánchez.<br />
Pero hay otra deformación: nunca me tragué mucho esto del libro como forma de enriquecimiento personal, por lo mismo que nadie se lo traga: un tío me regaló un libro de Buenos Ejemplos y Mejores Virtudes, se llamaba <i>Hace falta un muchacho </i>de Arturo Cuyas, era insufrible y lo sigo creyendo el mejor antídoto contra cualquier campaña de promoción a la lectura. Tampoco ayudó demasiado cuando de niño viajábamos rumbo a Ixhuatlán con la prima Rochi y en la parte trasera de su auto llevaba <i>Azteca</i> de Gary Jennings y el ladrillote se veía tan gordo y apetecible que naturalmente lo jalé para enterarme de las aventuras de Tiléctic-Mixtli, pero a las cinco páginas la prima me lo quitó. Precavida, no quería que me enterara de cómo les frotan chile serrano a las muchachas en sus cositos para que les arda y se les quiten las ganas de tocarse (años después encontré grupos de Yahoo que hacían lo mismo y aunque la experiencia redundó en pica-pica pude comprender muchas cosas de la naturaleza humana). Contra la novela, me compraron en el siguiente pueblo una historieta del Pato Donald que se olvidaba antes de empezar a leerse. En contra hubieron más tíos o primos o gente que me dejó libros al alcance de la mano. Pero si quiero precisar quien definió mi interés (si se vale agregar, la personalidad) en la lectura, fueron las tías Aurora y Chelo, que son como las hermanas Patty y Selma de Los Simpson.<br />
Tampoco se trata de despepitar todo el halo tenebroso de las tías Auro y Chelo, aunque si alguien lo pagara, con ellas podríamos hacer una buena peli de horror y devastación. Baste decir que visitarlas era hacer un viaje a la desesperanza, soportable vía el cinismo. Odiaban -odian- al gobierno, las telenovelas, los transportes, sus trabajos, la alimentación sana, la alimentación insana, en consecuencia a mis padres, a mi hermano y a mí. Apenas había la amabilidad funcional necesaria para establecer que uno existía, comentarios afectuosos como Quítese Chamaco, Te Sientas y Te Callas, e imagino que sentían mucho alivio cuando dejábamos su casa. Pero en perspectiva me queda seguro que no solamente había desprecio, también tenían sentimientos de maldad y destrucción hacia nosotros.<br />
Eso se hacía evidente cuando llegaban los cumpleaños. Mientras el resto de los parientes hacían los festejos del caso -el pastel, los gorritos, el juego de las sillas- las tías fumaban y fumaban, hablaban de sus pretendientes rechazados y afilaban la lengua para burlarse de algún comentario bien nacido de algún otro invitado a la fiesta. Pero lo especial fueron sus regalos. Contra la parafernalia disneyana de muchos, y las ropas insípidas de los otros, ellas se decantaron en regalar... libros. Y qué libros: <i>Demian </i>y <i>Bajo la rueda</i> de Herman Hesse, <i>La metamorfosis </i>de Kafka, <i>La madre </i>de Máximo Gorky, <i>Crimen y castigo</i> de Dostoyewsky. Que pasados los años pueden tratarse de un canon bastante convencional -y agradecible- de grandes novelas, pero que sigo pensando si a los ¿ocho años? eran las mejores lecturas. Ni siquiera Sherlock, o Verne, o las boberías pueblerinas de Tom Sawyer. Eran libros que contenían una transgresión poderosa, reconocer escenarios lascivos que obligaban a reconfigurar el mundo más bien ñoño y seguro del Pato Donald y demás universos infantiles. Porque ahora lo que sigue: favor de imaginarme en medio de la noche, con linterna bajo la cama, los ojos pelones y la boca entreabierta, sorprendido porque el pobre Gregorio Samsa quedó convertido en cucaracha o porque el atormentado Raskolnikov mataba fríamente a la anciana usurera para justificar algo tan oscuro e inasible como una premisa filosófica personal. Recuerdo esas lecturas y en realidad tenían poco de placer: eran descubrimientos perversos del mal, o la deshumanización, o la injusticia, o los abismos turbulentos de la naturaleza humana. Ojo que lo perverso a la vez se hacía delicioso. Estaba lejos del humor ramplón de Donald, leía asombrado e incluso recuerdo cierta incomodidad cuando se combinaban esos libros con la presencia de mis padres. Como si lo que estuviera en esas páginas cimbrara lo que estaba ocurriendo a la hora del desayuno e hiciera claroscuras las felices relaciones del jugo de naranja y los huevos con jamón.<br />
Yo sigo creyendo que mis tías me enseñaron a leer desde el mal, desde cierto gusto infame por remover a la familia y hacer del escuincle baboso que yo era, un ser torvo, atormentado por las transformaciones del otro atormentado, el <i>Demian</i> de Hesse. Y eso hizo de mi relación con la lectura una complicidad casi delincuente, porque desde chico supe que leer no hacía mejor el mundo, pero sí que lo hacía más complejo por su halo tenebroso.<br />
Lo que sigue ya es propio de adolescente, pero bien afincado con los regalos de las tías. Porque los excesos de Bukowsky o Burroughs, las francachelas sexuales de Henry Miller o Juan García Ponce, para mí tienen su fundamento en los relatos oscuros que regalaban las sarcásticas tías al tiempo que otros regalaban juguetes, libros de virtudes, ropa estúpida o caramelos.<br />
De ahí que ahora, cuando me da por regalar algún libro, pienso en Chelo y Aurora, y me imagino como un ser libinidoso que comparte susurros impropios, proposiciones indecorosas o guiños para apurar los pecados. Lo cual debería culminar en un consejo: cuando les regalo un libro no estoy dándoles algo precisamente valioso o fraterno: se trata de un pacto malicioso, semejante al que en su día hicieron mis tías.<br />
Y ahora que caigo en cuenta, yo sólo sé regalar libros. Creo que debo ser una mala persona.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-39874932963424239652012-04-19T08:00:00.000-05:002012-04-19T08:44:57.287-05:00Manuel Cruz tiene duendeNo puedo contar -es material para la revista- de qué trató la plática con el artesano Agustín Cruz Tinoco, creador de candorosas figuras de madera, especializado en nacimientos, que tiene su taller en San Agustín de las Juntas, a quince minutos de la ciudad de Oaxaca. A lo mejor valdría describir el colorido de sus imágenes y lo mucho que me gustó su versión libre de un nacimiento en un jeep, con José, Jesús, María y los Reyes Magos como si fueran hippies en pos del sueño californiano. Aunque él y sus hijos insistieran que sus figuras parecían todo menos hippies. Pero chéquese nomás:<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwGm254YkvvHy-2Ey4xSE8eSXQhy2PmmOT8m0iuS_eEoZj4HLcqekra-bBWfZjFcq3sTPNXNzuL_AbbbINkq5ucVW55Cy3k6yvL0mrIwu2n_Y28ThpIayplySQZllxKk5yfMDjflGKYldy/s1600/IMG_0224.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwGm254YkvvHy-2Ey4xSE8eSXQhy2PmmOT8m0iuS_eEoZj4HLcqekra-bBWfZjFcq3sTPNXNzuL_AbbbINkq5ucVW55Cy3k6yvL0mrIwu2n_Y28ThpIayplySQZllxKk5yfMDjflGKYldy/s320/IMG_0224.JPG" width="320" /></a></div>
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Lo que sí quería consignar: el taller de Agustín Cruz es familiar, los hijos tallan la madera, la esposa pule, las hijas pintan, y aunque preservan un estilo único, también se van notando diferencias que individualizan la expresión de cada miembro. El que más me impresionó: el hijo menor, Manuel, que andaba de playera sin mangas y con gorro muy hip hop, y no es que se hiciera el rebelde, pero ante la calidez sin dobleces de la familia, él agregaba cierta gandallez; ojo que en ningún momento fue grosero pero sí parecía querer dejar clara su diferencia.<br />
Y de pronto veo estas figuras, y eran producto de la expresión genuina, personalísima, de Manuel.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg290KXr1Bmw-UjWxRoLDZDbHzgJN2bwsS7w87J3oJfz7QANXl0chbZv4wqAep3tgV54hyJPvogh3xKmZ9QAYAuRa9adkTEHCht8a9rP_0aQGN6Ux0UaYiIbGpm7nvk_WrEv-Eiv26Ofsj5/s1600/IMG_0234.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg290KXr1Bmw-UjWxRoLDZDbHzgJN2bwsS7w87J3oJfz7QANXl0chbZv4wqAep3tgV54hyJPvogh3xKmZ9QAYAuRa9adkTEHCht8a9rP_0aQGN6Ux0UaYiIbGpm7nvk_WrEv-Eiv26Ofsj5/s320/IMG_0234.JPG" width="240" /></a></div>
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Ojos vacuos, gemido lastimero, violencia ritual en un cuchillo que no se encuentra en la obra del padre.<br />
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Las imágenes de la familia describen sociedades festivas. Las figuras, aun con lo incipientes, de Manuel, son dramáticas, tienen obsesiones, consignan personajes, individuos con destinos irrepetibles y paradójicos.<br />
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Manuel me contó que él quería recuperar un tema que su padre había abandonado, el de "las muertes", piezas de madera únicas, diferentes a las muchas pequeñas figuras que crean todo el universo de los nacimientos o las festividades. Y uno que le anda buscando referencias postmamertas a todo, quería que Manuel me dijera que conocía El grito de Munch, o los muñecos de Tim Burton, o ya de perdida algunas de estas esculturas de superhéroes de resina que venden en las tiendas de comics. Pero no, con todo y su gorrito hiphopero, Manuel abreva más en las tradiciones y leyendas de su pueblo, pero con un talento tan personalísimo que desde la artesanía va sabiendo acercarse a un tono que aún sería temerario sugerir propio de un artista.<br />
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"Tus figuras tienen angustia", le dije. Los hermanos se echaron a reír. "Es el angustiado de la familia", y a Manuel no le quedó sino reír también. Al final lo convencieron para que se pusiera su camisa oaxaqueña para la foto oaxaqueña de la familia artesana oaxaqueña. Me despedí intrigado de su diferencia. Diría García Lorca: "tiene duende". Además, usa gorrito tipo hip hop.<br />
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1. Apenas Ana regresó de España llegó corriendo a mi casa a ponerme borracho y a platicarme su viaje. Además de haberse metido una tacha y haber conocido las leyendas de Becquer en Toledo, reafirmó su desesperanza salvadoreña, reinterpretó la estulticia mexicana y describió conmovedoramente la rebeldía de los Indignados gachupas. El hombre que la enamoraba, por ejemplo, estaba a punto de ser despedido por sus convicciones, y con su revolucionaria indemnización primermundista iría un mes a Japón a reflexionar sobre su quehacer político y su idealismo. Aún con la burla, le extrañó lo amables que habían sido los españoles con ella, porque los testimonios que Ana tenía<br />
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<i><span style="font-size: x-small;">(acá va una digresión ociosa en la que Olga interpreta a una mesera española que la trató de la chingada; en el performance Olga azota todo lo que hay alrededor y da mucho miedo, por eso mejor le damos por su lado y nos lamentamos de su mala fortuna)</span></i><br />
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era de unos fanfarrones-nuevos-ricos-groseros y en realidad le tocó gente agradable, que disfrutaron conocer a la escritora salvadoreña con las chapitas rojas y carcajeante. Quizá, imaginaba Ana, se debía a que le tocó convivir con el sector progre, postposthippies alivianados que buscan causas para creer en ellas y fraguar así una personalidad buena-ondita. Regresamos a comparar con Olga y supusimos que ella había viajado como turista, además sudaca, y le tocó un sector fastidiado de atender viajeros, de trato parco y rutinario, más cordiales mientras más mullida es la cartera del cliente. De inmediato le platiqué de algo que tiempo atrás habíamos cafeteado con Jorge:<br />
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2. Que cuando se viaja mucho por trabajo termina hartando, y Jorge no sabía entenderlo muy bien. Le explicaba: no solamente es tener la cara de la revista que representas en cada desayuno-comida-cena-traslado-entrevista, las 24 horas del día. Se agrega cierta realidad desoladora que vas aprendiendo conforme estás en uno y otro y otro sitio, y es que siempre visitas el mismo lugar. No importa si se trata del Caribe tan colorido o de Hermosillo tan desértico y parco, si se trata de un lugar arrogante como San Miguel de Allende o de otro de humildad mal disimulada como Pachuca. Siempre se va al mismo sitio, con las mismas iglesias, los mismos restaurantes fusión y los mismos hoteles boutique.<br />
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<i><span style="font-size: x-small;">(acá revelo una charla telefónica con una amiga, cuando le protestaba porque en TODOS lados se les hacía de lo más nice agasajarnos con el mejor... sushi de cada ciudad. Y olvidemos que no me vuelve loco el sushi, hagámonos mundanos: delicioso, venga el tepanyaki, el terumiki y el tetrapacky, pero cuando conoces El Mejor Sushi De Los Cabos, El Mejor Sushi De Puebla, El Mejor Sushi De Cozumel y El Mejor Sushi De Aguascalientes, o algo no está funcionando o todavía no sabemos que el sushi es la comida típica mexicana de oficina transnacional)</span></i><br />
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Todos los hoteles acostumbran el mismo desayuno continental o el buffete con la misma fruta picada, el mismo pan bimbo ligeramente tostado, los mismos frijoles refritos y los mismos huevos con jamón. En todos los sitios la gente es cálida y amable, todos tienen la más importante construcción colonial de su región y todos están a punto de detonar como el principal destino turístico de México, sólo les falta un pequeño impulso que por fortuna ha establecido como prioritario el Sr. Gobernador. Esto explica que sean tan aburridos los artículos de viaje oficiales: pronto se acaban adjetivos como señorial, magnífico, cautivador, entrañable y cristalino. Y lo que uno verdaderamente vio en el viaje no se puede poner. Porque es un efecto curioso: lo original de cada destino no se encuentra en sus virtudes, sino en sus defectos, en lo que los turistólogos nativos querrían ocultar. Sus verdaderas opiniones sobre el gobierno, la inseguridad en la belleza del sitio, los manglares destruyéndose, la pretensión de sus burguesías: la tensión propia de cada región, que lo vuelve en un territorio verdaderamente vivo, donde pulsan sus problemas y sus prodigios en una contradicción que, esa sí, es la que los hace enigmáticos.<br />
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3. Los que viajan por trabajo van al mismo hotel más funcional que elegante; los que viajan para beber visitan los mismos antros con las mismas cubetas de seis chelas por cien pesos; quienes viajan al paquete turístico aburren con sus mismas fotos en el feisbuk del Hospicio Cabañas o el Templo de Santo Domingo; quienes visitan a su familia: pues tías y primos y hermanos y bebés originales -ningún niño de su edad hace lo que él- con fondo de árbol de Navidad que no se ha quitado desde hace cinco meses. Pero, ¿qué tal si un viajero tiene la oportunidad de hacer todo eso en un solo viaje? ¿Tener una comida de negocios, ponerse borracho con un grupo bullanguero, visitar parientes lejanos y ya por no dejar tomarse la foto frente al mololote más famoso del lugar? El viaje al mismo sitio extendido a los muchos mismos sitios. Porque de ahí se entiende: una ciudad no se conoce por sus tres monumentos y sus cinco hoteles, sino también por su boulevard menos agraciado, por la forma en que se ligan sus muchachos de prepa o por el tono tan semejante o local que tienen sus putas para ofrecer sus servicios. Un viaje vende los tres atractivos de su folletería, pero el viaje real ocurre detrás, al lado, de donde se tomó la primorosa foto.<br />
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<i><span style="font-size: x-small;">(que no se me olvide aquella anécdota jocosa: cuando Lilián y Olga viajaron casi al mismo tiempo, Lilián para reencontrarse con sus raíces sudamericanas (jojojo) y Olga para reencontrarse con sus raíces europeas (jojojo) mientras el pobre Gezeta viajaba cada ocho días de Puebla al DF a conocer tuiteros, a olvidar un amor malogrado y a preguntarse qué quería hacer con su vida. No me pondré de odioso a desdeñar las revelaciones existenciales de Lilián y Olga frente a Cuzco-La-Sagrada-Familia-Corrientes-Castillo-de-Praga, pero sí era rechispa que en el TimeLine, debajo de tanta epifanía, Gezeta preguntaba quién le invitaba un desayuno -estaba en la Juárez- o quien le pichaba el café -ahora caminaba por San Angel- y si habría alguno que le ofreciera un sillón para pasar la noche -y que le dijera cómo llegar de Avenida Vallejo a Cuajimalpa-. Porque entonces, el viaje de Gezeta, con todo y lo humilde, era al menos tan complejo e interesante como el de Lilián y Olga: menos kilómetros pero la misma búsqueda, el mismo ejercicio introspectivo y un tanto angustiado, reelaborado en calles, personas, bancas de parque, gente desconocida). </span></i><br />
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El viaje podría, ser, incluso, a la ciudad propia, y eso va más allá del paquete turístico del gobierno: no se trata de jalar mi bicicleta hipster-poco-contaminante para admirar la iglesia perdida en la delegación Iztacalco, tal vez importa más conocer la nevería que está al lado de la iglesia, seguir la ruta del papá y el hijo que compran un agua de cebada, asomarse a lo que dejan ver las cortinas de las casas e imaginar cómo podría ser la vida que ocurre allí. Aprehender el día a día hasta que queda flotando el tono único, ese que sí distingue a un sitio de otro. Quitar los oropeles del folleto para reconocer los matices grises del habitante ajeno al brochazo turístico. De lo que se intuye: capaz el viajero es un ser menos impresionante que como lo pinta su mismo libro de viaje: el viajero auténtico no delira cautivado, se aburre. El viaje real no vive de la sorpresa, sino del hastío. Pero en esa costumbre sin folclor se vislumbra otra realidad, pesada y hermosa, del transcurso de la vida a pesar de su barniz mercadotécnico. Entonces, viajar pierde en espectáculo lo que gana en otra sustancia, más oscura pero también más sugerente.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-1931020566194319972012-03-29T12:34:00.003-06:002012-03-29T12:34:59.287-06:00Paseo al WalmartLa confusión inicia porque usa un gorro de vigilante o policía, lo que le da el aspecto respetuoso de la autoridad. Y no es muy seguido, pero a uno de pronto le da por la generosidad con el prójimo, entonces se le ve en la silla de ruedas, luchando por cruzar la avenida, sudor en las sienes y fatiga en el pecho, y lo sensato fue correr a ayudar.<br />
-Yo puedo solo.<br />
-Déjeme ayudarle.<br />
-Le digo que yo puedo.<br />
-Ya está, lo cruzo y usted sigue.<br />
Y lo llevé al otro lado de la avenida. Y ya lo había dejado ahí cuando volteé y el pobre chocaba las ruedas de su silla contra la acera. Pensé en esos regaños políticos a favor de los discapacitados, me ganó el chantaje civil y regresé.<br />
-¿A dónde va?<br />
-Al Walmart. Ahí dan más dinero.<br />
-Déjeme llevarlo.<br />
-No se moleste.<br />
-Son tres cuadras, además voy al café que está junto.<br />
Lo empujé. Más esqueleto que persona. Más barba a medio crecer que rostro. Ojos con consistencia de ostiones. Labios delgados. El gorro de policía me hizo pensar historias ejemplares, la vida al servicio del cumplimiento de la ley, incluso algún tufo moralino. En eso me dijo:<br />
-Yo si te cogía hasta por las narices.<br />
-¿Perdón?<br />
-Eres de los que me gustan. Morenitos serios. Pero les pasas fierro y se vuelven locos.<br />
Y me miró como catando.<br />
-Claro, más joven, ya no sirves ni para media encamada. Cómo habrás sido a tus dieciocho...<br />
Y me hice el amable, el mundano.<br />
-Le gustan adolescentes, jefe.<br />
-Que sepan poco de la vida, que tengan entusiasmo. Luego se lo chupas, el entusiasmo. Y todas las demás cosas.<br />
Me guiñó el ojo y su gorro de agente de la ley se volvió de Village People.<br />
-Lástima de la sífilis. Por eso estoy así. Aunque todavía al que se deja, se la mamo.<br />
¿Cuánto faltaba para el Walmart? Cuadra y media. Pero si ya había iniciado el camino...<br />
-Antes se las metía. Ya sabiéndome enfermo. Me encantaba. Los estaba cogiendo, se volvían locos, y pensaba: "no sabe los bichos que le estoy metiendo..."<br />
-No suena amable...<br />
-Pero a mí también me lo hicieron. No las mamadas esas de las películas, que te dejan el aviso en un espejo. A mí me lo dijo el cabrón, cuando terminamos: "Ya tienes SIDA". Empecé a golpearlo, me agarró del cuello y volvimos a coger. Todavía lo vi tres o cuatro veces.<br />
-¿Sífilis y SIDA?<br />
-Lo que sé. Ya no he querido más exámenes. Prefiero pensar que soy un misterio.<br />
-Es un tipo indigno.<br />
-Lo sé -volvió a sonreír-, por eso merezco esta silla y estar mendigando. Pero me gusta, ¿sabe? Saber quien he sido. Quien soy. Nadie me cuenta payasadas.<br />
Y justo ahí estábamos cruzando otra calle y mi reacción inmediata fue dejarlo en medio, a la deriva, que lo mate un colectivo al cabrón. Pero también me sentí imbécil. ¿No quiere uno personajes como éste para escribir historias? ¿Y lo dejas a la deriva porque te espanta lo que te está contando?<br />
-Y, ¿como a cuantos... infectó?<br />
-Cuando estás buscando el placer no cuentas, coges. ¿A poco cuentas las veces que te coges a tu esposa?<br />
-No tengo esposa.<br />
-A una puta...<br />
-He ido dos veces con putas.<br />
-¿Putos?<br />
Me vio el gesto, me sonrió compasivo.<br />
-Tú crees que soy repulsivo, yo creo que eres mediocre. Por eso yo estoy en la silla y tú estás solo.<br />
-Usted también está solo.<br />
Pasó las manos por su torso.<br />
-Estoy lleno de mugre. Son recuerdos de chicos que me amaron. ¿Cuánta mugre tienes en el cuerpo tú?<br />
Iba a empezar el inventario mental de novias-esposas-ligues cuando me pareció asqueroso relacionarlas con este bicho. Y ya habíamos llegado al Walmart y ya podía dejarlo solo con su mierda, pero en ese momento él ya tenía el poder.<br />
-Esta esquina no me gusta. Me queda mejor la de allá. Si quisiste ayudar, ayuda bien.<br />
Y lo empujé a la otra esquina.<br />
