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miércoles, 9 de marzo de 2011

No es post, es nomás pa' no perder el link de este artículo-conferencia tan lindo que hizo Alonso Ruvalcaba

Que trata del Ciudadano Kane y donde hace comparaciones jugosas con la literatura, otras películas y hasta el comic.
Si alguien necesita dar una clase sobre Orson Welles y su
Ciudadano Kane, no pierda el tiempo en el Rincón de vago, agandallen este artículo con todo y sus referencias al youtube y lampareen a sus alumnitos (y no sean cínicos, denle crédito al jefe Ruvalcaba que hizo un trabajazo sensacional).
Sin más, el link:

http://www.letraslibres.com/beta/blogs/ciudadano-kane-visita-guiada?page=full

(pronto post, prometo prometo. Hasta después)

jueves, 6 de enero de 2011

La noche, según Sprandell

-Todavía joven -así comentó Sprandell la noche-. Joven un tanto insípida. Las noches son como los seres humanos: no son nunca interesantes hasta que llegan a la edad adulta. Hacia medianoche llegan a la pubertad. Un poco después de la una alcanzan la mayoría de edad. Su apogeo corre de las dos a las dos y media. Una hora después se hallan en vías de desesperación, como esas mujeres devoradoras de hombres y esos hombres cuesta abajo que se lanzan al devaneo con redoblada violencia, esperando persuadirse de que no son viejos. Después de las cuatro se halla en plena descomposición. Y su muerte es horrible. Verdaderamente horrible al rayar el sol, cuando las botellas están vacías y las personas se parecen a cadáveres, y el deseo, exhaustivo, se ha vuelto repugnancia. Yo tengo cierta debilidad por los espectáculos mortuorios, debo confesarlo -añadió Sprandell.

Aldous Huxley
Contrapunto

lunes, 8 de marzo de 2010

Cuestiones de ritmo

(cuando voy en la calle y voy imaginando un post siempre imagino un ritmo, un ritmo testarudo, atrabancado, que se cae a trompicones y se levanta sin la menor gloria, con más riñones que cerebro; la perorata machacona del antipático que quiere ligarse a una muchacha a la que ha aburrido desde el inicio de la conversa, pero insiste y sin ver que lo han dejado solo sigue caminando y recapitulando necedades para enamorarse de sí mismo aunque eso apenas resulte una salpicada de patético onanismo; así me gusta que suene el fraseo, esa insistencia ciega de quien no tiene nada brillante qué declarar pero si deja de decirlo se abarranca peor y el ni modo de la supervivencia le obliga a ofrecer como nuevas tres ideas ya choteadas, aburridas pero que no le hacen mal a nadie porque al menos no quieren protagonizar, rescatarse como aforismo o encabezar el marketing social media de lo frugal)
(en cambio a veces redacto y limo oraciones y cuando estoy a punto de decir algo me pasmo al sentir que finjo una cátedra de sentido común y contención, entonces me entristezco porque sé que estoy a punto de volverme en quien no quiero, resignarme a mirar por encima de los anteojos beneméritamente y conformarme con representar a ese que no tuve más remedio que ser; ahí me agobio y me aterro de mí mismo y es cuando prefiero cerrar la plantilla de blogspot y me voy a cuidar granjas de facebook o algún otro juguete virtual de generosa evasión)

miércoles, 1 de julio de 2009

Sobre Spielberg y Lucas

(...) Lucas y Spielberg lograron que el público de los setenta, muy intelectualizado tras años de alimentarse de películas europeas y del Nuevo Hollywood, regresara a la sencillez de la Edad de Oro del cine, anterior a los años sesenta, la era que Lucas tan bien había celebrado en American Graffitti. Atravesaron el espejo pero hacia atrás, con películas que eran el polo opuesto de las rodadas por sus colegas del Nuevo Hollywood. Como Kael fue la primera en señalar, infantilizaron al público, reconstruyeron al espectador-niño, y lo abrumaron con sonido y espectáculo, eliminando la ironía, la afectación estética y la reflexión crítica. La guerra de las galaxias volvió a trazar tan radicalmente el paisaje del cine popular, haciendo del futuro un lugar seguro para sí misma, que en 1997 la trilogía se repuso en dos mil salas y recaudó doscientos cincuenta millones de dólares. El reestreno simultáneo de El padrino, una película infinitamente mejor, palidece en comparación con las recaudaciones de la trilogía. Somos hijos de Lucas, no de Coppola.
Para decirlo de una manera sencilla, el éxito de La guerra de las galaxias, junto con el fracaso de New York, New York, significó que las películas que hacía Lucas (y Spielberg) reemplazaran a las que hacía Scorsese, quien afirma: "La guerra de las galaxias era lo que se llevaba. Y Spielberg. Nosotros estábamos acabados." Y Milius: "Cuando estaba en la USC, la gente corría a ver Blow-Up, no iba al cine a sentir las emociones de un parque de atracciones barato. Pero (Lucas y Spielberg) demostraron que ese filón daba dos veces más dinero, y los estudios no pudieron resistirlo. Nadie se imaginaba lo rico que se podía llegar a ser con esa clase de cine. Como en la antigua Roma. Está claro, hay que echarles la culpa a ellos." Y Friedkin: "La guerra de las galaxias barrió con todo. Lo que ocurró con esa película se parece a lo que hizo McDonald's cuando se consolidó: la gente olvidó el sabor de la buena comida. Ahora estamos en un período de involución. Todo ha ido para atrás, vamos hacia un enorme agujero que lo aspira todo."