-Yo podía llegar solo, pero insististe.<br />
-Podría agradecer que alguien le ayude. Apreciar la generosidad.<br />
-Nunca la aprecié, no está en mi naturaleza. ¿Por qué hacerlo ahora?<br />
Obviamente para entonces ya lo odiaba. También le tenía compasión.<br />
Llegamos a su esquina. Todavía cuidé que quedara en una posición cómoda para su limosna.<br />
-Si acabando tu café quieres, vamos a tu casa y te la mamo.<br />
-¿Ya quedó bien? Ahora váyase a la mierda.<br />
-Piénsalo -todavía me dijo-. Acá voy a estar hasta que saque lo del taco.<br />
Y lo he seguido viendo cruzar la avenida con gran esfuerzo, la mayor parte de las veces solo, a veces otro incauto lo empuja. He tenido la tentación de volver a ayudarlo, oír más historias, maravillarme y repugnarme. Pero luego se me ocurre que hay algo épico, pese a lo miserable, en su recorrido. Que su vida está hecha para cruzar con grandes trabajos la avenida. Que debo respetar la fidelidad de su esfuerzo. Esa es su naturaleza.<br />
<br />El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-5318554292279737142012-03-22T02:46:00.001-06:002012-03-22T10:09:02.620-06:00Mad Men: la mirada de Sally Draper<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAcQ2j1wz0-yhLGDLDEU4_GGY_qWXB4BZyA25XuWBp7FomtAsunO76_kBlOYEc0mcCrohp97DJunrXDrH2WoYw9TPoL2F3vWz0jJkUeYwKJSDdS5um0-Zrmh_a6aeAzMB3i6QzTpDA5pBH/s1600/sally-draper.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="284" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAcQ2j1wz0-yhLGDLDEU4_GGY_qWXB4BZyA25XuWBp7FomtAsunO76_kBlOYEc0mcCrohp97DJunrXDrH2WoYw9TPoL2F3vWz0jJkUeYwKJSDdS5um0-Zrmh_a6aeAzMB3i6QzTpDA5pBH/s320/sally-draper.jpeg" width="320" /></a></div>
A muchos les da miedo la mirada de Sally Draper, la hija de Don y Betty, protagonistas de la serie <i>Mad Men</i>. Lo que sabe su mirada podría desbordar el mundo como se conoce. Semeja los ojos de otra chica aterradora, la hija de el Sueco, Merry Levov, que ha descendido al muladar de la indigencia por convicción e ideología, en la novela de Philip Roth <i>Pastoral americana</i>. Ambas se abisman a ese juego salvaje que son los años sesenta, a su experiencia tan vitalista como autodestructiva: a su cima libertaria, de descarnada reinvención y viajes de la conciencia, pero también a su sima de desasosiego, incertidumbre y (qué difícil) a la asunción de un destino propio, que se realiza en cada decisión personal, en orfandad total.<br />
En la mirada de Sally Dreper se condensa el tema y el magnetismo soterrados bajo el despliegue preciosista de la serie <i>Mad Men</i>. Repito la sinopsis que trae cualquier portal de entretenimiento: la historia de un grupo de publicistas, y sus esposas, y sus familias, a lo largo de la década de los sesenta. Ingenioso discurso de género que prefiere la ironía en vez del panfleto, ejercicio de memorabilia conmovedor sobre la cultura gringa, guiones gandallas por sus diálogos pero más por sus sugerencias, y habría que precipitar párrafos elogiando la fuerza de sus personajes y lo sobresaliente de las interpretaciones (y los fans de Don Draper, Joan Holloway o Peggy Olsen abren foros para drenar hormonas), o el cuidado moroso en su dirección de arte: la espléndida reinvención de una época que nos ha llegado de rebote en cine clásico, novelas y cuentos, revistas amarillentas y relatos de los abuelos.<br />
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II<br />
Pero aunque parece lo más atractivo, el fastuoso despliegue de producción no es lo más importante de <i>Mad Men</i>. Junto a él viene una idea que gobierna a toda la serie, la que hace posible la tensión argumental aun con la lentitud de su ejecución. Y semeja a lo que suelen decir los críticos sobre la obra del cuentista Raymond Carver: la inclusión de algo amenazante, terrible, subyacente a la cotidianidad. Parecería sorprendente, pero podría compararse a <i>Mad Men</i> con una novela gótica, donde una sombra inasible constantemente parece precipitarse sobre los brillantes personajes. El humo negro de <i>Lost </i>es una broma idiota frente a lo que no alcanza a definir la mirada de Betty Draper: es la sombra del tiempo que viene sobre los personajes, que el espectador conoce y por eso lo inquieta más, porque los entes de la pantalla lo ignoran. <br />
La serie inicia en 1960, aún con la inercia de la década anterior: con la culminación del <i>american dream</i> que la cándida iconografía de la época resuelve en adquisición de autos, lavadoras y vestuarios primorosos -por lo gallardos para los hombres; por lo ensoñadores para las mujeres-. Es el momento de la familia nuclear (el padre proveedor, la madre administradora, los hijos que se crían para perpetuar los moldes) en un ecosistema de bienes asombrosos (la comparación de cada nuevo electrodoméstico con la ciencia ficción suele ser de risa loca). Universo tan perfecto, que sería blasfemo sugerir su derrumbe. Pero la escena está llena de fisuras, contradicciones, verdades a medias, insatisfacciones apenas maquilladas por la obligación de cumplir con el estereotipo. Es justo en el punto de quiebre de la sociedad occidental como se conocía, cuando el paradigma, en apariencia insuperable, del sueño americano, amenaza desbordarse, las grietas se miran en cada fotografía amorosa de familias que prueban electrodomésticos o miran tele con sus hijos en armonía. La disección de <i>Mad Men</i> se encarga, justamente, de evidenciar las fisuras.<br />
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No es gratuito que el primer capítulo de la primera temporada trate un conflicto en apariencia inocuo, pero que será la primera alerta del cambio de los tiempos: cuando un reporte del Selecciones del Reader Digest's confirme el daño del tabaco a la salud y y lo acuse de potencial causante de cáncer. Agobiado, Don Dreper debe crear una campaña publicitaria para Lucky Strike que revierta la noticia. Desde aquí se va marcando la amenaza con la que irán viviendo los personajes a lo largo de la historia. La perversión está en que ellos no saben qué enfrentarán en los años venideros. Los espectadores, desde nuestra perspectiva histórica, sí reconocemos el desmantelamiento de sus formas de vida y la instauración de una nueva sociedad, a la que ellos deberán adaptarse o aceptarse rebasados. Viene el rock, los hippies y la contracultura, el feminismo, los derechos civiles de los negros, la guerra de Vietnam, liberación sexual, la desintegración de la familia tradicional, la conquista del espacio, el advenimiento de un hedonismo igualitario -en consecuencia, escandaloso- que contrasta con la doble moral que practican los varones y toleran las mujeres. La agencia de publicidad Sterling & Cooper no será la misma en la primera temporada que cuando termine la historia (siete temporadas, según ha anunciado su creador Mathew Weiner). Los hombres de traje y sombrero Stetson que toman su trago de whisky en la oficina y fuman a la menor provocación, las secretarias sumisas, casi decoración de lobby, serán rebasados por una generación que los observa agazapados, que poco a poco deja sentir su presencia en la serie.<br />
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<i>Mad Men</i> es la apología nostálgica del mundo de los abuelos, pero también es una morosa elegía a ese universo en el que la virilidad y la feminidad fungían como valores absolutos, y que paulatinamente irán siendo cuestionados y devastados ante las ideas de quienes les sucedan. Sin saberlo, el genio creativo Don Draper, sus jefes Roger Sterling y Bert Cooper, el advenedizo Pete Campbell y la etérea Betty Draper, se irán convirtiendo en seres anquilosados mientras perpetúan su presente de aparente perfección. <i>Mad Men</i> semeja entonces una travesía sinuosa, un malestar latente, que se va desgranando y confronta a los personajes a los límites de vivir al borde de los tiempos. ¿Los personajes mejor preparados para ese cambio? La secretaria ascendida a <i>copywriter </i>Peggy Olsen, los hijos de Don Draper, la empoderada jefa de secretarias Joan Holloway y otros secundarios.<br />
Pero si esta amenaza de los nuevos tiempos es el gran tema de <i>Mad Men</i>, su ejecución está revestida de humor. La perspectiva histórica hace posible la ironía, los hábitos y costumbres que ellos viven como cosa cotidiana al espectador contemporáneo le provoca risas por su absurdo, su anquilosamiento o su crueldad.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzkD-7ykevXy8pugDdI1eXGxp60eGYxOqrnkCHZxjSe4K4b5evLji60h699NybsYbDmCv-ps06cHejH1_BblCBHLqhuxiEVHkv4Npw0Skv6n0kYMQ_UMsncpovMmSVlbh9Axg0bcxvWBRK/s1600/roger-sterling-vest-lg-79335198.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzkD-7ykevXy8pugDdI1eXGxp60eGYxOqrnkCHZxjSe4K4b5evLji60h699NybsYbDmCv-ps06cHejH1_BblCBHLqhuxiEVHkv4Npw0Skv6n0kYMQ_UMsncpovMmSVlbh9Axg0bcxvWBRK/s320/roger-sterling-vest-lg-79335198.jpg" width="240" /></a></div>
III<br />
<i>Mad Men</i> también hace suyas distintas tradiciones literarias y cinematográficas norteamericanas. Los recuerdos de Don Draper parecen sacados de las novelas de Faulkner, las andanzas de Peggy están cerca del Truman Capote contracultural, el universo de Betty Draper alude a John Cheever, la personalidad de Don parecería tomar prestada la de<i> El Gran Gatsby </i>de Fitzgerald, y algunas aventuras de los personajes se enmarcan en escenarios que corresponden a los grupos beatniks, existencialistas o de la contracultura warhorliana; mientras que las coreografías, las iluminaciones, los encuadres, dialogan con el melodrama, el <i>screwball </i>y hasta la comedia musical clásicos norteamericanos. Pero además, el poder de la alusión, el planteamiento de escenas que sugieren más de lo que dicen, también avientan su lazo hacia los cuentos contenidos de Richard Yates y su alumno destacado, el antes mencionado Carver. En <i>Mad Men</i> se condensa la cultura norteamericana del siglo XX, guiña hacia el pasado y hasta nuestros presente, es una <i>summa </i>narrativa equivalente a la trilogía <i>U.S.A.</i> de John Doss Passos, pero -y ahí la novedad- concebida para un auditorio de televisión. Si no existieran antes<i> Los Soprano</i>, si no pidieran su turno otras series como<i> Roma</i> o <i>Boardwalk Empire</i>, si no se pararan de pestañas los Lost-fans, podría presumirse a <i>Mad Men</i> como la primera serie de televisión de autor. Y sin quitar su peso a los otros proyectos, éste gana desde la necedad suprema de Mathew Weiner, su demiurgo, que ha debido pelear férreamente con las televisoras para conseguir las condiciones ideales para lograr una obra perfecta en cuanto a valores de producción.<br />
La misteriosa mirada de Sally Draper es la contraparte a la angustiosa caída del hombre de corbata (¿Don Draper, se vale intuir?) que abre cada programa. Son dos formas distintas de experimentar la vida: la de Don, el vértigo del éxito; la de Sally, la incertidumbre de la libertad. Entre estas coordenadas transitan los publicistas, y las esposas, y las familias, de los madmens. A lo largo de siete temporadas -el siguiente domingo 25 de marzo inicia la quinta- se recorren los años sesenta, esos que tanto terror le causan a Roth, y que tanto inspiran a Dylan, Warhol, Joplin, Sontang: los nuevos madmen que vigilan agazapados.<br />
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TAMBIÉN<br />
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<li>El tema da para tanto que seguro habrá más posts de <i>Mad Men</i> porque ahora es inevitable esa sensación de quedarse corto en el comentario.</li>
<li>El post va dedicado a la Ana, a la Virjinia, a la Lilians y algunas otras personas con quienes hemos compartido la pasión <i>Mad Men</i> y que estamos muy nerviosos por lo que ocurrirá el siguiente domingo.</li>
<li>Yo quería escribir más o menos lo que <a href="http://laotraisla.com/2012/03/13/604/#respond" target="_blank">acá </a>hizo mejor y con más gracia Lilians.</li>
<li>En otro post hago una lista más sabrosa de las muchas páginas y de las muchas formas (ropa, códigos de conducta, bebidas, modelo de negocios, filosofía empresarial) en que han recreado el interés por <i>Mad Men</i>. Que acaso confirme el exceso: <i>Mad Men</i> es un mundo que rebasa los casi 50 minutos, que nos está atañiendo de manera más profunda de lo que imaginamos.</li>
</ul>
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<br />El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-53784067182295910712012-03-15T11:55:00.000-06:002012-03-15T12:12:27.228-06:00Esquema para un post que algún día escribiré sobre Luis Miguel<ul>
<li>Iniciar que hace semanas hubo en tuiters un hashtag aguachentito celebrando los 30 años de carrera de Luis Miguel, que me di cuenta cuán hipster soy porque prácticamente nadie de mi TL lo usó, pero que la efeméride fue como una magdalena proustiana sabor grito destemplado de Malagueña Salerosa:</li>
</ul>
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<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/xBAuU6wpvqA?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>
<ul>
<li>Después vendría ese párrafo insustancial pero evocativo que explica que todos en México, desde los nacidos en los setenta hacia delante, tenemos alguna relación con Luis Miguel.Odio y admiración, calzones de niñas mojaditos y desdenes de machos envidiosos, todos conocemos aunque sea la trivia básica de dos o tres de sus novias y por mucho que lo neguemos ciertas noche de briaga hemos cantado alguna de sus canciones.</li>
<li>Seguiría la descripción con risa loca de esos años pubertos en que Luismi usaba pantalones entubados ultragay muy Freddy Mercury, después el post debería amodorrarse en describir su evolución hasta llegar al personaje que es hoy, y que debe haber creado hacia finales de los ochenta e inicio de los noventa: el traje elegantísimo, los modales educados, contenidos, la sonrisa amplia, tan hueca como llena de esperanzas.</li>
</ul>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHd3L__0WWd8fXuOs4LKRd0Nas1U-_pnzQyRQOHNB6BAW3rc59eIFHKq5qEh9xy18UTq7ki6ttSJII1fGsNfMNUWG3737c3qmkQK_1BjaNcV-xhdNULYdJm-zupNrskuG9IX9Z7AMLrUDj/s1600/nino4.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHd3L__0WWd8fXuOs4LKRd0Nas1U-_pnzQyRQOHNB6BAW3rc59eIFHKq5qEh9xy18UTq7ki6ttSJII1fGsNfMNUWG3737c3qmkQK_1BjaNcV-xhdNULYdJm-zupNrskuG9IX9Z7AMLrUDj/s320/nino4.jpg" width="242" /></a></div>
<ul>
<li>Para darle cierto gustito morboso, recordar aquellos rumores no confirmados y más bien diluidos (lo cual deben hacerlos enormemente ciertos) de la golpiza que mandó darle el presidente Salinas de Gortari porque se puso a galantear a su hijita, que supuestamente lo tuvo hospitalizado unas buenas semanas y que acaso sea lo que motivó su ostracismo posterior. No poner en el post (ni modo) otro bonito chisme: que en el Colegio de México está su biografía, la que escribió Claudia de Icaza, y que es de los libros que más sacan los colmequitas para hacerse los eclécticos.</li>
<li>Hasta acá empezaría la sustancia del post, pero acá también me trabaría porque qué chocante lanzar la pregunta tipo Historias Engarzadas: ¿Qué simboliza Luis Miguel? Desdeñar (¿o desarrollar?) la respuesta obvia: que es el crooner mexicano, el epígono mejor logrado en América Latina de Frank Sinatra, o Elvis Presley, o ya jodidos Julio Iglesias (y hasta hizo<a href="http://youtu.be/o47GW7P9D_M" target="_blank"> un videoclip</a> donde parece su hijo no reconocido) (y aquí no viene al caso agregar que las alpargatas sin calcetines de Julio Iglesias siempre me han dado asquito). Insistir que ni la gran habilidad coreográfica de Ricky Martin o Chayanne, o la intuición animalesca de Sandro de América, cuantimenos los Jefes, pero siempre demasiado ñores, de José José, José Luis Rodríguez El Puma o el vanguardista de a mentiritas de Emmanuel, lograron reunir ese balance perfecto entre la elegancia, la gallardía, el virtuosismo vocal y su atractivo (dicen) superlativo (califican). </li>
<li>Pasar rápido por su música pop, tan efectiva porque es justamente predecible y respetuosa del molde, como por sus boleros, asépticos y por eso tan recomendables para ambientar cualquier oficina. ¿Valdría la pena sugerir que la carrera de Luismi viene de la mano del desarrollo de la tecnocracia, más joven que los yuppies pero coetáneo de los panistas itameros, sonrisa de fluoruro trimestral, bronceado de weekends caribeños, cortes de pelo tan perfectos como la infalibilidad de sus valores y convicciones? ¿Y que de los distintos modelos-símbolos-estereotipos que se han seguido en México -Pedrito, tan campechano, Tin-Tán, tan gandalla; borrachín pero existencialista, el José Alfredo, borrachín pero sentimental, José José- Luis Miguel es quien más arriba deja la vara, porque los otros apelaban a la autocompasión, la bonhomía, la granujada, la mediocridad, el fatalismo, pero ninguno a la perfección por default?</li>
<li>Y sin embargo valdría hacer el contrapunto, resaltar que la apostura de Luis Miguel va acompañada de trágicos enigmas -el paradero de la madre, la ambigüedad de sus amoríos, lo reservado de sus aficiones (¿le gusta el futbol? ¿A qué equipo le va? ¿Qué música prefiere? ¿Tiene alguna opinión política? ¿Un grupo de rock favorito? ¿Algún escritor?)- que parecerían requisito para su éxito. Luis Miguel no participa de los programas de variedad habituales, solamente hace conferencia de prensa cuando saca un disco, y con preguntas debidamente tamizadas para evitar meterlo en aprietos; Y aquí podría deslizarse la cizañosa cizaña: ¿y qué tal que más que enigma, lo que Luis Miguel cuida es una carcaza detrás de la cual no hay absolutamente nada? </li>
<li>Y en este momento el post debería encarnizarse en la pobreza de personalidad que se esconde tras el fasto de personalidad que exhibe Luis Miguel. Hay que revisar en youtube sus entrevistas para reconocer a un interlocutor pobre, de frases acartonadas y poco inteligentes, sin mucha idea de un concepto musical (porque las trompetas de sus arreglos, estilo comercial de la Secretaría de Turismo de Guerrero, nomás no da para armar demasiadas ideas), cariños y bendiciones al público pero rara vez una reflexión que trascienda su compromiso de maniquí cantante. No importa, dirían sus fanses, canta como los dioses y puede hacer lo que sea porque finalmente es Luis Miguel. Puede sentarse cómodamente en sillones de ratán, cruzar la piernita con casimir de lo más cuco, eludir preguntas y escoger las que combinen con el diseño de su enigma, porque eso es Luis Miguel: como en pocos cantantes, en el se decanta al máximo el concepto de diseñar un artista. Es la perfección que conjunta músicos, compositores, cirujanos plásticos, dermatólogos, expertos en modas y en técnicas de bronceado, nutriólogos, estrategas de la comunicación, escenógrafos e ingenieros de sonido, moldeando y afinando con detalle un objeto hueco, sonriente, tan afinado como impersonal en su ejecución vocal, incapaz de tropezarse pero diestro en alzar la patita salvajemente (¡nomás no te me descoyuntes, Luis Miguel!) cuando cierra su show espectacular con No Culpes A La Noche Será Que No Me Amas. </li>
<li>Y sin embargo, cuando está forzado a participar con un interlocutor más maleable, hagamos de cuenta <a href="http://youtu.be/y6SlWd7waaY" target="_blank">Adal Ramones en entrevista que se quería chispa y quedó más bien sosa</a>, Luis Miguel no sabe cómo hacer crecer los chistes que el otro siembra: mira nervioso al lado, seguro preguntándole a algún asistente cómo salir elegante del reto (tampoco sobresaliente) que le impone el entrevistador. Y se ríe exagerado, y juega la mano sobre la rodilla ansioso, no sabe cómo seguir siendo él ni cómo complacer la necesidad de humor del otro. Entonces describir cómo, cuando por fin recupera cierta calma, lo único que se alcanza a reconocer en su mirada es angustia. </li>
<li>Y aquí creo que se desviaría el post a cosas que no tienen que ver pero me quedaría con la espinita de no mencionarlo: Luis Miguel como centro -o actualización- de esa figura reconocible en las clases altas: el lagartijo, el junior, el pirrurris, el niño Ibero, que no por nada se ha rebautizado como el Mirrey (de Luis Mirrey), con <a href="http://www.mirrreybook.com/" target="_blank">página </a>que ha evolucionado de la burla al orgullo y vuelve (oh, los giritos posmodernos) jactancia lo que se quería mostrar como grotesco. Comentario que podría pasar por frívolo de no ser porque el candidato del PRI a la presidencia de México es justamente otro producto decantado del mirreyazgo. Si se quiere interpretar los errores personales, pero el éxito mercadotécnico que será Peña Nieto, deberá espejearse constantemente con el ídolo de Las Incondicionales (y ya sería rizar mucho el rizo hacer la equivalencia: entre aquella Incondicional que Luis Miguel "no supo amar no sé por qué" y la disculpa desdeñosa del candidato por "no ser la señora de la casa"). (ya luego aviéntate otro post: los electores de Peña Nieto como Las Incondicionales, las mismas de ayer, las que no esperan nada, etc.)</li>
<li>Más romántico evocativo -por ser lo más humano que he sabido del artista- alguna anécdota que ya no recuerdo dónde me contaron: que en las madrugadas, en el estacionamiento de un centro comercial de Acapulco, el divo le pedía permiso al vigilante para andar un rato en bicicleta. Llegaba de sudadera con capucha para no ser reconocido, por supuesto que el vigilante pronto se hizo cómplice y permitió que el otro diera vueltas, solo, entre los cajones vacíos de los autos. </li>
</ul>
<div>
Y ya, por puro morbazo, terminaría con el que creo el producto más decantado (aunque es cierto, ya un poco cliché) del síndrome Luis Miguel:<br />
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<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/Vbg2-1FncpA?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>
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Algo así sería el post. Un día me pondré.<br />
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<br /></div>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-17069525833907876572012-02-10T10:36:00.001-06:002012-02-10T11:02:38.867-06:00HI5, Facebook, Twitter, Blog. Debrayes de madrugada.En la madrugada me serví un whisky, prendí otro cigarro, cantaba Spinetta, siguió lo habitual, tuitear. Y entonces fueron saliendo algunas ondas interesantes. Ahora las junto, y bueno, ya se ve en ellas de qué tratan.<br />
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a veces creo que Facebook, Tuiter y todas esas zarandajas influyeron negativamente para la decadencia de los chats sexosos</div>
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<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328861707000" title="2:15 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167884285985046528">
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en los lejanos 90 se creía
que los internautas eran solitarios gordos salvajes oscuros. No lo
éramos en real pero nos gustaba pensarnos así</div>
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<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328861951000" title="2:19 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167885308673798144">
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uno se conectaba y entraba a un tugurio, con los clichés que le siguen: lo tenebroso, prohibido, temerario, solitario, íntimo</div>
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<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328862039000" title="2:20 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167885677155975168">
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las redes sociales transformaron el callejón oscuro en plaza pública,</div>
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<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328862123000" title="2:22 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
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el HI5 todavía era buen lugar: congal de mal gusto con nenorras impúdicas mostrando sus carnes</div>
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el HI5 todavía tenía el
cochambre del gozo irresponsable, la falta de etiqueta, el piropo
gandalla, el privado para armar hotelazo</div>
</div>
<div class="tweet-row">
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<span class="tweet-actions js-actions" data-tweet-id="167886479224356864"><span class="tweet-action action-favorite"><a class="favorite-action js-toggle-fav" href="https://twitter.com/#" title="Favorito"></a></span><a class="reply-action js-action-reply" data-screen-name="rufianmelancoli" href="https://twitter.com/#" title="Responder"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a></span>
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la simple cláusula de Facebook de decidir a quien aceptas o no como amigo cambió todo: obligó a la civilidad</div>
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Con el Facebook llegó la etiqueta a la red. Y la ostentación. Y la doble moral. Y la obsesión de ser.</div>
</div>
<div class="tweet-row">
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<span class="tweet-actions js-actions" data-tweet-id="167886918309265408"><span class="tweet-action action-favorite"><a class="favorite-action js-toggle-fav" href="https://twitter.com/#" title="Favorito"></a></span><a class="reply-action js-action-reply" data-screen-name="rufianmelancoli" href="https://twitter.com/#" title="Responder"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a></span>
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</div>
<div class="tweet-row">
<div class="tweet-text js-tweet-text">
la evolución del chat
populachero al HI5 vulgarzón al Facebook pretencioso, es como
transformar una aldea en ciudad en salón de tertulia</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167887311592366081">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328862428000" title="2:27 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<br />
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</div>
<div class="tweet-row">
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en medio de todo eso está un momento idílico, casi hippie, un breve ateneo: los blogueros.</div>
</div>
<div class="tweet-row">
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<span class="tweet-actions js-actions" data-tweet-id="167888157809983489"><span class="tweet-action action-favorite"><a class="favorite-action js-toggle-fav" href="https://twitter.com/#" title="Favorito"></a></span><a class="reply-action js-action-reply" data-screen-name="rufianmelancoli" href="https://twitter.com/#" title="Responder"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a></span>
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</div>
<div class="tweet-row">
<div class="tweet-text js-tweet-text">
el bloguero tenía algo qué decir: su borrachera, su vacío, su película, su domingo, su amor mal llevado, su paseo callejero</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167888417441587200">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328862692000" title="2:31 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167888417441587200">
</a> <br />
<br />
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</div>
</div>
<div class="tweet-row">
<div class="tweet-text js-tweet-text">
leíamos, comentábamos, nos
coqueteábamos entre halagos excesivos. Pero leíamos y creíamos que era
importante lo que escribía el otro</div>
</div>
<div class="tweet-row">
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167888844346228736">
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</div>
<div class="tweet-row">
<div class="tweet-text js-tweet-text">
ninguna arrogancia más
sustanciosa que la de un club de blogueros. Cuando llegaban los primeros
tuiteros parecían demasiado simples.</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167889035124150272">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328862839000" title="2:33 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<br />
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</a><br />
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</div>
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</div>
</div>
<div class="tweet-row">
<div class="tweet-text js-tweet-text">
El tuitero no piensa mucho
pero se le ocurren demasiadas cosas. El bloguero se hizo lento ante la
fascinación del reconocimiento inmediato.</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167889316532600832">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328862906000" title="2:35 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167889316532600832">
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</a><br />
<br />
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</div>
</div>
</div>
<div class="tweet-row">
<div class="tweet-text js-tweet-text">
el blog debió
especializarse. Ya no interesa otro post de una borrachera, un paseo en
el centro, un amor malhabido. Ahora eso se tuitea</div>
</div>
<div class="tweet-row">
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</div>
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<img alt="Rufián Melancólico" class="user-profile-link js-action-profile-avatar" data-user-id="21470940" height="48" src="https://twimg0-a.akamaihd.net/profile_images/1813960118/tango2_normal.jpg" width="48" />
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<div class="tweet-row">
<div class="tweet-text js-tweet-text">
El blog se volvió autopromoción de habilidades, obsesiones: cine, gadgets, literatura. Se murió el blog vivencial.</div>
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<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863094000" title="2:38 am, feb 10">hace 7 horas</span>
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<span class="tweet-actions js-actions" data-tweet-id="167890103530815488"><span class="tweet-action action-favorite"><a class="favorite-action js-toggle-fav" href="https://twitter.com/#" title="Favorito"></a></span><a class="reply-action js-action-reply" data-screen-name="rufianmelancoli" href="https://twitter.com/#" title="Responder"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a></span>
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pero con la muerte del blog
vivencial, murió la expresión meditada de su autor. Capaz y es mejor,
llegó a hartar tanto confesionario</div>
</div>
<div class="tweet-row">
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167890556939280384">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863202000" title="2:40 am, feb 10">hace 7 horas</span>
</a>
<span class="tweet-actions js-actions" data-tweet-id="167890556939280384"><span class="tweet-action action-favorite"><a class="favorite-action js-toggle-fav" href="https://twitter.com/#" title="Favorito"></a></span><a class="reply-action js-action-reply" data-screen-name="rufianmelancoli" href="https://twitter.com/#" title="Responder"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a></span>
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<img alt="Rufián Melancólico" class="user-profile-link js-action-profile-avatar" data-user-id="21470940" height="48" src="https://twimg0-a.akamaihd.net/profile_images/1813960118/tango2_normal.jpg" width="48" />
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<span class="tweet-full-name">Rufián Melancólico</span>
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aunque puedo asegurar que entusiasmaba más <a class=" twitter-atreply pretty-link" data-screen-name="plaqueta" href="https://twitter.com/#%21/plaqueta" rel="nofollow"><s>@</s><b>plaqueta</b></a>, la jefa del blog vivencial, que lo que ahora nos causa alguna tuitera maso guapa</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167891068384321536">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863324000" title="2:42 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863324000" title="2:42 am, feb 10"> </span><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167891068384321536">
</a><br />
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<img alt="Rufián Melancólico" class="user-profile-link js-action-profile-avatar" data-user-id="21470940" height="48" src="https://twimg0-a.akamaihd.net/profile_images/1813960118/tango2_normal.jpg" width="48" />
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<span class="tweet-full-name">Rufián Melancólico</span>
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yo sigo más intrigado por saber dónde comía <a class=" twitter-atreply pretty-link" data-screen-name="plaqueta" href="https://twitter.com/#%21/plaqueta" rel="nofollow"><s>@</s><b>plaqueta</b></a> sus tortas de queso blanco, que de los check-in de forsquare de cualquiera</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167891483549114369">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863423000" title="2:43 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863423000" title="2:43 am, feb 10"> </span><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167891483549114369">
</a><br />
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<img alt="Rufián Melancólico" class="user-profile-link js-action-profile-avatar" data-user-id="21470940" height="48" src="https://twimg0-a.akamaihd.net/profile_images/1813960118/tango2_normal.jpg" width="48" />
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<span class="tweet-full-name">Rufián Melancólico</span>
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en tuiter hacemos los mismos
posts que en el blog, pero fragmentado, inmediato, puntual. De hecho,
todo esto que escribo es un post de blog</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167892378521313280">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863636000" title="2:47 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<br />
<div class="tweet-image">
<img alt="Rufián Melancólico" class="user-profile-link js-action-profile-avatar" data-user-id="21470940" height="48" src="https://twimg0-a.akamaihd.net/profile_images/1813960118/tango2_normal.jpg" width="48" />
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pero es un mañoso y
vergonzoso post que vive al pendiente del mention de cada 140
caracteres, por eso carece de sustancia. Caza lo inmediato</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167892597690482688">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863689000" title="2:48 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167892597690482688">
</a><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167892378521313280">
</a><br />
<br />
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<div class="tweet-text js-tweet-text">
Tuiter no mató al blog. Lo
mataron los favs. Y el mito del favstar. Una frase acertada, 569 favs,
fotos de niñas guapas que me califican</div>
</div>
<div class="tweet-row">
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167893078122823681">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863803000" title="2:50 am, feb 10">hace 7 horas</span>
</a>
<span class="tweet-actions js-actions" data-tweet-id="167893078122823681"><span class="tweet-action action-favorite"><a class="favorite-action js-toggle-fav" href="https://twitter.com/#" title="Favorito"></a></span><a class="reply-action js-action-reply" data-screen-name="rufianmelancoli" href="https://twitter.com/#" title="Responder"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a></span>
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para qué quiero meditar dos horas una idea de blog, cuando en medio minuto puedo conseguir las sonrisas de 30 tuiterilas?</div>
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167893280678350848">
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328863852000" title="2:50 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<br />
<div class="tweet-image">
<img alt="Rufián Melancólico" class="user-profile-link js-action-profile-avatar" data-user-id="21470940" height="48" src="https://twimg0-a.akamaihd.net/profile_images/1813960118/tango2_normal.jpg" width="48" />
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Y ahora es tumbrl. Ilustraciones, mucha forma, sorpresa visual. Textos cortos, en otro idioma porque ostento más.</div>
</div>
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<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328864210000" title="2:56 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328864210000" title="2:56 am, feb 10"> </span><a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167894785913389056">
</a><br />
<div class="tweet-image">
<img alt="Rufián Melancólico" class="user-profile-link js-action-profile-avatar" data-user-id="21470940" height="48" src="https://twimg0-a.akamaihd.net/profile_images/1813960118/tango2_normal.jpg" width="48" />
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El tumbrl es forma. Es adivinanza. Es eclecticismo cínico. Es comercial sin marca.</div>
</div>
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<span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328864530000" title="3:02 am, feb 10">hace 7 horas</span></a><br />
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167896125372768256">
</a><br />
<br />
Alguna vez le dije a Alberto Chimal que bien se podría escribir una novela sobre el mundo virtual, pero sin ostentaciones cyber o trampas de contraseñas para descubrir misterios. Una novela sobre cómo han ido transitando las experiencias de alguien en internet, cómo ha transcurrido el tiempo y evolucionan las relaciones. Si hubiera que hacer un esquema rápido y a vuelo, sería lo anterior, con algunas ideas más. A lo mejor ya vamos llegando al tiempo que la experiencia personal, subjetiva, del internet, va permitiendo el experimento proustiano. O no. A seguirlo imaginando.<br />
<br />
El agradecimiento va para Jordy que sugirió juntar estas necedades en un post. Creo que hasta se ve chido, jefe. Y ya, comenten, como en los viejos tiempos. <br />
<br />
<div class="js-stream-item stream-item" data-item-id="167885308673798144" data-item-type="tweet" media="true">
</div>
<a class="tweet-timestamp js-permalink" href="https://twitter.com/#%21/rufianmelancoli/status/167884285985046528"><span class="_timestamp js-tweet-timestamp" data-long-form="true" data-time="1328861707000" title="2:15 am, feb 10"></span> </a><span class="tweet-actions js-actions" data-tweet-id="167884285985046528"><span class="tweet-action action-favorite"><a class="favorite-action js-toggle-fav" href="https://twitter.com/#" title="Favorito"></a></span><a class="reply-action js-action-reply" data-screen-name="rufianmelancoli" href="https://twitter.com/#" title="Responder"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a><a class="delete-action js-action-del" href="https://twitter.com/#" title="Borrar"></a></span><br />
<div class="tweet-row">
</div>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-16064547622420244862011-11-19T00:16:00.001-06:002011-11-19T00:40:19.948-06:00Daniel Sada y el deseo de poblar el desierto<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE-09r88UBoT5lnnx5Zgbd4RvoA-9y-TMaJAiQVxE_mMkcOb7SOgRZnedsM_PjGuOcyyDw5s-8ZpbXv4bRvcaDcXx-NRlPeuV5kdjtSyx8ni6HXxgxeErYq1UDMNkNPVbvdtOjUb6AN1wI/s1600/Daniel_Sada_imagen_archivo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE-09r88UBoT5lnnx5Zgbd4RvoA-9y-TMaJAiQVxE_mMkcOb7SOgRZnedsM_PjGuOcyyDw5s-8ZpbXv4bRvcaDcXx-NRlPeuV5kdjtSyx8ni6HXxgxeErYq1UDMNkNPVbvdtOjUb6AN1wI/s320/Daniel_Sada_imagen_archivo.jpg" width="235" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: medium;">Puede parecer tan oportunista como azorado, pero vale hacer homenajes a quienes te han formado. Con Daniel Sada tomé taller durante cinco meses, más que darme elementos técnicos específicos sobre el arte de la novela, me dejó una visión y un espíritu que todavía ahora podría ser chocante, y es la de pensar en el oficio de novelista como un ejercicio de tramas, de historias, en las que la floritura del lenguaje podía ser agradecible pero no necesario. Y qué raro, que justamente un estilista tan puntilloso como él tuviera esa posición. Le gustaba hacer argumentos. "Tienes una pareja, tendrán un hijo, al mismo tiempo él es promovido a un cargo en su trabajo de dirección general que lo hace viajar. ¿Qué piensa la mujer de esto? ¿Qué sacrificio sería peor para él? ¿Dejar a la esposa y lanzarse a sus viajes, o renunciar al cargo y concentrarse en ser padre? En esas preguntas está la novela".</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: medium;"> Se burlaba de los relatos breves, a pesar de que él también los hizo. Le parecían filigranas exquisitas, juegos de ingenio, pero que no aportaban mayor trascendencia al arte de contar historias. Su pasión era la novela: la trama, el argumento, escudriñar la condición humana y llevar ese escrutinio a sus últimas consecuencias. También me confirmó la fascinación hacia John Irving, "un Charles Dickens enriquecido por la introspección del siglo XX", algo así dijo. </span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: medium;">Lo debí entrevistar hacia la primavera de 2002, cuando todavía estaba terminando su novela <i>Luces artificiales</i>. Fue en el Sanborns de los Azulejos. Más que generoso, estaba interesado en platicar de literatura, en insistir en sus dichos, en confirmar una poética personal --- de las más personales de la narrativa mexicana de todos los tiempos. Después me firmó <i>Porque parece mentira la verdad nunca se sabe </i>y ahora me dio mucha vergüenza correr al librero y volver a revisar esa dedicatoria, esa sí más generosa que justa. </span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: medium;">La entrevista se publicó en un portal que se llamó Literature World, no sé si siga existiendo. Ahora le doy vulgar copy-paste, sin revisar edición ni cuidar insensateces que uno hace al entrevista a alguien tan genial como Sada. Como suelen decir los escritores afectados: los errores de la entrevista son míos, si hay algún acierto, es del genio de Daniel. Y qué triste que se nos vaya una de las plumas más importantes de nuestra narrativa. Que no descanse en paz: que siga en la tensión enriquecedora de crear tramas, personajes, lenguaje, donde quiera que vaya. </span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: medium;"><b>Daniel
Sada: el deseo de poblar el desierto. </b></span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: small;"><span style="font-size: small;">Con
</span><span style="font-size: small;"><i>Porque parece mentira la verdad nunca se sabe</i></span><span style="font-size: small;">
(1998), Daniel Sada se ha convertido en el nuevo clásico de nuestra
narrativa. En su gran epopeya lingüística del pueblo de Remadrín
confluyen las más diversas escuelas: el lenguaje de Lezama Lima, los
temas de Rulfo, los personajes de Faulkner, las preocupaciones de una
literatura norteña que en autores como Cornejo, Croshwaite, Parra o
Toscana está dando sobradas muestras de su riqueza. Esta posición
de Sada como autor consagrado obliga a la relectura de su obra. De
ahí la pertinencia con que Tusquets reedita su novela </span><span style="font-size: small;"><i>Albedrío</i></span><span style="font-size: small;">
(1989), y que motiva la siguiente charla.</span></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="western" lang="es-MX">
<b>El lector trashumante</b></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="line-height: 150%;">
—<span style="font-size: small;">Cómo
inicia tu contacto con la literatura?</span></div>
<div class="western" lang="es-MX">
—En mi familia no se leía, un
libro era una rareza. Yo empecé a interesarme en la literatura
porque mi maestra de primaria tenía una biblioteca muy completa de
autores clásicos y a mí me apasionó. Por eso, al mismo tiempo que
aprendí a leer y escribir, aprendí literatura y sobre todo métrica.