Moteros tranquilos, toros salvajes. La generación que cambió Hollywood.
Peter Biskind.
pp. 446-447

martes, 11 de marzo de 2008

Identidad

Yo no soy más que un simple camino por donde pasa el hombre que yo soy

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo
Haruki Murakami

(PD: voy hacia la página 275 de la novela; en toda la primera parte, que el impasible Tooru Okada recibe las visitas de media docena de locos, cada uno con una historia extravagante, misteriosa, que enrarecen la cotidianidad más bien grisácea de Tooru, yo removía la idea stendhaliana de la novela como un espejo que ponemos en el camino; pensaba que en el caso de la Crónica del pájaro..., el espejo estaba encerrado en casa y los personajes debían encerrarse en ella para hacer allí sus "participaciones solistas", ante el testigo sin personalidad de Tooru. Pero ahora que él mismo se asume como un camino por donde pasa el hombre que él es, la metáfora de la novela se renueva. Y apenas voy a un tercio de la novela.)

domingo, 9 de marzo de 2008

Chinos

La intuición popular los dividió en dos clases: los chinos malos y los chinos buenos. Los malos eran los de las fondas lúgubres del puerto, donde lo mismo se comía como un rey o se moría de repente en la mesa frente a un plato de rata con girasoles, y de las cuales se sospechaba que no eran sino mamparas de la trata de blancas y el tráfico de todo. Los buenos eran los chinos de las lavanderías, herederos de una ciencia sagrada, que devolvían las camisas más limpias que si fueran nuevas, con los cuellos y los puños como hostias recién aplanchadas.

El amor en los tiempos del cólera
Gabriel García Márquez

domingo, 18 de noviembre de 2007

Familias

Salvo en los casos en que se ve con claridad que ha intervenido un maníaco homicida, la policía prefiere creer que los asesinatos los cometen las personas que conocemos y amamos, y casi siempre tienen razón: una idea que pone los pelos de punta cuando se cena con una familia numerosa. Un montón de asesinos en potencia pasándose bandejas y platos.

A de adulterio
Sue Grafton

martes, 13 de noviembre de 2007

Comedia

Siempre que me encuentro ante una vida ajena y desconocida, me asalta la misma emoción que ante el telón a punto de abrirse y dar paso a la representación de una obra de Shakespeare, y en ambos casos prefiero que se trate de una tragedia, ya que, aparte de la auténtica seriedad, sólo disfruto la gracia trágica, y a los bufones, como en El rey Lear, precisamente porque ellos son los verdaderos irreverentes, practican la farsa en gros y no respetan ningún aspecto de la vida humana. Por el contrario, los pequeños graciosos y los autores cómicos bienintencionados, que se acantonan en las historias de la familia, y que no se atreven a burlarse de los dioses mismos, como lo hiciera Aristófanes, me repugnan cordialmente, al igual que las almas débiles y sensibles que, en lugar de destruir la vida de un hombre para que la humanidad se eleve con su ejemplo, aplican sólo pequeños tormentos, y tienen al médico listo a un lado del supliciado para que les indique con precisión el grado de tortura que puede soportar, con el fin de que el pobre diablo, si bien destrozado, pueda salir de ahí con vida; como si la vida fuese el bien más preciado, y no el hombre, que por supuesto sobrepasa la vida, ya que ésta no es más que el primer acto y el inferno en la Divina Comedia, lugares por los que debe pasar antes de llegar a su ideal...

Las vigilias de Bonaventura

domingo, 11 de noviembre de 2007

Ricos y pobres

Cuando no se tiene dinero para ofrecer a los pobres, más vale callarse. Cuando se les habla de otra cosa, y no de dinero, se les engaña, se miente, casi siempre. Los ricos son fáciles de divertir con simples espejos, por ejemplo, para que en ellos se contemplen, ya que no hay nada mejor en el mundo para mirar que los ricos. Para reanimarlos, se los eleva, a los ricos, cada diez años, a un grado más de la Legión de Honor, como una teta vieja, y ya los tenemos ocupados durante otros diez años. Y listo. Mis clientes, en cambio eran unos egoístas, pobres, materialistas encerrados en sus cochinos proyectos de retiro, mediante el esputo sangrante y positivo. El resto les daba por completo igual. Hasta las estaciones les daban igual. De las estaciones sólo sentían y querían saber lo relativo a la tos y la enfermedad, que en invierno, por ejemplo, te acatarras mucho más que en verano, pero que en primavera, en cambio, escupes sangre con facilidad y que durante los calores puedes llegar a perder tres kilos por semana... A veces los oía hablarse entre ellos, cuando creían que yo no estaba, mientras esperaban su turno. Contaban sobre mi horrores sin fin y mentiras como para quedarse turulato. Criticarme así debía de animarlos, infundirles qué sé yo qué valor misterioso, que necesitaban para ser cada vez más implacables, resistentes y malvados pero bien, para durar, para resistir. Hablar mal así, maldecir, menospreciar, amenazar, les sentaba bien, era como para pensarlo. Y, sin embargo, había hecho todo lo posible, yo, para serles agradable, por todos los medios; estaba de su parte e intentaba serles útil, les daba mucho yoduro para hacerles escupir sus cochinos bacilos y todo ello sin conseguir nunca neutralizar su mala leche.


Viaje al fin de la noche
Louis-Ferdinand Céline.