En ese entonces componía poemas con métrica, tengo muchos cuadernos
de esa época.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Pero también había una actitud
trashumante en tu familia, viviste en varios pueblos y ciudades del
norte.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Viví en Coahuila hasta los
catorce años, después en Ciudad Victoria, Ciudad Mante, Sacramento,
General Zepeda (un pueblo de Coahuila) y finalmente México. A mi
padre le gustaba moverse.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Era como los húngaros.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Era un húngaro simulado. Después,
yo por mi cuenta seguí viajando. Estuve en Culiacán, Los Mochis,
México, París, Torreón, Zacatecas, San Miguel de Allende, y desde
1993 vivo permanentemente en México. Ha sido mi periodo más largo
en esta ciudad.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Cuándo empezaste a ejercer
formalmente la literatura?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Yo siempre he tenido a la
literatura como una afición, nunca me propuse hacer una carrera de
escritor. Quizá ahora vivo un poco de esto por los cursos y los
talleres, pero para mí cada libro representa un nuevo reto, es como
si empezara desde el principio.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
<br /></div>
<div class="western" lang="es-MX">
<b>Obra de juventud</b></div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Tu primera obra en prosa es <i>Lampa
vida</i>, de 1980 ¿cómo la ves a sus treinta años?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Ahora no la reeditaría, para mí
es una obra de juventud. Es un libro que trabajé con Juan Rulfo y
Salvador Elizondo en el Centro Mexicano de Escritores. Allí todos le
dieron el visto bueno, pero me rechazaron en cinco editoriales,
incluso con sus recomendaciones. Finalmente Premià la aceptó, pero
aun Fernando Tola la publicó con dudas. El libro no circuló mucho,
pero sí tuvo mucho cuadro crítico.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Qué se decía de <i>Lampa vida</i>?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Que era poética, barroca,
imbricada, críptica y con un asunto muy sencillo; que estaba en
endecasílabos; pero llamó la atención porque era a contracorriente
de lo que se estaba haciendo, de hecho yo siempre le rehuyo a las
modas, me dan pavor.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Y Rulfo y Elizondo qué
atributos le encontraban?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Elizondo estaba deslumbrado y
Rulfo reconocía el esfuerzo literario, pero no estaba seguro de cómo
iba a recibirme la gente. Él dudaba mucho.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Pero Rulfo y tú tienen mucha
afinidad.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—No, porque Rulfo es seco, árido,
despojado de ornamentos, y yo al revés, trato de poblar el desierto
de palabras, visiones y sensaciones. Rulfo quita palabras y limpia;
yo pongo y pongo palabras. En el espíritu tal vez podríamos
coincidir, nuestras sensibilidades son correspondientes, la
percepción y la lógica de pensamiento también, pero Rulfo es un
clásico de la literatura y yo ni por equivocación podría
equipararme con él.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
<br /></div>
<div class="western" lang="es-MX">
<b>El cuento y sus fórmulas</b></div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Después viene el libro de cuentos
<i>Juguete de nadie y otras historias</i>. Noto que tus cuentos van a
contracorriente del canon, no pretenden circularidad, finales
sorpresas o cerrar expectativas. Tus cuentos más bien parecen
distenderse.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Después de <i>Lampa vida </i>me
dediqué mucho al cuento, pero veía que cae en fórmulas
constantemente, ha tenido muy poca evolución, todos usan más o
menos las mismas premisas: planteamiento, desarrollo y final, la
fórmula típica de Maupaussant. Escribí <i>Juguete de nadie</i> por
influjo de estas lecturas, pero en realidad quería escribir novela,
porque me parece el territorio por excelencia para la
experimentación, pues cada nueva novela es una refutación contra el
arte de novelar. Aprecio mucho el cuento pero a veces tengo la
tentación de escribirlos buscando otra estructura, y siento que los
exégetas del cuento me van a vituperar.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
<br /></div>
<div class="western" lang="es-MX">
<b>La escritura en </b><i><b>Albedrío</b></i></div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿En qué contexto escribiste
<i>Albedrío</i>?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Yo tenía un trabajo burocrático
que me absorbía todo el tiempo. Entonces, si quería escribir una
novela, me tenía que inventar una disciplina, un sistema de
escritura: trabajé de madrugada, de lunes a jueves, no salía a
ninguna parte, era una vida muy sistemática, muy ascética, monacal.
Yo quiero <i>Albedrío</i> porque es el primer libro que escribí con
una disciplina férrea, haciendo un <i>tour de force</i> todos los
días.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Sería la novela que marca el
inicio del escritor de oficio?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Digamos que el escritor con
disciplina, con un sistema de trabajo ya muy acendrado.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿A qué fuentes literarias
recurriste?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Literatura clásica, sobre todo.
<i>La Odisea</i>, evidentemente. <i>La Divina Comedia</i>, el
<i>Quijote</i>, porque en todos hay un viaje y un deseo. Los
personajes no están estáticos, siempre se lanzan a la búsqueda de
otras cosas. Siempre había querido escribir una novela que implicara
un viaje, pero en el sentido más puro del viaje: el viaje sin
regreso, que te lanza a descubrir el mundo y quién sabe si regreses.
Puede ser de tres días o de toda una vida, es la idea clásica más
genuina del viaje.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Que tendría que ver con el mito
del húngaro...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—En <i>Albedrío</i> nadie sabe de
dónde vienen los personajes ni a dónde van, ni por qué se llaman
húngaros. Andan viajando, viven de dar cine y vender cosas, hacen
trueques o roban y la gente les teme. Además, para los húngaros,
arraigarse en un lugar es señal de mala suerte. Dom Seb Tab, el
filósofo de los gitanos en España, decía que el mundo está regido
por el cambio: como el mundo se mueve, también el hombre debe
moverse y modificar sus deseos, sus situaciones, sus percepciones; no
puede quedarse un mundo estático porque lo vuelve un poco lerdo, sin
dinámica ni magia en el pensamiento.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Y el movimiento implicaría
llegar a algún conocimiento?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Los personajes adquieren poder: el
poder del talismán, de la rama de güindía; pero estos objetos
solamente tiene poder mientras estén en ese lugar, si se mueven se
desdibujan todos los poderes. Otra circunstancia es que los húngaros
van siempre juntos, y si alguien, como Policarpio, se separa de
ellos, automáticamente está muerto, y si regresa no lo reconocen,
piensan que es un espíritu. Al vivir esta experiencia, Chuyito sabe
que cuando se separe de los húngaros va a morir para ellos, y al
mismo tiempo se da cuenta de los poderes que puede tener una piedra
con que solamente él lo decida; por eso cuando se aleja al final de
la novela, y se queda perdido al ver una piedra, ésta le otorga
poderes.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Y entonces Chuyito conquista el
albedrío?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Yo le pondría un complemento
contundente al albedrío: el deseo. Pero un deseo que se modifica,
que nunca es el mismo: el deseo de llegar a un estadio superior de
cosas.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—En la novela hay un interés
formal por las palabras, pero también como tema: a Chuyito le gusta
la caligrafía, Olga Nidia y Chuyito tienen prohibido hablar,
Manducho imagina los diálogos de la enana barbuda; todos parecen
tener una relación especial con la palabra...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Más que una relación, una
prohibición. Una limitante. Todo lo dejan a la espontaneidad.
Chuyito va a ser enana barbuda pero él va a inventar los diálogos,
no tiene guión, entonces es el libre albedrío en la representación
de las obras, pero dejándole mucho margen a la espontaneidad.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Pero las prohibiciones a las que
obligan a los niños también parecería contradecir la conquista de
este albedrío...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Los niños aprenden que pertenecer
a ese mundo significa tener muchas ataduras. A pesar de que se van
desplazando, de que hay un albedrío, un deseo renovado, también
aprenden que no todo es libertad, que esa libertad tiene muchos
cotos.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
<br /></div>
<div class="western" lang="es-MX">
<b>De cirqueros y matrimonios</b></div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Noto dos constantes en tus
relatos: una es la presencia de cirqueros, húngaros, titiriteros;
gente viajera, pero también proclive a la representación... hay
algo de teatro...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Es que para mí la novela, el
cuento y los personajes no dejan de ser una representación. Con
estos personajes se evidencia mucho más, pero incluso los personajes
que no son saltimbanquis están representando un papel para el lector
o el espectador. Para mí el lector cumple las funciones de un
espectador. Y el narrador, es como un espectador que de pronto se
pone a escribir.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿También sería el narrador un
anunciante de circo?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—También: es alguien que está con
un micrófono, o el altavoz, hablando. Mi narrador es muy metiche, es
como la conciencia de los personajes, y de alguna forma, al utilizar
la métrica, se vuelve un merolico que no sólo cuenta los hechos,
sino que también los interpreta. Yo nunca he creído en el narrador
omnisciente; mi narrador duda de muchas cosas, incluso de lo que está
contando: hace especulaciones, conjetura constantemente. El merolico
no tiene límites, siempre da pie a una espontaneidad muy grande y
muy elástica.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—La otra constante son los
matrimonios.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Siempre están muy bien
constituidos. En el Norte, por lo menos en los pueblos, está muy mal
visto el divorcio. Aunque el matrimonio sea cruel y tremendo, de
todos modos hay unidad: el matrimonio es una tragedia, puro phatos...
y la ruptura en el matrimonio es inconcebible. Por ejemplo, en <i>Porque
parece mentira...</i>, pueden irse los hijos, puede haber broncas,
pero la pareja no se va a disolver. Y los solteros, o las mujeres
solteras, no tienen mucha cabida en los pueblos...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Es el caso de las gemelas de <i>Una
de dos</i>...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Sí, que pese a estar considerada
como novela, para mí es un cuento largo. Ahí la gente les insiste a
las hermanas en que se casen y ellas se niegan. Entonces es la
ruptura con una tradición muy gregaria.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Por su argumento: las gemelas que
cada vez es más difícil diferenciar, enamoradas de este hombre que
de pronto se les aparece, parecería tener nexos con el realismo
mágico...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Yo no sé en qué consiste el
realismo mágico, cuáles son sus constantes; mis historias están
basadas en la realidad: mis personajes no vuelan, no hacen milagros,
no adivinan cosas, son muy reales y muy simples. Siempre me propuse
escribir de personas comunes y corrientes; pero las historias que
conozco de los pueblos son tan increíbles que parecieran
fantásticas, entonces más bien son inverosímiles, y lo inverosímil
es lo que ocurre en la realidad pero que no se repite, que no es
cotidiano y entonces parece milagroso; esa característica podrían
tener mis personajes: la inverosimilitud, pero no el realismo mágico.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Esta inverosimilitud sería lo
que haría trascender a tus relatos del realismo a secas?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—A mí no me gusta escribir ni leer
lo que vivo; entonces, si escribo un libro no voy a copiar la
realidad, le voy a meter ingredientes insólitos o increíbles. Los
escritores más realistas siempre tienen algo de inverosímiles, o
vuelven la realidad demasiado ampulosa, o la miran desde muchas
facetas y entonces pareciera que no es real, sino absurda o
fantástica. No quiero ejercer labor de cronista en la novela, yo más
bien iría por la cuestión juglaresca.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—De ahí que en algunas ocasiones
te hayas caracterizado como un fabulador.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Podría ser. Pero mis personajes
son sobre todo tragicómicos, y aquí quiero ser enfático: el
personaje tragicómico lucha, y cuando consigue aquello que se han
propuesto se decepcionan y vuelve a empezar. No es un imbécil, va
consiguiendo metas y de repente no le satisfacen, o bien lo tiene
todo y lo desprecia, como el caso de Trinidad, el personaje de <i>Porque
parece mentira la verdad nunca se sabe</i>.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
<br /></div>
<div class="western" lang="es-MX">
<b>El narrador socarrón</b></div>
<div class="western" lang="es-MX">
—En <i>Porque parece mentira la
verdad nunca se sabe</i>, el robo de urnas y el fraude electoral
disparan la anécdota de la novela, pero no son necesariamente su
tema; no es por completo una novela política.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—El <i>leiv motiv</i> es el robo de
urnas y el fraude electoral, pero realmente trata de la cadena de
subtramas que rodean esto. Tiene 90 personajes, es muy balzaciana,
pues toca todas las esferas sociales.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Desde el principio estaba
concebida como una novela de largo aliento?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—No, incluso nació de un cuento,
lo ubicaba en una época de revuelta donde hay un fraude electoral, y
los hijos se van y los matan, pero la mujer todavía tiene otros
pequeños y sabe que cuando crezcan también irán a pelear. A partir
de esta madre apareció Cecilia, que es el núcleo de la novela,
porque ella tiene que acoplar la huida: seguir siendo fiel a su
pareja y apoyar a los hijos.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Se ha dicho que otro de los temas
es la mentira.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Cuando escribí la novela, las
elecciones para mí eran una farsa. Después se demostró que sí se
respetó el voto, pero yo no estoy seguro si se va a seguir haciendo.
Además, en México estamos acostumbrados a la mentira, que es como
un vehículo de poder. Un político que habla con la verdad no tiene
futuro, de una manera u otra tiene que mentir. La verdad tiende a ser
contundente, se pueden escribir en una sola frase, y como dice
Nietzsche, es terriblemente simple. En cambio, la mentira es
infinita: desde los pretextos, que son las semillas de la mentira, y
las mentiras piadosas, hasta grados inconmensurables de la mentira.
Al final llega un grado en el que uno no sabe exactamente dónde
están las verdades, y cuando las encuentras te parecen una mentira;
de ahí el título, que es una frase que escuché en una central de
autobuses.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Pero entonces la mentira, además
de ser una cuestión de pensamiento, también es una cuestión del
lenguaje, y esto ya tiene que ver con el uso tan peculiar de
narrador. ¿Se trata de un narrador mentiroso?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Yo quería utilizar en esta novela
un lenguaje de distorsión: que extrapole y neceé. El narrador es
equívoco, no sabe si está diciendo verdades o mentiras, se mete
muchos autogoles, da revelaciones muy sesgadas, las mentiras no son
muy grandes pero las verdades tampoco son estentóreas, entonces hay
un juego balanceado entre la verdad y la mentira. El narrador duda,
conjetura, a veces es desmesurado, inconexo, puede unir ideas que no
tienen relación. Como diría Hugo Hiriart, es un narrador socarrón,
que no se toma en serio ni toma en serio lo que está diciendo,
entonces se trata de un narrador muy dinámico y por eso el lenguaje
tiene todo un refuerzo.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿En esto reside la complejidad de
su lectura?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Acerca de la complejidad, te voy a
manifestar varias opiniones: un escritor me dijo que la leyó en una
semana y no le entendió nada. Otros no se dejaron distraer por el
lenguaje o el ritmo y la han entendido muy bien. Lo que sí es una
constante, es que se deben vencer los primeros obstáculos de la
novela; ya vencidos, se accede a ella sin problemas.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
<br /></div>
<div class="western" lang="es-MX">
<b>Desierto barroco</b></div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Por qué usar un lenguaje
barroco en un contexto tan árido como el desierto?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Justo por eso, porque está
despoblado, porque se tiene la sensación de que el mundo está en
otra parte. La gente del Norte tiene mucha libertad para inventar su
vocabulario, porque no tiene bibliotecas ni conglomerados sociales.
Se desmarcan de las reglas del lenguaje y adquiere una lógica de
pensamiento que no está supeditada a ninguna preceptiva, de ahí el
uso de los dos puntos: un recurso de retórica latina, que es la
aposiopesis: una frase intencionalmente recorta, la otra complementa,
y así pueden haber muchos complementos o residuos de la frase
inicial, incompletos: una idea que se va diluyendo. Y volviendo al
barroco, dominó casi tres siglos nuestro país, fue la primera
influencia en América Latina y perduró mucho tiempo, además la
lengua se ofrece para eso, para la abstracción.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Ahora, la tendencia de los jóvenes
escritores es evitar a toda costa la voz de autor, los juegos
sintácticos o léxicos, procurar una lengua aséptica, un español
estándar.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Es muy legítimo, pero yo apuesto
por las cualidades de la lengua. El español es enfático, utiliza
muchas perífrasis, o muchas frases expeletivas, incidentales. En el
inglés puedes unir tres palabras en una, cosa que en español es
prácticamente imposible; puedes eliminar todas las preposiciones en
el inglés, porque semánticamente el inglés es más completo, pero
el español, si alguna característica tiene, es que es mucho más
expresivo.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Has anunciado que con <i>Parece
mentira...</i> cerrarías el ciclo de los temas del Norte y
empezarías a escribir sobre la Ciudad de México, ¿ya estás
haciendo algo?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Estoy escribiendo algo de la
ciudad, sin métrica. No puedo dejar de ser yo, sigo pensando que
estoy utilizando el español, que es una lengua que continuamente cae
en la expansión, pero si yo utilizara un lenguaje de jerga defeño,
aunque no tendría problemas de ritmo, sí entraría en la
grandilocuencia, entonces quiero hacer otra invención del lenguaje
urbano, sin ritmo, sin esa intención taladrada. Podría usar un
lenguaje híbrido pero realmente estaría imitando a los gringos, y
actualmente casi toda la literatura del mundo imita a los gringos.</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Sería buscar un lenguaje que
escapara del español esterilizado?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Creo que nosotros somos demasiado
descalificadores. Por ejemplo, los poetas tienen demasiadas
prohibiciones; no pueden decir quihubole o híjoles, y a veces los
narradores también se lo prohiben, cuando es parte de su realidad.
Si uno no aprovecha literariamente estas expresiones, está
descontextualizado: ni hablas de la Ciudad de México, ni de Nueva
York. El hecho de despojar a la lengua de los quihuboles ya es una
fantasía del lenguaje, aun cuando estés escueto y sin ningún
juego: es fantasía del lenguaje porque no corresponde a la realidad.
En mi caso yo extrapolo, para mí no hay prohibición de palabras.
Puedo decir caleidoscopio en un contexto del desierto, y puedo usar
el quihúbole sin ningún impedimento.
</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—¿Y qué tal va la novela?</div>
<div class="western" lang="es-MX">
—Pos ahí va...</div>
<div class="western" lang="es-MX">
(publicado en la revista virtual
Literate World)</div>
<br />
<br />El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-39857686194684202592011-11-07T20:43:00.000-06:002011-11-07T20:43:53.529-06:00Las partículas elementales o la masturbación aguachentita<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf9h2xRWPLkI05dyOPcCRArGZ1_No0Qemq-vSBLfZhQpTYR5cEZ4BEXy0LskN07dUISh6J9S9ZhRvmH9-XL_B2lz4hVBZQ7QVin8Y9pKOBrBjsJzQgW3_M2-wH6JFsNWg3rcZ9ZxoAdNMg/s1600/las-particulas-elementales.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf9h2xRWPLkI05dyOPcCRArGZ1_No0Qemq-vSBLfZhQpTYR5cEZ4BEXy0LskN07dUISh6J9S9ZhRvmH9-XL_B2lz4hVBZQ7QVin8Y9pKOBrBjsJzQgW3_M2-wH6JFsNWg3rcZ9ZxoAdNMg/s320/las-particulas-elementales.jpg" width="208" /></a></div>
Michel Houellebecq es de estos autores que mientras menos tersos son con sus lectores más se les aprecia porque "no hacen concesiones" y dicen su veldá, aunque harto duela. En el caso de <i>Las partículas elementales </i>(98)<i> </i>su porción de veldá está en la descripción de una sociedad postmoderna, individualista al extremo, más hedonista que ética, lampareada por la multiplicidad de opciones de bienestar que terminan traduciéndose en el vacío existencial (el cliché de la frase obedece al cliché del argumento). La anécdota de este andamiaje sigue la vida de dos medios hermanos, hijos de una hippie loca que los dejó criándose por sus abuelas paternas, y que a falta de un modelo familiar se perdieron en la disfuncionalidad emocional: Michel tan absorto en sí mismo como si se hubiera comprado un Síndrome de Asperger para amueblar su vida; Bruno en perpetua angustia por su necesidad enfermiza de sexo. Y sigue una forma peculiar de contar estas desgraciadas historias: antecediendo las vivencias con un apunte sociológico, que es como espolvorear de contexto la vida de dos mentecatos, bien avituallados de becas y salarios académicos para no preocuparse por más cosa que por su inanidad.<br />
"Una novela aburrida de un novelista diestro, interesado en aburrir", se me ocurrió cuando llevaba el tercio de la lectura y comprendía la diferencia entre contar dos existencias desvaídas y la destreza del autor para enfatizar tal modorra. El patetismo es mayor en Bruno, gordito y miserable, obsesivo con los escotes de las muchachas y agobiado por su incapacidad de hacerse unas cubanitas con ellos. Su fantasía erótica, por lo demás, es que alguna chica le chupe bien la polla -la traducción gachupa colabora con lo chocante- y puede llevarse un buen número de páginas persiguiendo esta proeza. La novela crece hacia el final, cuando aparecen Christiane y Anabelle, esbozos de parejas de los medios hermanos, si bien el autor se cuida de no desbordar los afectos y diseccionar la creación de las parejas en fríos argumentos de conveniencia conyugal. Tal vez la contención potencia los destinos infelices, que cuando ocurren dejan al lector en una orfandad mayor: poca redención en un par de personajes que por otro lado no interesa mucho que sean redimidos.<br />
El patetismo de los medios hermanos sería más genuino y desconcertante si no tuvieran ese origen, melodramático a pesar del autor, que los hace hijos de Janine, la hippie desvergonzada. El recurso no deja de tener una carga moralina -los excesos sexuales llevan a la soledad de sus descendientes- que alcanza a simbolismo generacional -los años sesenta como un desborde irresponsable que derivó en los tristísimos alienados protagonistas de la novela- y más bien se presiente como conmovedor lloriqueo del autor. Los guiños autobiográficos, no como ostentación de vida ejemplar, ni como reflejo de una inteligencia en construcción, sino como reclamo balbuceante de un niñez infeliz. De botepronto se recuerdan los balbuceos de otro niño caprichudito, el tal Marcel que hacía berrinche porque su madre estaba de tertulia en vez de atenderlo a él. Sólo que mientras Marcel sabe hacer de esa experiencia un ejercicio introspectivo que después lo lleva a ocho tomos de reflexión sobre el recuerdo y la escritura, en Houellebecq apenas alcanza al panfleto gimoteante del representante de una generación pinchita que reclama los grandes atrevimientos de la generación sesentera, contradictorios, decepcionantes, irresponsables, pero que finalmente supieron hacer lo que quisieron (en ese mismo reclamo se inscriben novelas como <i>Generación X </i>de Douglas Coupland, <i>Pastoral Americana </i>de Philip Roth, y también me recuerdo el inicio de la peli <i>Pump up the Volume </i>(Moyle, 90) con el tenebroso Mark (Christian Slater) mentando madres a la generación que lo defraudó en cada canción de protesta). <br />
Frente a los escandalosos excesos de Janine, la asepsia sexual de Michel y el accidentado merodeo erótico de Bruno resultan lastímeros, y en vez de provocar la compañía compasiva causan el acto reflejo de buscar a los patanes excesivos de <i>En el camino</i>, <i>Ponche de ácido lisérgico </i>o cualquier otra de esas épicas lúdicas e irresponsables. <br />
La novela trata de más cosas: hay alguna reflexión sobre la obra de Aldous Huxley como punto de inflexión de la sociedad hedonista, consideraciones científicas que cierran la obra en un guiño irónico que hizo antes Vonnegut en Galápagos, una revisión del pensamiento occidental que culmina en una certeza desalentadora: "a fin de cuentas", dice el científico en retirada Desplechin, "Occidente ha terminado sacrificándolo todo (su religión, su felicidad, sus esperanzas y, en definitiva, su vida) a esa necesidad de certeza racional. El algo que habrá que reordar a la hora de juzgar al conjunto de la civilización occidental." Pero sobre la inteligencia queda el berrinche: el ajuste de cuentas con una generación que derrumbó los valores clásicos del género humano, pero que sus descendientes fueron incapaces de hacer algo con la fundación de ese desorden vitalista.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-76908754296571883442011-10-18T18:14:00.000-05:002011-10-18T18:34:13.455-05:00Tabucchi, Pitol, simios y muchas otras cosasLa semana pasada estuvo movidita, no era buen momento para ponerse a leer una novela. Por eso elegí un libro de cuentos que heredé hace siglos de una novia y nunca le había hecho mucho caso. <i>El juego del revés</i>, de Antonio Tabucchi. Leí tres cuentos, después lo he abandonado por otros asuntos. Pero los tres cuentos que leí eran bastante buenos. El segundo, "Cartas desde Casablanca", tiene un final espectacular, que me recordó las novelas de Sergio Pitol. Recordé que Tabucchi y Pitol son amiguitos de piquete de ombligo, es común encontrar elogios recíprocos en prólogos, ensayos, conferencias. En los cuentos encontré, también, afinidad de temas. El personaje bien portado o pudoroso que las circunstancias lo obligan a manifestar alguna identidad oculta, y entonces salta la cabaretera en el cuento, así como saltan los ritualistas snob-escatológicos del novelista al final de <i>Domar a la divina garza</i>. Pero además, coinciden en la descripción de una alta burguesía en decadencia que se hace la discreta hasta que estallan por cualquier absurdo, dejando de manifiesto la fragilidad de una clase social que quisiera ser aristocracia, que aborrecería reconocerse en la miseria y evaden sus horrores entre migrañas y lamentos afectados. Es el mentado grotesco bajtiniano que le achacan a Pitol, como recurso natural para hablar de ciertos personajes que se revelan desde lo aparente-sublime y la vergüenza de su condición real. <br />
Vino otro recuerdo, cuando hace diez años estaba embobado con <i>El desfile del amor </i>de Pitol y pensaba en una novela que emulara su estructura. Esto es: presentación episódica de personajes a través de una indagación seudodetectivesca, lo que ocurrió con uno se va sumando al testimonio del siguiente, puntos de vista contradictorios, que complementan pero no como lo quisieran los personajes, porque lo más importante, lo "real" de los acontecimientos no está en lo contado, sino en el cómo se cuenta: en las opiniones maldicientes de unos y otros, en los desdenes elegantes, en las justificaciones para las mezquindades propias, en la fragilidad que el personaje nunca quisiera mostrar pero el narrador la desliza con cierta malaleche. Para que pudiera darse este doble nivel de los discursos -que sea tan importante <i>lo que se cuenta </i>y el <i>cómo se cuenta</i>- Pitol eligió el estilo libre indirecto, que permite campechanear opiniones casi textuales de los personajes con algún comentario más "impersonal" o "elegante" del narrador. La maleabilidad de la prosa se hace entonces espléndida, las primeras páginas piden cierto esfuerzo del lector, pero ya entrados en las reglas pitolianas se vuelve de un humor y una versatilidad impresionantes. ¿Quién no quiere experimentar con un recurso así?<br />
Y ahí voy, a las eternas novelas inconclusas, treinta páginas de un grupo de treintones neuróticos abrumados porque acabaron a gritos y sombrerazos su periodo de preparatoria, con cierre de la escuela, sacrificio simbólico de su líder, resquemores acendrados (saludos, loyolos) (abrazo, pero no de priísta, jefe Job) (ok, saludines también al <a href="http://twitter.com/#%21/martiniseco">@martiniseco</a>) y un chismerío sabrosón que terminaría cuando esta decena de ridículos saltara al edificio abandonado de la escuela para descubrirse a sí mismos como cadáveres patéticos. El proyecto apenas llegó a su quinta parte, lo que escribí se perdió entre archivos de Word 97, 2000 y XP, y hasta hace poco quise releer alguna parte que según yo, era de los mejores momentos: cuando un tipo rudo, jugador de futbol americano, va eligiendo volverse gay porque piensa que es más divertido el carnaval homosexual que el compromiso arisco y desconfiado de los heterosexuales (pésimo argumento, ya sé, pero déjenme terminar). Hallé el texto, releí, fue una enorme decepción por lo afectado de las frases, el manierismo de los diálogos, la forma prefabricada de ir agregando anécdotas en el relato central. Pensé en treinta y cinco cosas, treinta y cuatro tienen que ver con mi fracaso y la mejor forma de suicidarme, la treinta y cinco es la que importa: que por alguna razón, esta técnica de Pitol, este prodigio de excesos expresivos; muletillas, requiebros pudorosos en las referencias, justificaciones absurdas, elegancia en los insultos, aparente objetividad en el escarnio -joterías, pues- le quedaban bien al mundo narrativo, entre aburguesado y decadente, de Pitol, donde el aprendizaje de los buenos modales y la diplomacia se presta para un habla sinuoso, que pide varias interpretaciones ("escribe esta carta pero con mucha mano izquierda", me pedía Anamari, tan pitoliana como jefa mía en el INBA, cuando debía redactar rechazos o negativas pero con buena-ondita); pero no funcionaba con mis oficinistas de sobacos sudados que se vuelven locos cuando consiguen un descuento 2x1 en un bar rascuache de gomicheladas.<br />
Me quedé con una intuición incómoda, más porque sería ir en contra de todas las clases de creación literaria que tan bonitamente nos enseñan el arte del buen escribir: es que la elección de una técnica narrativa también procede de una visión del mundo, y que es falso que <i>todo se puede escribir de todas las maneras posibles, </i>siempre y cuando seas "dueño de tus herramientas" (el McGyver narrativo, pues). Hay otra idea más fácil: que Pitol es Pitol y uno, pues malamente es uno, pero con esa idea simplista se terminan las averiguatas sobre el dominio del propio oficio. Compongamos: Pitol tenía más claro qué quería contar y eso lo llevó con cierta naturalidad a crear el artificio que le permitiría hacerlo; yo estaba en la copia de un estilo, y aunque él mismo dice al inicio de <i>El mago de Viena</i> que: "El futuro escritor debía transformarse en un simio con alta capacidad de imitación", más adelante aclara que este mono mimético debe saber cuándo desligarse del estilo elegido para intentar el propio.<br />
Supongo que desligarse de la imitación para hallar la escritura personal implicaría reconocerse en los temas, los espacios, la originalidad, el fraseo, las inflexiones que uno ha tenido desde siempre, pero este cliché tan como de libro de Coehlo suena huequísimo, y suena así porque el "reconocerse" quisiera ser poética de plenitudes cuando, menos resplandeciente, también podría asumirse como inventario de miserias. Lejos de armar leyendas prodigiosas de escrituras, exquisitas cuando son burguesas, desgarradas y salvajes cuando provienen de la insubordinación y el resentimiento social, me reconozco en silencios pasmosos, en el reciclaje de un mundo más bien pueril: más cercano de <i>El libro vacío </i>de Josefina Vicens que de cualquier gesta, impresionante o prescindible, de los novelistas que ahora importan.<br />
Aunque no parezca, el párrafo anterior era optimista, reconocía personajes más chejovianos que de altos vuelos, aunque el medio tono de los universos suele confundirse con una ejecución menor. Ahí es cuando de nuevo se reciclan las angustias: ¿sigue valiendo la pena intentar la historia de un oficinista promedio, bebiendo en un bar de Sanborns, cuando las moditas literarias hablan de "novelas intelectuales" de "científicos atormentados" "alemanes" "que se llaman Klingsor" "por ejemplo"? El taller literario dice que sí porque le gusta reclutar cronopios; yo me pierdo entre temas y estilos porque también avizoro -aunque esto ya se alargó demasiado- que la lectura contemporánea no tiene mucho que ver con una escritura <strike>aprehendida </strike>aprendida en esa engañosa edad de oro de los noventa, con jornadas semanales y construcciones tardías de hombres nuevos, y que a las nuevas lecturas les urgen subgéneros no importa si parodiados chafamente, polémicas narcopolíticas, ardides cosmopolitas-hipsters, metarreferencias de novelistas que hacen novelas, y entonces me angustia no tener claro en qué espacio de todos esos ubicarme.<br />
Menos azote: este post se trataba de que: leí a Tabucchi, pensé en Pitol, lo recordé como modelo y entendí que ya no me hallo mucho en él. Y que, imagino, eso debe ser una evolucion. Y el inicio de una toma de posturas. Rayos, todo cabía mejor en un tuit. Ese es otro tema: lo breve, lo efímero, lo inmediato, el desencuentro de todo lo que ya no se queda en nosotros. Y lo anquilosado que muchas veces me siento. Ya me enredaré con eso en otro post.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-25225614894244536642011-09-14T18:32:00.000-05:002011-09-15T12:36:30.193-05:00Medianoche en Paris, ¿Quién engañó a Woody Allen?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY12WurpbCC1K4pLGKJfjGgI4cz-bOPoOZ_kxS1yrTEhB4ULUkrwrzw0R-bE4seCClcfbzS6Nc4ZKASzcYn8_8YixIT2Jy4eJuajDns1YrlLzqzMqoJ-2UHjveBDzECemkkq-BW6exialv/s1600/midnight-in-paris-poster.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY12WurpbCC1K4pLGKJfjGgI4cz-bOPoOZ_kxS1yrTEhB4ULUkrwrzw0R-bE4seCClcfbzS6Nc4ZKASzcYn8_8YixIT2Jy4eJuajDns1YrlLzqzMqoJ-2UHjveBDzECemkkq-BW6exialv/s320/midnight-in-paris-poster.jpg" width="220" /></a></div>
El Woody Allen crepuscular debe suponer agotada su comedia de reveses conyugales y adulterios bufos; de ahí la decisión de filmar en ciudades europeas, donde trata de sugerir su embelesamiento por cada una de ellas. Pero su opinión nunca deja de ser neoyorkina, por lo que sus películas del Viejo Continente deben tratarse de sus películas más norteamericanas: si a Londres lo convirtió en un lacónico ajedrez sentimental (God Save the Queen) en <i>Match Point</i>, en <i>Vicky Cristinta Barcelona </i>deja constancia del azoro yankee ante la pasión mediterránea y pone a temblar de miedo a Scarlett Johansson y Rebecca Hall cuando Javier Bardem y Penélope Cruz se insultan de tan enamorados . En el caso de <i>Medianoche en París</i>, recupera a la Ciudad Luz desde el Retrato del Escritor Postadolescente que debe hacer su peregrinación iniciática bohemia, y confronta al pragmatismo gringo (republicano, para que apriete más la vara) contra el Mundo del Arte y la Creación (París como el Disneylandia de los bohemios) con Fitzgerald, Hemingway, Picasso y los surrealistas como versión para adulto contemporáno de Pluto, Donald, Mickey Mouse y Tribilín.<br />
Ahora es Owen Wilson quien representa el papel de Woody Allen con el nombre de Gil Prender, aburrido guionista hollywoodense que insiste en hacer una Novela de Literatura de Verdad. Está comprometido con Inez (Rachel McAdams), tan bonita como la próxima portada de Vogue, y tan frívola como lo pide el contraste de lo que ocurrirá más adelante. Encima viajan a París con los padres de Inez, versiones sutiles de los suegros protofachos que en otras pelis de simplona memoria atormentaron a Ben Stiller. Gil es nostálgico de los años veinte parisienses y la Generación Perdida, y su añoranza choca contra la apropiación elitista de la cultura que hace su novia y su familia política. Luego se agrega el pseudoerudito Paul a darles clases sobre Rodin y el Palacio de Versalles, con esa información de trivia que aparece en libros tipo <i>Mil Quinientas Cosas De Arte Que Debes Saber Para Ser Bien Chingón</i>. Y aquí viene el traslape fantástico que Allen ya había practicado en <i>La rosa púrpura del Cairo </i>o <i>Alice</i>, cuando el escritor sensible camina solo por Paris y se le aparece un DeLorean (<i>Back to the Future</i>) de los años veinte que me lo lleva a su pasado feliz.<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiryAjIH90izqjH6diVHKoSmORNhgkNoU9o7UgXitTG3dpxi4G2Z5JJ1F5jQT3P0Bbt342OQB1RzwTYS7SZCbiZYSGPFdmJ4NOstjJ4HH4juUJkcBOa5ymHctMm2YzoxQHKfyBpbIr9zqQK/s1600/medianoche-en-paris.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiryAjIH90izqjH6diVHKoSmORNhgkNoU9o7UgXitTG3dpxi4G2Z5JJ1F5jQT3P0Bbt342OQB1RzwTYS7SZCbiZYSGPFdmJ4NOstjJ4HH4juUJkcBOa5ymHctMm2YzoxQHKfyBpbIr9zqQK/s1600/medianoche-en-paris.jpg" /></a>A partir de aquí emocionan y conmueven unos años veinte que más bien parecen telenovela histórica producida por Televisa; con un Hemingway que verborrea sentencias de escritor viril como si fuera Mariano Osorio en la madrugada, con un matrimonio Fitzgerald encantador y peligroso, extraído de las comedias románticas de <i>amor fou </i>que podría protagonizar Ashton Kushner y Cameron Diaz, con el maravilloso trio surrealista -Salvador Dalí, Luis Buñuel y Man Ray- haciendo sofisticado homenaje a los Animaniacs. Y es que antes de ser un homenaje a los años locos, al París bohemio, a la vocación de la escritura y el imperio delirante de la creación, Allen crea un pastiche involuntario de <i>¿Quién engañó a Roger Rabbit?</i>, en el que lo importante es artificiar un <i>locus amenus </i>en el que nuestro protagonista entrañable se interrelaciona con nuestros escritores favoritos, transfigurados en clichés desaforados de Monty Phyton o Saturday Night Live. ¿Debería preocupar esto? No, porque a la chochez de Woody Allen se le puede perdonar todo, incluso que se permita recuperar al comediante de los sesenta, sin más ambición de llevar al extremo su feria del cliché. Aquí lo hace con el desparpajo de quien ya no tiene necesidad de demostrar nada, aunque con el irónico guiño para que quieren quieran tomárselo en serio diluciden dilemas como lo ilusorio del pasado, lo inaprehensible del presente, el acto creativo que ocurre mientras creemos que nuestra época -como todas las épocas- ya se ha agotado.<br />
Como un <i>Inception </i>zemeckiano para hipsters, los personajes saltan del presente a los años veinte al siglo XIX impresionista y parnasiano. Todo para entender que la creación, que la escritura, incluso que el cine, es lo que tenemos alrededor, cuando tomamos perspectiva de lo que ocurre en las calles, en los bares, y lo hacemos propio desde una emoción lírica. ¿Alguien irá a añorar esta época en que el arte y la vida ocurren desde las redes sociales y los networkings como pretextos para el filtreo? Woody Allen lo deja de tarea, con una película tramposa, sin grandes ambiciones, pero hay que aceptarlo, con enormes dosis de empatía.El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-10654779488987544872011-08-16T11:59:00.006-05:002011-08-17T18:02:05.458-05:00El Cuatro y la envidia como acicate creativo<span style="font-size: large;">Alguien me ha mostrado (y me trae en chinga con) los eneagramas, una tipología de las personalidades que tiene su origen en la filosofía sufí y que la psicología contemporánea ha retomado para estudiar cómo se conforma el comportamiento de los individuos: sus rasgos fuertes, sus debilidades, sus retos esenciales. Se divide en nueve tipos, es largo de describir, si a alguien le interesa asómese por <a href="http://www.personarte.com/eneagrama.htm">acá</a>. El "traerme en chinga" ha consistido en querer hacerme consciente de que soy un Cinco, es decir, una persona observadora, analítica, encerrada en sus pensamientos y un tanto insensible, que prefiere la soledad y se siente incómodo en grandes grupos porque su hiperpensadera le vuelve torpe para desplegar rasgos sociales prácticos, como comentar acertadamente sobre política, convencer a un jefe de que soy La Mejor Opción o saber guiñarle el ojo a la muchacha que se alisa con nervios su faldita. Me obviaré la discusión que tuve -rabieta, me dijeron- por negarme a ser algo tan repelente -por lo autista- como un Cinco, ni siquiera la lista de los Grandes Cincos de la historia me conmueve -que si Nietzche, que si Einstein, que si Kafka.... -¡Puro maldito asocial atormentado!, reclamé; -¡Kubrick, we, Kubrick!; -¡Siempre me ha cagado la Frialdad Perfeccionista Inconmovible de Kubrick!, volví a pelear (y de paso siento alivio de soltar un exabrupto tan hereje y honesto, así es, no me hallo mucho con Kubrick y qué y qué y qué). Al cabo de los días me he ido conciliando con el famoso Cinco, más a partir de -vergüenza- dos Cincos más bien pop que sí me gustan para reflejarme. Uno es Sherlock Holmes y el otro, su actualización médica, Gregory House. Apenas me confirmaron que ellos eran Cincos, se me desplegó todo un mundo de personalidad y glamour: jalé mi lupa, mi gorra de cuadros con lengüetas, mi bastón <i>wild on</i>, mis Vicodín y mi sarcasmo socarrón que dicen es hasta sexy. </span><br />
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<div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">*** </span></div><br />
<span style="font-size: large;">Pero el espejeo con los eneagramas ha continuado, reconocerse como un Ocho, un Tres o un Siete no es fácil, todos tenemos un poco de todos los tipos, y también, los matices en los comportamientos hacen que un Uno pueda confundirse con un Tres, o un Siete con un Dos (ya les dije, quien quiera entrarle al tema vaya <a href="http://www.personarte.com/eneagrama.htm">acá</a>). De modo que: quien me atormentó con el Cinco de pronto me soltó que muy probablemente podía ser un Seis ¿?, ansioso, escéptico, indeciso, cauteloso; lo cual suena pior que el autista analítico visionario del Cinco.</span><br />
<span style="font-size: large;">La lectura del libro <i>El eneagrama. ¿Quién soy? </i>de Andrea Vargas me ha hecho llegar antes al eneatipo Cuatro, "creativo, emotivo, romántico, temperamental". Sonaría tan cliché que casi se elimina de inmediato. Pero sigo leyendo y me cosquillea malsanamente el Cuatro, no por sus virtudes y puntos fuertes, sino por sus defectos y mucho más, su Punto Ciego, el rasgo de personalidad que lo jode esencialmente, que en este caso es La Envidia. </span><br />
<span style="font-size: large;">Como magdalena de Proust, con la palabra de inmediato se me vino encima un inventario vergonzoso de personas, situaciones, pensamientos, que he interpretado desde la envidia. Novias que no tuve, talentos que no exploté, casas que jamás habitaré, ideas que por qué carajos no se me ocurrieron antes, habilidades sociales que caricaturizo porque a mí no me sale ni la mitad de la gran sonrisa embaucadora del pelafustán aquél. De ninguna manera consuela reconocerse como envidioso, es como tirar por la borda una infraestructura de supuesta modestia, generosidad, empatía, comunión con los otros; pero el libro sabe explicar cómo es el proceso de esta envidia. De inicio, hay un convencimiento profundo de que uno es diferente a los demás. Que la ropa excéntrica, las ideas delirante, los libros leídos o los conceptos engullidos, dan un plus con respecto a otras personas menos interesadas en resaltar sus diferencias. Y mientras quede en un convencimiento íntimo no hay lío. El tema es cuando a esas otras personas, las comunes, que en un arranque de soberbia hasta podrían considerarse inferiores, les va mejor que a uno. ¿Por qué mierda ese imbécil de chistes idiotas gana más plata que yo? ¿Por qué ese tipo que lo vi redactar oraciones sin pericia, ahora hace novelas visionarias y hasta se le considera un prospecto de Gran Literato? Y luego había un fulano aburridísimo, sí claro, con toda la plata, pero aburridísimo, que traía de pareja a una rubia divertida, delgada y perfecta, se asoleaba en Tepoztlán en casa de Carlota y la rubia era tan bella que la risa boba del novio</span><span style="font-size: large;"> agraviaba al universo entero</span><span style="font-size: large;">. ¿Por qué no se daba cuenta que mi figura desgarbada, torpe, titubeante pero sagaz cuando menos se espera, podía dejar como incapacitado mental a su badulaque financiero?</span><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">*** </span></div><br />
<span style="font-size: large;">Lo que sigue es más penoso de confesar: durante varios años tuve mucha envidia de mi amigo Juan Manuel. No me pondré a contar con detalle porque esto no es ningún diván para despepitar monstruosidades, me quedo con una imagen que de tanto en tanto se me viene a la cabeza, y en la que han de basarse un par de cosas insospechadas: y éramos todos de veintimedios años, y correteábamos por alguna estación del metro, debíamos ir: Rafa con Mireya, Ramsés (neta, así se llamaba), yo con mi nube negra de introspección especuladora, y por supuesto, en primera fila Juan Manuel y la novia en turno, María Luisa. Juan Manuel es un tipo sobresalientemente atractivo, los ojos profundos, la nariz fina, labios sensuales, el copetito le caía a un costado como protoemo que le tomó prestada filosofía de a de veras a Kundera y a otros existencialistas tardíos. Pero no sólo era atractivo, también inteligente y sabía usar su inteligencia como arma de seducción. Lograba embaucar de verdad. Miraba a la muchacha a conquistar con ojos entrecerrados, le preguntaba dos cosas insignificantes, la tercera pregunta era directa e incómoda, la resolvía con una interpretación amable y media sonrisa perfectamente estudiada, para entonces la muchacha ya tenía mojados sus calzoncitos y ya le urgía que Juan se los quitara y los pusiera a secar. Luego él se hacía el atormentado y la muchacha lo compadecía y lo salvaba; luego Juan leía en secreto un libro que "le estaba revelando cosas importantes" y a los tres días la muchacha ya estaba con el libro, en un intento por descifrar los secretos de Juan Manuel. Claro, ahora que escribo voy entendiendo: lo que cautivaba de Juan era el misterio que prometía de sí mismo, las muchachas se enamoraban por su interés en descifrarlo, lo más peligroso es que, en contra del cliché que diría que al mirar al fondo encontraban algo vacío, con Juan Manuel no era así: tenía la suficiente sensibilidad, inteligencia, contradicción poética, para que la muchacha en turno quedara gratificada de sus merodeos. </span><br />
<span style="font-size: large;">Pero pierdo la imagen: la estación del metro, Rafa, Mireya, Ramsés, Juan Manuel, María Luisa, yo y mi nube negra de introspección. Corríamos por el metro Chilpancingo como los personajes de <i>Bande à part </i>de Godard por el Museo de Louvre. Y la escena en concreto se resolvería mejor en cine que en limitada narrativa: Juan dio un brinco ostentoso en los torniquetes del metro, jalaba de la mano a María Luisa, pero ella traía vestido y no había forma de brincar, se quedó trabada, torpemente, entre los tubos. Juan volteó. El copetito poético voló con un viento que no existía, los movimientos para salvar a María Luisa fueron finos, perfectos. Movió el torniquete con delicadeza, logró que María Luisa pasara. Ella, como acto reflejo, apenas se sintió liberada, lo abrazó. Su falda se movió con el mismo viento inexistente, tensó sus pantorrillas cuando se puso en puntillas para alcanzar los labios de él. Porque obvio, junto con el abrazo vino un beso, pequeño, que hasta para ellos debió parecer imperceptible, una imagen que si leyeran Juan y María Luisa les sorprendería que alguien la hubiera recordado. Como escena objetiva no tiene sentido, fue la torpeza de Juan haciéndose el atlético y saltando mientras llevaba como trapo a la otra pobre, después rectificar el error, voltear, gentilmente ayudarla a pasar. Pero atrás iba yo y veía la escena como metáfora de algo extraordinario, el bravo caballero que corre sin saber que deja atrás a su dama, que de pronto lo recuerda y va por ella y la salva, el beso como culminación de una gesta heroica entre la pericia, la salvación, la ternura compartida, e insisto, en colores de <i>Amelie </i>y con personajes así causaría aplausos, júbilo y conmoción. </span><br />
<span style="font-size: large;"></span><span style="font-size: large;">Lo que mi nube negra transformó en envidia fue la certeza de que yo nunca podría representar una escena similar. Porque de hecho la he intentado: correr por el metro con la novia hasta donde me permite el tabaquismo, intentar el salto por el torniquete arrojando por la boca mis chiclosos pulmones, dejar a la pobre muchacha atorada, "liberarla" mientras ella protesta, estás loco, qué te pasa, en vez del beso su ceño emputado y la justa mueca por mi desconsideración. </span><br />
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<div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">*** </span></div><br />
<span style="font-size: large;">No a todos les toca la suerte de ser Juan Manuel y María Luisa. Podría agregar que <i>a casi nadie </i>le toca la suerte de ser Juan Manuel y María Luisa. Y más allá -y perdonen la soberbia-: ni siquiera ellos mismos supieron que fueron <i>tanto </i>Juan Manuel y María Luisa: fue mi mirada la que los hizo ser tan ellos, la imagen que habrán olvidado y yo a veces pienso, y una lástima que se configure desde la envidia, porque desde una mirada menos perniciosa podría quedarse en la poesía y su inefabilidad. Pero lo que sigue es revelador: si envidié a Juan y María Luisa, es que ellos me representaron una imagen de cierta, al menos, ensoñación; y entonces se va descubriendo que esta envidia malsana ocurre porque también es un ejercicio creativo. No se envidia sin imaginación, no se exagera la maravilla del lugar donde no se ha estado, del éxito que no se ha tenido, de la oportunidad que se ha perdido, sin esa imagen seductora que uno fraguó con detalles morosos, en la cual hay perfección, grandeza, plenitud -y que probablemente, si uno la viviera realmente se le volvería común y hasta pedestre; la envidia es asumir como grandeza lo que en los otros es normalidad. Y ese relato que uno se hace de los otros es un cuento insano pero vívido, de todos los que podría ser, de todo lo que yo podría tener o crecer, si fuera un poco más semejante a los otros.</span><br />
<span style="font-size: large;">La envidia entonces se revela como la diversidad de los yos que no soy y quisiera ser yo: el del trabajo gratificante, el de la economía holgada, el de la novia guapa, el de los viajes constantes. No evado la parte horrenda de la envidia, el retortijón angustioso cuando uno se pregunta, por qué no soy esta otra persona, y también queda claro que estas malformaciones de la imaginación se despliegan en cosas horrendas, el resentimiento social, el orgullo, la inflexibilidad, todas primas hermanas de la estupidez. Pero si valiera regodearse en la envidia, ¿no hay en ella, también, un juego sugestivo de creación? ¿Un entrenamiento de imaginar otros mundos, otras realidades, de anhelarlos, desearlos, de fijarnos en una búsqueda, capaz infructuosa, pero que en su camino deja alguna certeza, al menos alguna intuición? Acá es donde viene el terapeuta y me pide que deje de especular tanto y me plante en mi realidad, le haré caso pero que antes me dé chance de acabar el poust. En el que la envidia, consciente, asumida, "autorregulada", puede ser una maliciosa cómplice para armar tramas, escenas; que una envidia domesticada, contenida, podría ser incluso condición necesaria para crear, la delectación morosa que sublimada podría funcionar como acicate para la imaginación. </span><br />
<span style="font-size: large;">De tan poético, a veces hasta podría perderse que el lamento de Pessoa -He soñado más que lo que hizo Napoleón./ He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo,/ he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito./ Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla-</span><span style="font-size: large;"> podría ser una envidia serena, cansada, ontológica de todo lo que existe dentro de mí pero por alguna razón no soy yo.</span><br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">***</span></div><span style="font-size: large;">Además, ¿cuál envidia?, si soy Cinco. O -dicen- Seis. Sigo investigando.</span>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-43435080780791849192011-08-08T10:07:00.003-05:002011-08-08T21:21:16.764-05:00Los tacos de la culpa<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisklB0grb9qORB_fzJumo2lhEhBJAZ4FPyZl8Y17kvEmM_Caj7mSO0I6tOpfSb6e8TFx6T9EMHEj6y-E-oYz9KN1aw7FyD0o7IjZooJl5OLMJ2jnyW6h1PG_95X14gfBSnGcTwUVLztFj2/s1600/2957893802_3026c14a16.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisklB0grb9qORB_fzJumo2lhEhBJAZ4FPyZl8Y17kvEmM_Caj7mSO0I6tOpfSb6e8TFx6T9EMHEj6y-E-oYz9KN1aw7FyD0o7IjZooJl5OLMJ2jnyW6h1PG_95X14gfBSnGcTwUVLztFj2/s320/2957893802_3026c14a16.jpg" width="320" /></a><span style="font-size: large;">Hay de bisteck, chorizo y carne enchilada. Se pone en Av. Cuauhtémoc, frente a la Cineteca, afuera de la entrada a Urgencias del Hospital del Xoco. Están ahí desde las siete de la noche y terminan hacia las seis o siete de la mañana. Su principal clientela son personas que tienen que ver con la parte de urgencias: doctores, practicantes y enfermeros, pero también familiares de los pacientes, camilleros y conductores, periodistas que le dan seguimiento a una nota roja, policías de tránsito, preventivos y uno que otro judicial. Yo no tengo nada que hacer con ellos pero es lo único que hay en la noche, cerca de casa. Y cuando el hambre estruja, qué mejor que saciarlo con un delicatessen de real (por lo miserable) minimalismo.</span><br />
<span style="font-size: large;">Tacos de bisteck, chorizo y carne enchilada hay muchos en la ciudad, su éxito radica en su sencillez. No hay gran elaboración, es la carne asada, la salsa espesa y picosa, nopales o papas al gusto, cebolla y jalapeños acitronados que parecerían hacer más salvaje al platillo. Pero donde otras taquerías han convertido en industria la sobriedad, en los tacos del Xoco se preserva desde el puesto, sin interés de agradar, apenas el anafre y una mesa con refrescos, sopas maruchan y café instantáneo para quienes deben permanecer en vela; se sabe que lo esencial es la comida y no el discurso empachador de otra taquería mejor plantada. Y después vienen los tacos, suculentos no por lo fotogénicos como por lo sustanciosos: las tortillas tostadas como por descuido, las salsas y el puré de papas en trozos grandes, a medio elaborar; las tiras de nopal toscas y sin ganas de ser estéticas, y los trozos de carne, ¡oh, carne primigenia!, casi se siente a las vacas mugiendo mientras se arroja la mordida.</span><br />
<span style="font-size: large;">Demasiada floritura para decir que los tacos están buenísimos y que lo están no por su elaboración sino por su sencillez, parecerían los tacos que hace una tía apapachadora para agasajarnos después de haber pasado por un día muy agitado. </span><br />
<span style="font-size: large;">Porque la gente come así los tacos, en ese lugar. No existe la urgencia del metronauta que corre a la chamba pero antes se echa el taco que suple una buena comida, tampoco los pedidos excesivos de la gran familia bovina, mucho menos las exigencias de los niños antreros que se creen con derecho a todo porque traen quince chelas encima y corearon hasta el hartazgo el Should I Stay or Should I Go de The Clash. En los tacos del Xoco los comensales comemos pacientes, en silencio, ligeramente cansados. Se entiende que el pariente internado, la pesquisa del ministerio público o el enfrentamiento del practicante con los brazos de amputación urgente no pueden sino derivar en agotamiento y fraternidad. Cuando estamos en los tacos no competimos ni urgimos: la jornada ha sido tan extenuante que al menos en ese lugar se busca el descanso vía la mirada hipnótica de cómo se asan las carnes y cómo las tortillas adquieren su consistencia semiquemada.</span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFO5-oY8k69w25aFHK3BXt33Qjt_ZhzS1wVXX6JflUTLIgxi1tE6Sj3CNcVbre6mQm8NDBcggCmypMJ3uz2ZnuRWaDviR-_ij5M7v2xfEqs2WX-CtDxFaUFX5gImPHS-m6QiK6en3OnCrI/s1600/xoco.gif" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="142" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFO5-oY8k69w25aFHK3BXt33Qjt_ZhzS1wVXX6JflUTLIgxi1tE6Sj3CNcVbre6mQm8NDBcggCmypMJ3uz2ZnuRWaDviR-_ij5M7v2xfEqs2WX-CtDxFaUFX5gImPHS-m6QiK6en3OnCrI/s320/xoco.gif" width="320" /></a><span style="font-size: large;">Porque hay que resaltar que los tacos están fuera de un hospital de urgencias, no de la clínica del cáncer largo o el parto amorosamente planeado. En el Xoco ocurre lo extraodinario: desde tonterías como los deportistas que se tuercen el tobillo por un mal brinco, hasta el vendedor de seguros que chocó, el niño que bebió esa cosa verde suculenta sin saber que era veneno, el operario que descuidó un movimiento y la máquina le tasajeó la mano, quienes iniciaron una riña y no entendieron cuándo salió la fusca y llegaron al hospital con cortejo intrigoso de familiares, abogados y policías. Cada uno de los que ingresan despertaron en la mañana pensando en la rutina de otro día más y nunca imaginarían que un movimiento en falso o un impulso desmedido los traería aquí, a saldar cuentas con la fragilidad del cuerpo, algunos con la muerte; por extensión, sus parientes comen los tacos con el shock de no asimilar lo que ha ocurrido: se despidieron tan sonrientes, la discusión parecía tan poco importante, esa noche deberían estar en el cine y por eso no se entiende verlos con sueros y monitores, con escayolas o tubos de oxígeno, como extraños porque no usan la ropa de siempre, y como extraños porque no están rodeados de la gente de siempre: médicos, enfermeras, camilleros, caras nuevas, aprender nombres, reconocer al internista buena onda del ojete, y con ello las burocracias admonitorias: se llenan formularios de ingresos, estudios socioeconómicos, solicitudes de medicinas y de sangre como si se expiaran las culpas de los descuidos; los administrativos deben ver a los familiares entre aburridos y severos: quien les manda a no ocultar el enchufe, por qué lo dejó comer esos mariscos si le parecieron tan malos, déjese de lloriqueos, los lloriqueos no valen, debió haber previsto, aconsejado, impedido: usted también es causante de lo que le ocurre a quien está tumbado en aquella cama, llene el formulario rapidito y haga acopio de estoicismo que esta historia todavía va para largo.</span><br />
<span style="font-size: large;">Imagino que cuando estamos en los tacos los parientes ya pasaron por todos los desconciertos, todas las negaciones, todos los dolores en el interior del hospital y sólo les queda asimilar su culpa, de ahí el tono desvaído, como drogado -ojos hinchado de llorar o estar en vela-, de quien ya gastó sus energías y sólo quiere comer algo para recuperar fuerzas -la noche aún será muy larga. Si lo de su pacientito no es tan grave, de pronto se permiten inventar los chistes que contarán durante el resto de sus vidas sobre este día calamitoso y sorprendente. En contraste, los doctores y enfermeros comen con indiferencia: tan desgastante sería compadecerse a todos, que la salud mental -incluso, la buena práctica profesional- les exige distanciamiento. Y le dan al taco sin remilgos y hasta como certificándolos: un doctor pidiendo otro de carne enchilada se vuelve mejor garantía salubre que cualquier ISO 22000:2005.</span><br />
<span style="font-size: large;">Pero los clientes que más me atraen son los policías: barrigones (y sin cliché: las campañas institucionales de dieta poco pueden con sus comilonas callejeras), malencarados hasta que uno les pide el trastecito de los limones y lo pasan con diligencia, siempre contándose una historia encriptada, que el exceso de buena conciencia imaginaría llena de corruptela. La primera reacción ante ellos suele ser de repudio. Tanta tradición de mordidas y arreglos turbios los hacen, al menos, despreciables. Pero ellos no hacen nada por cambiar la imagen: están cansados, la chinga fue dura, comen y eructan, la carne se desborda del taco sin elegancia, miran de soslayo, no sé si con arrogancia de fregar o miedo de ser fregados. Se saben los responsables de todo, a ellos les tocó dar testimonio del atropellado, de los baleados en las riñas, ellos abrieron bruscamente la puerta del suicida y coprotagonizaron la incertidumbre del evento extraordinario. Y en ese tiempo de llamadas al celular, de llantos absurdos y rabias incontenibles, buscaron su sitio para ampararse: lavarse las manos, salir lo menos escaldados posible, hacer variaciones de la declaración ministerial según los tratos previos lo hayan acordado. Seguiría el panfleto progresista que los caracterizaría como los eslabones más frágiles de una gran cadena de impunidad e infamias, seguirá la reconvención: no todos debe ser iguales, y los pobres polis honestos aguantan tan mala vara como los que sí aprovechan las oportunidades. Pero ya habrá otro momento para redactar reclamos y precisiones: acá le dan a los tacos con el mismo cansancio de los otros, pero con la fatalidad acumulada de tanto herido y muerte que tramitan desde su humilde cinismo. Los polis desprecian las tragedias del hospital como se desprecian a sí mismos. "Le hizo chico tajote con la navaja, le desgració todita la vida". "Hasta pendejos para los arrancones. ¿Le viste las piernas rotas? Ese ya va a andar en ruedas para siempre". Entonces se ríen. "Hijo de la chingada", le suelta uno al otro, después consideran comer otro taco y, cosa insólita, el segundo se niega porque tiene el colesterol alto y hay que durarle a los morritos. Hasta eso que son considerados: ven llegar a un pariente de un hospitalizado y guardan silencio, seguro han tenido regaños por imprudentes y eso fastidia, han visto tanto pleito durante el día que lo que menos quieren ahora es pelearse más.</span><br />
<span style="font-size: large;">Son discretos pero socarrones. Solamente los he visto adoptar el hermetismo más férreo alguna ocasión que apareció en los tacos un insospechado reportero de TV. Muchacho bien trajeado que con saco de reportero de periódico habría causado más respeto; su micrófono con logo y su celular siempre sonando lo hace digno de toda suspicacia. Lo ven como un roedor sagaz que los husmea y a priori los enjuicia. Ante él se hacen ceños impenetrables. Los polis se saben amenazados, a medio comentario de ser exhibidos: nunca como entonces son ejemplo de impunidad, lacras sociales, servidores corruptos sin la menor moral. Y así nomás no saben los tacos, parecen decirme mientras me piden que les acerque la salsa. Intuyo que los polis saben algo que el reportero, tan camarógrafo y vagoneta al lado, nunca entendería: que ninguna negligencia pudo nunca prevenirse, que el consejo y el regaño son paliativos de una realidad más desolada, que la protesta no dice nada cuando ellos ven a diario asesinatos, rencores que devienen desgracias, la epopeya del ingenuo que no supo resolver su bronca y terminó entubado en una cama de urgencias.</span><br />
<span style="font-size: large;">Cuando al otro día aparece la nota, los comentaristas del noticiero están escandalizados, mueven la cabeza conmovidos y se preguntan qué puede hacer la gente, la sociedad en su conjunto, para paliar tanta desgracia. Por supuesto que crean conciencia y por supuesto que uno corre a leer manuales preventivos y también los que enseñan a ser buenos ciudadanos. Pero llega la noche, uno va a los tacos, ve a los parientes, los doctores, los polis, sobre todo a los polis. Se sabe que ellos entienden las cosas de otra manera, más turbia, más entreverada. Comen sus tacos, se limpian los dientes con un palillo, eructan. Uno sabe que ellos saben. Lo saben más triste, pero lo saben mejor.</span><br />
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<span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-small;">Agregado uno: la inseguridad de revelar el sitio de los tacos, ya los veo luego llenos de hipsterillos cinetucos que van a la experiencia miserable después de haber visto a Lars Von Trier o Kar Wai Wong </span></span><br />
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<span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-small;">Agregado dos: que todo este post inútil se parece mucho más a esta rola: larga vida a Cecilia, a su banda de Arpía y al compositor José Elorza. </span></span><br />
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<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="390" src="http://www.youtube.com/embed/VE1cy2eSsFA" width="480"></iframe>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-76644759211085612602011-07-03T23:10:00.007-05:002011-07-10T23:43:27.815-05:00Elba Esther y mi papá<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizhtwdNCVdNDPdQZfPqC7ZeQqOx98kj7-fPFqhAzIazKb4SocwTqnFhyEL4EmQBTHVH0-AudT1358bBf2gJ71oVnf60p567Ms6xencLEHpnVHHcRKzuD_GJh926wAVBY4ODh-CDUClWPS3/s1600/newsFileName_14271_elba-esther-gordillo-snte-812109.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizhtwdNCVdNDPdQZfPqC7ZeQqOx98kj7-fPFqhAzIazKb4SocwTqnFhyEL4EmQBTHVH0-AudT1358bBf2gJ71oVnf60p567Ms6xencLEHpnVHHcRKzuD_GJh926wAVBY4ODh-CDUClWPS3/s320/newsFileName_14271_elba-esther-gordillo-snte-812109.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5627944214131879938" border="0" /></a><br /><span style="font-size:130%;">La semana pasada mi madre se fue a Veracruz a atender a una tía enferma y de paso se le cruzó un velorio, una boda, unos quince años y no tengo claro cuántos festejos más. Por eso el domingo tocó atender a mi papá. La rutina fue sencilla: mi hermano lo llevó a resolver pendiente y medio al Centro, hacia las dos de la tarde los alcancé en el Corona y vimos el empate a ceros de Venezuela y Brasil.<br />Cuando venían a dejarme a la casa, mi hermano (pinche crudo) cabeceó en un cruce y el auto rozó con un camellón, se nos hizo peligroso que siguiera manejando así. Sugerí que durmiera media hora en mi casa. Me puso incómodo saber que entrarían a este bastión impenetrable de cucarachas y manzanas podridas que es mi casa, pero no se podía hacer otra cosa. Mi hermano tardó </span><span style="font-size:130%;">más </span><span style="font-size:130%;">en tirarse en el sofá-cama que en roncar. Yo hice café para mi padre y para mí. Venía lo incómodo: que me preguntara sobre mis perspectivas de vida y mis negocios audaces (ja). Serví las tazas, tomé aire. Él le dio un sorbo a su taza, revisó que el café hubiera quedado bueno (quedó bueno), empezó a preguntar:<br />-¿Qué te parecieron las declaraciones de Elba Esther?<br />Fue como preguntar mi opinión sobre la selección nacional de squash de Eslovequia. Ni siquiera sabía que recientemente hubiera hecho declaraciones importantes. Improvisé lo obvio: deleznable su capacidad de intriga, ambiciosa, voraz y acomodaticia, el siniestro parecido con Chucky que le había dejado tanto bisturí estético, sus artes maquiavélicas que ayudaron con el fraude de Calderón han destruido sistemáticamente al país. Mi padre le dio otro sorbo al café y miró unos cincuenta años hacia atrás.<br />-Pinche Elba. Es una cabrona la Elba.<br />Esperé la historia que siempre sigue a cualquier evocación de Elba: ella adolescente, en la fiesta de graduación de sexto año, en Comitán, Chiapas, hacía una espléndida ejecución oratoria y justo recitaba algunos versos de "México creo en ti" cuando todo el auditorio la vio escupir su dentadura postiza (semanas antes había oído decir a otra persona que los chiapanecos sufrían mucho con su dentadura, quisiera imaginar que en aquellos años cincuenta más tempranamente debían recurrir a los postizos). Con el mismo temple que ahora arrea a miles de sindicalizados del SNTE, Elba Esther interrumpió el poema, recogió sus dientes del suelo y terminó de recitar con gran convicción. Y es que Elba Esther Gordillo y mi padre estuvieron juntos en la misma primaria, y aunque mi padre interrumpió los estudios de secundaria, siguió viéndola en Comitán mientras ella cursó la secundaria, la vio irse a la capital para estudiar en la Normal y la vio regresar de tanto en tanto a la ciudad.<br />Después mi padre intenta demostrarme con toda su evidencia posible -la de las palabras y la memoria- cuán cercano estuvo de Elba Esther en la niñez y la adolescencia. Mi abuelo y su padre compartieron alipuces. El padre de Elba Esther tenía una alberca donde iban toda la chamaquera a nadar y tirar rostro, Elba vendía cuartitos de jabón zote y refrescos, y a los que no llevaban dinero les fiaba (después era tenaz para cobrar los créditos). Para más: mi padre me describe una genealogía enredada en la que yo podría ser sobrino en segundo grado de la lideresa, aunque siendo más honestos, recompone mi padre, los Gordillo de Elba Esther no son los mismos Gordillo de tu abuela, aunque nunca se sabe, "las formas en que se relacionaron las personas en Comitán son formas que... vete tú a saber".<br />-Pero estoy seguro que si consiguiera el teléfono de Elba y le llamara y le dijera quien soy, me respondía a la llamada y me hablaría con mucho gusto. Porque Elba será lo que quieras pero siempre se portó bien conmigo.<br />Y siguió la otra historia que siempre cuenta de Elba: cuando ya mi padre bien afianzado en el DF, a finales de los años setenta, trabajaba en una empresa de telas y dirigía en alguna calle de Polanco a unos cargadores para que trasladaran mercancía de un camión a una bodega. En pleno trajín escuchó que gritaban su nombre, volteó y la sorpresa fue ver a Elba caminando muy eufórica hacia él.<br />-Ella fue quien me gritó, no yo a ella. Para entonces ya traía unos señores tras ella, imagino que guaruras, ya debía de andar de novia de Jongitud, pero todavía no estaba tan cabrona como ahorita.<br />Se saludaron, se abrazaron, se dijeron que no habían cambiado nada, se preguntaron qué era de sus vidas. Mi padre le habló de su matrimonio, de los dos hijos; Elba contó cosas vagas: "la política, paisa, ya sabes, la política".<br />Elba le dio una tarjeta con sus teléfonos. "Todavía la tengo por ahí. Ya no debe tener los mismos teléfonos, pero probar es probar".<br />-¿Y si llamas y te atiende qué vas a hacer?<br />Mi hermano dio uno de esos ronquidos salvajes que parecerían destruir todo su aparato respiratorio. Mi papá jugaba con hojitas de apuntes que estaban regadas en mi mesa. Encontró un boucher de Gandhi. Alzó las cejas como cuando no entiende que se puedan gastar 600 pesos en libros y no en zapatos.<br />-Pues.. platicar, recordar esos tiempos, yo creo que a ella le gustaría. ¿A poco a ti no te gustaría conocer a Elba Esther?<br />Imaginé los bonitos linchamientos procrastinadores del Tuiter. El tal @rufianmelancoli sube su foto al lado de Elba Esther y de inmediato se le evidencia su amistad infame con Kahwagi, Salinas, Peña Nieto y PauRubio. Pero también imaginé cuánto no daría cualquier periodista profesional por tener un encuentro así, con El Monstruo: lejos de las coyunturas políticas y las obligaciones a ser crítico, escudriñando el perfil más privado del personaje controvertido. Si se permite la comparación y la distancia: la crónica semejante que hubiera querido hacerse de Hitler, Videla, Pablo Escobar, El Chapo. ¿Qué le preguntaría a Elba Esther si la tuviera de frente, sin reflectores ni necesidad de defensas políticas, con un café como el que ahora tomábamos con mi padre, ella olvidada por unas horas de sus parcelas de poder, de sus felonías, de sus argucias políticas, de la joda que le ha puesto a la educación nacional, entregada a los recuerdos infantiles de una ciudad entre cerros y marimbas?<br />Terminamos el café, mi padre necesitaba comprar medicinas en Wal-Mart y podíamos ir al de Zapata, darle veinte minutos más de jeta al crudo. Y suele ocurrir que cuando se cambia de ambientes se cambia de charlas. Ora sí vienen mis planes de vida y mis fabulosos negocios fracasados. Pero cruzamos Cuauhtémoc y mi padre seguía ya se verá dónde:<br />-En una de esas le caes bien y te da una chamba.<br />-¿Una chamba? ¿De Elba Esther? Papá, no jodas...<br />-No una chamba-chamba de esas vergonzosas. Pero pensaba: que te vendieras bien y le hicieras una biografía.<br />-Ya hay mil biografías de ella.<br />-¿Y qué cuentan esas biografías? Lo de Jongitud. Lo del sindicato. Sus chingaderas. No no no, yo pensaba una biografía distinta. Que la humanizara.<br />-Una biografía oficial. Justificar las chingaderas. Además, seguro ya tiene quién se la haga. Y un enjuague así, ps nomás no.<br />-Es que mira, hijo. Yo sé todo, oigo el radio, no me hago pendejo. Sé lo que hace. Pero siempre que lo hace nomás pienso, Pinche Elba. Porque me acuerdo de quién era. Y de quién es ahora. Se me hace raro. Pensar quiénes fuimos y quienes llegamos a ser.<br />El Wal-Mart los domingos es insufrible. Estuvo fácil comprar las medicinas, más complicado saltar las colas y salir. De regreso a casa empecé a explicar lo conveniente y no de hacer la despensa en un super tan cercano: ruta muy corta como para tomar un taxi con ocho bolsas llenas, pero si las cargas caminando se vuelve eterno. Mi padre entendió pero recobró.<br />-¿Sí sabes que Elba tiene un solo riñón? En todo Comitán se supo. Estaba casada con un maestro, en Puebla. El hombre se enfermó y le urgía la donación. Elba de inmediato se hizo operar. Pero el cuerpo del esposo rechazó el riñón de Elba y murió. Luego Elba quiso cobrar la pensión y no pudo porque apareció otra esposa del maestro, la única y verdadera. Y fue como en las películas. Que cuando pasan esas cosas, te cambia la personalidad.<br />-La falta de un riñón la llevó al lado oscuro... -hice el chiste Star Wars pero mi padre no lo entendió.<br />-Elba nunca fue guapa, en aquellos tiempos había muchachas más guapas y ella lo sabía. Pero creo que lo compensaba siendo dura. Haciéndose la mujer de gran temple. Y mira al paso del tiempo, cómo son las cosas. También a qué costos. No sé cómo sea eso de escribir historias, pero échale una pensadita a esa. Yo no sé. Cuando pienso en ella y las cosas que se escriben, siempre pienso que por ahí debe haber algo.<br />Para entonces ya estábamos en mi casa, mi hermano sentando a la mesa, apenas llegamos me dijo que no mamara, que gastar seiscientos pesos en libros era una barbaridad. Ofrecí más café pero les entró la prisa, se venía la lluvia y mejor manejar en calma. Todavía cuando fui a despedirlos mi papá insistió: "Si te interesa vemos cómo y la buscamos. Seguro que le digo quien soy y le da gusto y me da una cita. Y a ver qué ocurre, nunca sabes donde salta algo que valga la pena".<br />Al otro día empezaron los dimes y diretes de Elba Esther Gordillo con Miguel Ángel Yunes. Mientras los tuiteros despotricaban por el cinismo de ambos contrincantes, yo quería imaginar a la Elba que conoció mi padre, la que le hace esbozar media sonrisa culpable y le hace decir Pinche Elba. Regiones insospechadas en las que ella debe seguir vendiendo cuartos de jabón zote, recogiendo su dentadura que cae al suelo, cometiendo el épico disparate de donarle su riñón a un marido fraudulento.<br /><br /><span style="font-size:85%;">*La foto es de la revista Vértigo. Si tienen líos que la use la cambio por otra. Total que de la maistra hay mogollón.</span><br /></span>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-2360794102184349042011-06-09T21:04:00.017-05:002011-08-08T23:39:15.034-05:00El colchón de refugiado<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Hace diez años compré un colchón. De la marca del oso que duerme obscenamente, ronquido tras ronquido, sin consideraciones al mundo o al decoro. Tan bello, que parecía absurdo vestirlo con sábanas y colchas para hacerlo parecer hogareño. Durante dos días no tuvo sábanas ni colchas. Era verano. Luego recordé que debía armar una casa. Fui al Wal-Mart y compré un juego de sábanas verde-Issste que después Esha siempre odió. Porque hay que agregar, entonces estaba esperándola a Esha, justo por eso el nuevo colchón. Antes había otro, individual, miserable, al que le pertenecen otras historias. El colchón nuevo formaba parte de esa cursilería esperanzada que algunos llaman Vida Nueva: también había un sofá-cama tubular y un comedor de madera y cristal que los Champis me prestaron. Había dos estantes para discos y DVDs. Había un televisor nuevo, una cómoda enorme y fea pero muy útil, que arrastro desde la adolescencia; un librero que también en la adolescencia tardía le grafiteé la banda de entonces, que era U2. Renté un departamento en Tlalpan y Xola, le entraba luz por todos lados. En la cocina tenía una cacerola en la que ponía las Maruchan y las calentaba hasta darles consistencia de pasta. Pero el protagonista de todo el tinglado era el colchón: la promesa de la persona que llegaría. Ahí se esperaban sus caderas y sus piernas flacas, su figura menuda acurrucada en las mañanas, su ropa regada encima porque nunca sabría qué ponerse. Faltaba tiempo para que llegara, pero todas las noches que hablábamos por ICQ contábamos los 137, 85, 47 días y pretendíamos tranquilizarnos con ese fetiche regresivo. Mientras tanto, me tumbaba en el colchón. Prendía una lamparita de cono rojo. Leía. Si la ansiedad estaba puesta en el sur, releía todo lo sureño que me acercaba a Esha. García Márquez, de nuevo. Vargas Llosa, de nuevo. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rayuela</i>, de nuevo. Arlt y Piglia por primera vez. Podía irse la jornada hasta las cuatro de la mañana, cigarro tras cigarro, leyendo y pensando que ya casi llegaría. Me acurrucaba en el colchón como imaginaba que después se acurrucaría ella. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">En alguna de esas llegó mi madre, con esa fiscalización a los hijos recién mudados que suelen hacer las madres. Travesaños sin polvo: check; ropa bien doblada en el clóset: check; frutas y huevos en el refri: check. La certificación se arruinó en el cuarto:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">-¿Y ese colchón sin base? Pareces refugiado.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Tres días después, regalo premarital, llegó una base de madera, simple, con cajoneras, que le daba formalidad al cuarto. “Ni modo que la estés acostando ahí en el suelo”, dijo mi madre. Esha y yo ya no éramos universitarios de trova e inciensos, la base elevaba el colchón y también el estatus de la relación. Cuando Esha llegó intenté explicar algunos simbolismos entre el colchón en el suelo y el colchón con la base; Esha no hizo demasiado caso porque le urgía más que nos tumbáramos en lo que ya era cama y cumplirnos todas las fanfarronadas que nos habíamos prometido antes en el chat. Lo que sigue mejor obviarlo. O describirlo con ritmo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hard rock</i> inofensivo, como en comedia de Meg Ryan: noches calurosas sin cobijas. Películas rentadas. Gripes. Reconciliaciones. Pleitos. Elucubraciones crueles sobre nuestros amigos. Claro que yo no ronco. Juegos bobos que terminaban en revolcones sorpresivos. Yerba regada en las sábanas. Cuentas de deudas que nunca salían. Recriminaciones crueles. Uno leía y la otra miraba Laura de América. Las medias negras de red que le compré. La biografía de Diego Rivera que me regaló. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Tres mudanzas y tres años después se fue Esha. Un último año tan jodido que cuando volví a acostarme solo en la cama se sintió una infinita paz. La cama se llenó de bolsas del Oxxo. Hot Nuts fue premiada la Mejor Botana 2006. Libros, papeles, colillas, devedés, más papeles, latas de coca cola. Nuevas mudanzas. La base no pudo salir de la penúltima vivienda y debí comprar cama nueva. La primera, la más barata que se consiguiera en las mueblerías de Tacubaya. Tubular. Con garigoleos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">art decó</i> muy poco logrados. Pero la entrega inmediata precipitó el tarjetazo y hora y media después descifraba un manual para apretar las tuercas de la cabecera. Quedo firme, cómoda. Jalé la primera novela de Kurt Wallander. A las tres semanas se empezó a mover. Con la llave inglesa apreté los tornillos. Tres semanas después, de nuevo el vaivén. Y de nuevo la llave inglesa. Así cuatro o cinco veces, hasta que apretar y calibrar la firmeza me aburrió.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Se volvió en una suerte de colchón de agua, sin vaivén morboso, ni agua. Molestísimo leer, mirar tele, delirar angustias. Pero la casa completa era molesta. Por supuesto que siglos atrás devolví el sofá-cama y el comedor a los Champis, con el paso de los años aparecieron muebles nuevos: el comedor que siempre había querido porque es simple, de madera pura, se presta para amontonar cervezas y botanas, sillas suficientes para los amigos. El nuevo sofá cama, más consistente, tenía un propósito idiota: en su foto promocional había tres adolescentes en shorcitos que parecían divertirse mucho en él. Recién comprado, me sentaba frente a él y calculaba si en efecto cabría yo con las tres niñas. Cuando el primer borracho lo vomitó se diluyó la fantasía: durante tres meses olió a cloro y todavía conserva un manchón conmemorativo. Por suerte, fácil de esconder.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Los nuevos departamentos han sido más oscuros. Ya no esperan a nadie específico, pero siempre se puede fanfarronear que en realidad esperan a quien sea. Y tal vez por lo indeterminado de esa espera es que no ha adquirido fisonomía de nada. Hay libros regados. Toallas secándose. Sobrecitos de Canderel. La taza-termo del café frío. Por supuesto, papeles. Tiene su mojo polvoso, celebró Isabel. Muchos envases vacíos, aguzó Natalia. Talla las paredes del baño, insiste Ana. “Es que el departamento debe parecer miserable, improvisado, todo en cajas o arrumbado, que se note que al personaje dejó de importarle la vida y sólo va dando tumbos y sobreviviendo a lo que sea… ¡Exacto! ¡Exactamente como tu depto!”, imaginaba un guión Martín y luego fue por el ron para hacerse otra cuba.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Pero lo peor del departamento seguía siendo la cama. Me amargaba con Isabel, desbrozaba teorías que iban entre el feng shui y Thomas Bernhard: el lugar donde uno duerme, el que en realidad debería ser el más tranquilo, la cápsula de serenidad y relajamiento tan recomendadas por los blogs de reikis, en mi caso estaba fatigado por los demonios de las tuercas. El monstruo no vivía bajo la cama, fastidiaba en los pésimos ensambles, que pasaron por todas las manifestaciones posibles: de los rechinidos suaves a los fuertes, del vaivén intimidante a sentir que la cabecera se viene sobre uno, de incorporarse con la espalda jodida porque nunca se sabe a dónde voló la cama mientras uno dormía, a tener miedo de acomodarse de lado porque el sismo doméstico puede desbordarse y qué pereza dar el sentón al suelo a plenas tres de la madrugada. Después, es fácil alargar el lamento a las necedades existenciales: los pendientes por resolver, la soledad y la falta de plata, los años y el ensimismamiento, las motas de polvo y la timba chelera que ni cómo reducir.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Hace cinco semanas iba a tener una visita. Había que limpiar, ordenar el baño, tirar el jamón descompuesto y las manzanas podridas. Pero la principal preocupación era la cama: lo básico hospitalario era cederla y ocupar yo el sofá-cama, pero lo vergonzoso hospitalario era ofrecer ese armatoste tembeleque que, simbolismo de nuevo, era como ceder neurosis, reflujos y desguances. Acudí con la llave inglesa, aquella olvidada amiga, decidido al Ajuste Final. Los tornillos se barrerían pero yo sería más fuerte: tuercas, rondanas, cuerdas, alambres, todo estaba de mi lado para vencerle a una inercia que ya se había excedido demasiado. El enfrentamiento fue breve y contundente: al primer giro se rompió una pata y la cama quedó inservible para siempre. Aun había alternativas, como conseguir un soldador, improvisar apuntalamientos con ladrillos o dormir con los pilotos del gas abiertos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Pero llegó una visión añeja, brumosa, insólitamente olvidada: el colchón de refugiado, que una década atrás era tan nuevo y tan bello que tardó dos días en ser vestido con sábanas y colcha. De inmediato vino otro recuerdo, aquel en el que yo esperaba a alguien, fumar tras fumar toda la madrugada. Y también el tiempo en que dejé de esperar porque podría llegar cualquiera, y la cama se volvió una canoa incierta. Llegó como alivio la insolencia: para qué esperar a alguien, si lo único real era yo, los cigarros, la lámpara, leyendo novelas. Separé los fierros de la horrenda cama, se los encargué al portero para que los vendiera con el primer ropavejero. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt;">Me acosté en el colchón viejo, como universitario de trova e incienso. Jalé <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La novela de Genji</i>, leí un ligue malsano, pronto me ganó el sueño. Como oso que duerme obscenamente, ronquido tras ronquido, sin consideración al mundo o al decoro.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"> </span></div><div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;"> </span></div>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com27tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-84302319772366976942011-05-08T14:22:00.011-05:002011-05-08T16:33:09.908-05:00La Marcha Nacional explicada a las Maras<span style="font-size:130%;">-Sí, claro que la marcha es política, y claro que es una mentada de madre frontal a Calderón -le dije a <a href="http://flavors.me/aniuxa">Aniuxa </a>mientras comprábamos cigarros y coca colas y nos trepábamos al colectivo que nos llevaría al Vive Latino.<br />Ana, salvadoreña, no entendía las parcialidades de las marchas mexicanas: años atrás una Marcha contra la Delincuencia convocada desde los medios monoctrónicos, ropa blanca, velitas en las manos y los cantantes de la tele llorando como recurso chantajista de promoción, relatos conmovedores de niños nice subiéndose por primera vez al metro de la ciudad -<span style="font-style: italic;">y descubrimos un mundo nuevo</span>, registrarían azorados en sus blogs y foros de discusión-, con el resquemor de los otros -México cada vez se trata más de la descalificación de los <span style="font-style: italic;">otros-otros</span>- decodificando intenciones de derechas maquiavélicas que querían abollar el carisma del líder de la izquierda.<br />Y años después, copia calca en negativo, los que marchan no usan ropa blanca ni velitas -cursilerías de estudiantinas lasallistas- pero en su lugar reproducen esa ilustración tan efectista (lo siento: y tan horrorosa) No Más Sangre del monero Hernández, no pueden evitar que grupos golpeados por el régimen -SME, concretamente- quieran llevar agua a su hidroeléctrica y recurren al santoral que el perredismo querría vender como moral: que si el Peje, que si la Morena, que si olvidemos las tracalencias contra Juanito, que si la gritona de la Jesusa y el siempre incómodo ligador Bejarano, que si </span><span style="font-size:130%;">cuando </span><span style="font-size:130%;">la Poni y el Monsi (QElaicaPD) comen torta de aguacate logran sincretizar lo mejor de nosotros mismos.<br />Las Marchas Por la Paz y Contra las Delincuencias en México tienen distintas lecturas, todas según desde el color del circulo que tachemos los días de votaciones. Las convocadas por Marti y la señora Wallace se van de picnic al campo semántico de los Valores según la TV, la IniciativaMx censora pero para hacer el país más bonito, los cheques que suelta la gente con plata (tan comprometidos, ellos) para apoyar tullidos o damnificados. Mientras que las otras marchas, las de los chairos y los nostálgicos de las viejas marchas democratizadoras, resuelven su protesta en lemas básicos y perentorios: la renuncia de Calderón, evidenciar el fracaso de su guerra como evidencia de su ineficacia política, su intención de militarizar el país como ambición soterrada de régimen totalitario, la división tajante que Felipín ha hecho entre ellos, los criminales, y nosotros, los ciudadanos de bien que deberíamos aguardar con paciencia a que amainen los asesinatos y mientras ocurre bien podríamos rezarle al nuevo beatito polaco.<br />El discurso de las marchas se querría universal: paz, tranquilidad, justicia, memoria, no a la impunidad (y sí al gobierno del color que más nos late); cuando se lee más de cerca se reconoce la actualización de la pugna que se inventó a mediados de los años dosmiles y que, me temo, en mucho tiempo no sabremos superar: la caída del camaleónico priísmo -cuasimarxista en tiempos de Echeverría, neoliberal con el Villano Favorito Salinas- dejó indefensas (y mucho más: inexpertas) a las facciones de izquierda y derecha del país. Tan impresionante es la influencia del priísmo, que mucho se sabe: lo mismo PAN que PRD son mutaciones con quesque ideologías augustas del viejo PRI, la praxis de sus políticos no ha cambiado un ápice del que tendría el gabinete de López Portillo, pero esos dogmas beligerantes que llaman ideología bien se ha encargado de joder al país.<br />Desde el año 2000 y hasta ahora, la política mexicana se ha tratado de tirarle mierda al PAN o al PRD, según la trinchera de la querencia de uno (el priísmo nomás se divierte); las manifestaciones populares no son sino expresiones de fuerza de cada facción. Y en este momento -ahora que se está desarrollando la Marcha Nacional que liderea Javier Sicilia-, la exhibición de fuerza es de izquierda, y el linchamiento va contra el legítimamente y de-a-pechito lincheable Felipe Calderón.<br /><br /></span><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;">-o-<br /><br /></span></div><span style="font-size:130%;">Pero Felipe Calderón tiene la obligación de aguantar vara, por la simple razón de que legítimo o fraudulento, él se supone que es el Presidente de la Nación. Y él es quien dicta las políticas de seguridad en el país. Y su éxito o su fracaso lo debe asumir él. ¿Por qué no extender la protesta al crimen organizado? Porque no votamos por ellos, ni ellos han establecido con nosotros un compromiso explícito de gobernabilidad vía cualquier mecanismo democrático, ni tienen la obligación de preservar la unidad ciudadana.<br />Pero hay un apunte más: tampoco debemos olvidar que Felipe Calderón inició esta guerra como un golpe mediático para asentar su institucionalidad, que hacia el mes de diciembre de 2006 sólo se la creía su familia y su querido amigo Mouriño. Las formas en que Calderón asumió el poder fueron muy parecidas a las de Salinas de Gortari a finales de los ochenta.<br />Después de una jornada electoral llena de suspicacias (la caída del sistema y esas linduras del priísmo ochentero en plenitud), la institucionalidad de Salinas estaba en entredicho y debía buscar una forma definitiva, tajante, de demostrar que, legal o no, él era el muchacho que concentraría el poder. A Salinas no le temblaron ni medio las manos. A las pocas semanas de llegar a Los Pinos operó aquello que se llamó el Quinazo, la aprehensión del poderosísimo líder sindical petrolero Joaquín Hernández La Quina, una ostentación de fuerza y poder tan maravillosamente bien llevada que después de eso a nadie se le ocurrió cuestionar la legitimidad de su presidencia. Como buen villano favorito, una vez legitimada su autoridad, Salinas desplegó un sutil mecanismo de represión contra sus opositores (los incipientes perredistas a los que "ni oía ni veía"), a la vez que deslumbraba en esos artificios económicos y políticos que le permitieron ser visto como estadista cuando iniciaban los noventa.<br />Calderón quería repetir la peli ante una situación similar (la mitad del país seguíamos y seguimos sin creer en la legitimidad de su triunfo electoral), pero sin el genio de su antecesor. A Calderón le urgía parecer presidente y opacar a la figura terca pero influyentísima de López Obrador; el enfrentamiento contra el narco le significó ese genial recurso mediático que lo asentara y lo volviera el héroe postergado que debíamos reconocer. El lío fue que La Quina era un objetivo mucho más fácil que todo el enjambre económico y criminal de los cárteles de la droga. Y que agitar el avispero criminal excedía en mucho las capacidades de su ejército y su policía. No es que no se deba enfrentar al crimen organizado, es que esto requería un trabajo de inteligencia quirúrgico, y no una ostentación tan grosera y burda de poder, que derivó en masacres, enfrentamientos, desquebrajamiento de las instituciones de seguridad, vejaciones a los derechos humanos: la transformación de un México enfrentado políticamente en otro angustiado por la violencia disparatada y caótica. Y esa elección SÍ se la debemos a las decisiones políticas de Calderón.<br />Esta elección de poder y mano dura para afianzar su legitimidad, es la que se le reclama. Y el Renuncia Calderón entonces cobra sentido: representa el juicio de la sociedad contra una decisión de gobierno que va más allá de lo impopular, que representó el desbordamiento de la violencia por decreto, un régimen sistemático de inseguridad -y en consecuencia, de control- como forma de apuntalar la legitimidad.<br />Esto también explica la parcialidad de la Marcha, la politización del mensaje que se da entre quienes la ejecutan, y la virulencia con la que los partidarios del régimen la atacan. En el fondo, la Marcha Nacional sigue debatiendo el 2006, aunque también van marcando las pautas de 2012, en las que la figura del Sr. Presidente queda como la más trágica, la más pusilánime, la más desgraciada. La Marcha Nacional marca el inicio del declive de Felipe Calderón como presidente; a partir de aquí las izquierdas afianzarán su poder e influencia y recobrarán la creación de múltiples y variados grupos de organización -la famosa sociedad civil de los años ochenta-; las derechas deberán reconsiderar su discurso y paulatinamente se irán alejando de la bravuconería calderonista si es que quieren ser rentables en el electorado del próximo año. No es que se dejará de enfrentar al crimen organizado: la guerra se ha iniciado y en la agenda de cualquier partido político se deberá agregar el apartado de confrontación y seguridad que pide la batalla contra los carteles, pero forzosamente deberá matizarse y modularse con cruzadas de corte social y político, que de verdad vuelva a este enfrentamiento en un compromiso de la sociedad contra los criminales, y no en el capricho autoritario de una cúpula gobernante, sin considerar la opinión de sus gobernados. ¿Esa agenda, ese programa a futuro, lo tiene el PRD o el PAN? Mientras tanto el PRI contrata diseñadores de interiores para remodelar la casita de Constituyentes.<br />Los que saben de política presidencial dicen que el quinto, el penúltimo año, es el más solitario del habitante de Los Pinos; los grupos políticos se acercan a los nuevos candidatos y del presidente sólo se pide mesura y contención -autoridad altamente discrecional- en el devenir de los acontecimientos. La soledad de Calderón se acentuará con su figura torpe, limitada, que nunca supo leer la política nacional más allá del enfrentamiento y la polarización. Porque si algo no supo hacer Calderón en estos años de gobierno, fue intentar la unidad. O la logró, pero no cómo el quería: porque consiguió una unidad opositora, frontalmente crítica a sus decisiones y que no ve el momento de que se marche, para ver si entonces se puede intentar la reconstrucción del país.<br /></span>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-2758596795904606185.post-53229345321234211852011-03-26T18:15:00.003-06:002011-03-26T20:20:46.146-06:00Los Huaraches de Zapata<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ8GdH7UxUX648g9qVkj3_Gv0A4PkcwJeU5URymRsO-V3uQH1gjezbxfkYjdC-fduQq50ePixDvz9TyO5dYZ-dHfHHQRjYyrDCkKSmxcGLtSO1sKPa1tPjjVGhlf8190VSQGYU_nyXvR2S/s1600/3798263778_81c14ec724.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 320px; height: 214px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ8GdH7UxUX648g9qVkj3_Gv0A4PkcwJeU5URymRsO-V3uQH1gjezbxfkYjdC-fduQq50ePixDvz9TyO5dYZ-dHfHHQRjYyrDCkKSmxcGLtSO1sKPa1tPjjVGhlf8190VSQGYU_nyXvR2S/s320/3798263778_81c14ec724.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5588578625560393778" border="0" /></a><br /><span style="font-size:130%;">Los Huaraches de Zapata está en la calle de Flores, atrás del Walmart de Plaza Universidad. Venden -obviamente- huaraches, pero también tacos, gorditas, quesadillas, sincronizadas, refrescos y aguas de frutas naturales. Es un lugar barato, apreciable para quienes perseveramos en el hambreado oficio del <span style="font-style: italic;">free lance</span>. Hasta hace poco lo atendía un tipo desgarbado, de preguntas hurañas y ejecución pronta. Apuntaba los pedidos con una letra atormentada, se los pasaba a la fritanguera y tachaba con furia las comandas atendidas. El equipo total de Los Huaraches de Zapata era de tres personas: este amigo desgarbado, la diligente fritanguera y una tercera muchacha que pelaba tomate verde con mucha lentitud porque la televisión le exigía su concentración total.<br />Era un buen equipo. Me causaba curiosidad, sobre todo, el amigo desgarbado y su gran eficiencia al tomar la orden, cortar limones, rellenar las cazuelitas de salsa, hacer las aguas de melón, sandía, naranja y alfalfa con piña y guayaba. Tenía el pragmatismo de quien ha perdido toda esperanza: por eso se movía mecánicamente, echaba agua y fruta en el vaso de la licuadora casi sin fijarse y se sonrojaba con las clientas bien maquilladas, vendedoras nerviosas de ropa de niño en Suburbia.<br />A mí me tocó presenciar justo el parteaguas en Los Huaraches de Zapata. Alguna tarde que pedí mi religioso huarache con huevos rancheros -estrellados, uno con salsa verde y el otro con salsa roja, para darle sabrosura y vistosidad-, el amigo desgarbado estaba con una señora: fácil deducir que era su mamá. Bien maquillada y con el pelo color jamaica, tenso en un chongo de Señorita México cuando buscan respetabilidad. Era de ese tipo de señoras que desde jóvenes habían querido ser guapas y, aunque nunca lo consiguieron, al menos habían aprendido a sonreir con cierta gracia. El hijo, a trompicones, le explicaba lo importante de la comanda, de tachar lo ya entregado, de cómo envolver las quesadillas para llevar en papel aluminio. La señora lo oía a medias y a todo contestaba: sí, cielo, sí, cielo, entiendo, cielo, así se hará, cielo. Cielo inició una explicación muy complicada sobre las cubetas para las salsas y las cubetas para las frutas, que de ninguna manera debían confundirse porque la mezcla de los sabores podría ser funesta, a medio lamento por los hipotéticos comensales agraviados, la señora lo atajó, enfatizó:<br />-Yo voy a salir adelante, cielo. Tú no te preocupes. Tú asoléate y haz jogging en la playa. Acá todo va a estar bien.<br />Y Cielo bajó los ojos con fatalismo y su mamá, como si se sintiera obligada a darme explicaciones, abundó:<br />-Se va a trabajar a Puerto Escondido. Seis meses, por lo pronto. Yo le digo que le eche ganas para que se quede más.<br />Al instante, Cielo me preguntó si necesitaba otra cosa. Mi cuenta. Garabateó sus números desesperados, saqué el billete, me dio cambio, eso ocurrió hace cuatro meses y desde entonces las cosas han cambiado dramáticamente. Ahora la señora te recibe con una sonrisa que parece canción de Save Ferris, muestra un menú que ella misma habrá confeccionado: con un Zapata de lentes new wave, piñas y guayabas contentísimas, un Cantinflas satisfecho que muestra el pulgar porque qué encabronadamente bien se come aquí. La señora pregunta qué tal te ha ido, te hace opinar sobre lo hermoso que está el día y entrega su menú como si fuera su boleta de calificaciones. El problema es que con todos hace lo mismo y, según el juego que le haga cada persona -yo le hago poco- se extiende en más o menos chácharas -por lo común más- antes de que uno pueda ordenar. La mujer que antes pelaba tomates verdes, ahora mira catálogos de zapatos Andrea y suele interrumpir a la señora para indicarle: "mire, mire estos huarachitos, qué lindos están". Con la misma concentración con que saluda, la señora voltea a ver el catálogo y dictamina: "pero esos los vi más baratos y más bonitos en el mercadito que te conté". La del catálogo entonces le explica que en realidad le gustan más los huarachitos del otro catálogo, lo busca y se lo enseña, la señora compara y precisa: "también hay de estos en el mercadito, el domingo vamos"; con la misma se acuerda que saludaba y tomaba las órdenes, y como si no estuviera segura de haber saludado antes, vuelve a sonreír, a comentar lo sabroso que se siente el calor. Por suerte, la fritanguera sigue siendo tan fría y eficiente como antes. Se ha converido en el factor secreto para que no termine de caerse el lugar.<br /><br /><br /><br /></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMjWhTmzdocBF4NkpfFnirNm9EB5WxkuPAoEflHERDljQbIy-c6E2Om2IHVSNpJF8oq5cuABK9-RcMrI1OKTNal8Vz1QcLNKJ06m6zlv-sIw-s35Co3SjCgycoC7-zPC3m_hX_EvzzvXV-/s1600/68783581_2-BUFFET-DE-ANTOJITOS-PARA-SUS-FIESTAS-HUARACHESSOPESGORDITAS-Y-QUESADILLAS-RELLENAS-Zapopan.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 198px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMjWhTmzdocBF4NkpfFnirNm9EB5WxkuPAoEflHERDljQbIy-c6E2Om2IHVSNpJF8oq5cuABK9-RcMrI1OKTNal8Vz1QcLNKJ06m6zlv-sIw-s35Co3SjCgycoC7-zPC3m_hX_EvzzvXV-/s320/68783581_2-BUFFET-DE-ANTOJITOS-PARA-SUS-FIESTAS-HUARACHESSOPESGORDITAS-Y-QUESADILLAS-RELLENAS-Zapopan.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5588578180462555762" border="0" /></a><span style="font-size:130%;">La señora se ríe, apunta la orden, se ríe, descubre que se le está cayendo el barniz de las uñas, se ríe, arregla su chongo color jamaica y vuelve a reírse. En ineptitud total. Y la comida que uno antes despachaba en 20 minutos ahora se ha extendido hasta los tres cuartos de hora; es como comida con show incluido: comedia de dislates y digresiones con efectos desesperantes.<br />Mientras le doy al huarache y al refresco -renuncié al agua de melón desde que la señora tarda poco más de media hora para hacerla- suelo pensar qué tal le estará yendo a Cielo en Puerto Escondido. la primera idea, la irónica, parece ruego: ojalá en verdad se haya asoleado y esté haciendo jogging en la playa todas las mañanas, es más: ojalá me lo esté zarandeando una turista europea, rubia y colorada, para que valga la pena la decadencia de su negocio en la ciudad. Pero la segunda idea es pesimista: lo imagino arrumbado tras la barra de un bar cutre, sirviendo margaritas y martinis con su pragmatismo desolado, incapaz de sostenerle la mirada a cualquier cliente con tono de rumba. Incluso concluyo mientras rompo la yema fría -quince minutos en llegar- del huevo estrellado del huarache: quien de verdad debía estar en la playa, sonriendo y recibiendo clientes, riéndose de sus chistes e improvisando otros para corresponderles, debería ser la madre y no él. Y entonces odio mi determinismo social, tan de naturalismo decimonónico, pero cuando la cuenta tarda diez minutos porque la divina señora está haciéndole gestos y aplausos al niñito que llevó un cliente, la sentencia es inevitable: que hay gente gris y desgraciada, que nunca debería moverse del sitio oscuro donde su monotonía</span><span style="font-size:130%;"> funciona más</span><span style="font-size:130%;">. La incompetencia social de Cielo se traducía en servicio eficiente y satisfacción de sus clientes; su dramática transformación como persona, tan improbable, tampoco ha traído beneficios en los hambrientos y angustiados comensales que colmamos nuestra paciencia con el show de la madre.<br />Se me ocurre otra certeza, que ya se escapa del propósito de esta historia: que la madre y su pelo jamaica en chongo, y su distracción y su amabilidad circense, es la única de todo el cuadro que sería feliz aquí, en los Huaraches de Zapata, o en el bar de Puerto Escondido, o en Las Vegas, o en Montecarlo, o en Ctulhú. Y que quizá todos los demás deberíamos aprenderle algo a ella.<br /><br />Aprendamos algo de la señora del pelo color jamaica:<br /><br /><iframe title="YouTube video player" src="http://www.youtube.com/embed/HCzWPBR30Nk" allowfullscreen="" width="480" frameborder="0" height="390"></iframe></span>El Rufián Melancólicohttp://www.blogger.com/profile/04826904294265474931noreply@blogger.com17