jueves, 23 de octubre de 2008

El reflejo de Jack Bauer

¿Qué ve Jack Bauer cuando se refleja en el espejo?

Así como Rambo lo fue para la era Reagan, Jack Bauer es el héroe gringo de la década 00 de George W. Bush. Los siete días moviditos de la serie de TV 24 han hecho del agente de la CTU un emblema de la valentía, la tenacidad, el estoicismo, la temeridad, el patriotismo (agréguenle más, ya me cansé) de los norteamericanos, desde que el famoso 9/11 supieron que su misión como país era ser policías del mundo y masacrar a cuanto peligrosísimo terrorista musulmán se les apareciera en el camino. Y por supuesto, los tercermundistas emergentes vemos esta misión como una bravata fascistoide y nos paramos de pestañas y renovamos nuestro resentimiento hasta que Fox anuncia el inicio de la nueva temporada de 24 y entonces, inyección de adrenalina , corremos a la tele para atestiguar el nuevo día en el Extraño Mundo de Jack. Y ni modo, lo disfrutamos, sufrimos con él, creamos la empatía y para qué desgastarme en más loas a Bauer, si Mario Vargas Llosa ya hizo un artículo rebonito del tema, que se puede leer por acá.
Lo cierto: la creación del agente Jack a la vez renovó y encasilló al actor Kiefer Shuterland, quien después de una carrera más bien discreta, con este personaje se asentó en el inconsciente colectivo del gabacho. Tan así, que por eso su anterior película, The Sentinel (Johnson, 06) no dejó del todo convencidos a los comedores de palomitas. ¿Por qué carajos estaba Shuterland de secundario, atrás de un inepto como Michael Douglas? ¿Por qué era tan torpe la solución del conflicto, cuando sabíamos que bastaba con que Jack sacara su fusca y dijera Damn it!, para que las cosas se solucionaran?
Shuterland mostró que era un desperdicio tenerlo de secundario cuando ya exige protagonismos de balaceras y explosivos. Por eso Aja se regodea con él en Espejos siniestros, pero no sólo presume a su estelar neurótico: juega con su figura en una serie de acertijos que podrían leerse políticamente (ajá ajá, el debraye acaba de empezar).

El chiste del principio: la presentación del personaje de Shuterland, Ben Carson, es con un reloj digital que da las exactas 8:00 am (como los inicios de 24). Sigue la danza de coincidencias: Ben es policía, más modesto que Jack, pero también impulsivo, violento, con serios problemas de autocontrol. Como Jack, el contrapeso a esta actitud cuasisociopata es su relación con la familia (La Buena Familia Gringa, empiezo a inventarme autos sacramentales). Contra los malos malosos se puede acribillar, cercenar, deshollar, electrocutar; la familia es el ámbito amable para jugar ajedrez (así se presenta a Jack en la primera temporada, dejándose ganar por la deslumbrante aunque pendeja Elisa Cuthbert), o jugar con un auto a control remoto, como en Espejos siniestros. En ambos casos, la sobresaliente neurosis del personaje le impide hacer una vida normal con la familia. Desarraigado que a pesar de su marginalidad, respeta con estoicismo la Verdad y la Justicia de su Patria.
Cuando Ben Bauer acude a su nuevo empleo arranca la acción y también los guiños políticos. El lugar que Jack Carson debe vigilar es un centro comercial que se ha incendiado misteriosamente, y que tiene el nombre de Mayflower, como el barco de los primeros anglosajones que llegaron a Massachusets. Más obvio, entre los altorrelieves que ilumina la lámpara del vigilante, puede verse alguna alusión a los "Padres Fundadores". El ambiente del lugar es desolador, entre las ruinas se puede apreciar cierto ambiente lujoso de los años veinte. Inevitable pensar: ¿así quedó el lugar tras el crack del 29? ¿Y esto tiene algo que ver con las actuales hipotecas subprimes?
Un Ben Carson vigilando con pistola y lámpara los extraños fenómenos del centro comercial incendiado, es como un Jack Bauer merodeando por su América derruida a pesar de tanta inteligencia policiaco-militar. Aunque formalmente se trata de una película de horror, son inevitables las concesiones al personaje Bauer, que con su clásica pistola a dos manos amenaza gente, presiona confesiones, escudriña habitaciones en ruinas y hace berrinches de balazos ante espejos que no se rompen.
El tema de la película son los espejos, sus reflejos demenciales que muestra historias horrendas del pasado. Ya sé que no se vale relatar con detalle el argumento, pero sí se puede insistir en que los enfrentamientos del personaje de Shuterland con los espejos podrían leerse como el enfrentamiento del ícono gringo con su reflejo aterrador. El héroe de la peli se mira y mira los espíritus malignos que marca el guión. Pero el héroe de 24 se mira y acaso mira la demencia de la década Bush: la invasión a Irak, la paranoia de los aeropuertos gringos, la frivolidad ante los temas ecológicos, el terror que se adivina tras las oscuras miradas musulmanas, las hipotecas subprimes que acabaron de derrumbarlo todo.
Me llama la atención que, así como en The Happening, en Espejos siniestros la solución de la trama inicia en medio de un bosque inhóspito, lovecraftiano, condensación de los horrores más guardados del ideario gringo. Quien quiera aventarse una tesis filmicosociológica, acá le va el tema: ¿de dónde viene el interés del cine gringo de encontrar sus claves en lo que ellos llaman la America Profunda? Si en The Happening el encuentro de los fugitivos de la ciudad con la ermitaña desconfiada "ayuda" a resolver la trama; en Mirrors el encuentro de los ermitaños con Ben Carson hunde al personaje en lo más siniestro de su reflejo. Podría asegurar que el héroe de 24 nunca tuvo tanto miedo (ni cuando viajó con una bomba atómica, ni cuando enfrentó una guerra bacteriológica, ni cuando fue secuestrado por los chinos) como en esa casa perdida de Pensylvannia, donde el misterio de los espejos se resuelve en una historia de dudosa esquizofrenia.
Jack Bauer estará esperando su octavo día de televisión, Ben Carson resuelve el enigma de los espejos, pero uno y otro coinciden en su actitud fantasmal, inoperante, que ya no tienen razón de ser en los nuevos Estados Unidos deprimidos económicamente. A continuación debería venir ese entusiasta canto al final del capitalismo, que compense, rencoroso, aquella fiesta por el fin del socialismo que se dio en los años noventa. Pero sería más elegante atestiguar con discreción los derrumbes.
El último chiste que se avienta Alexandre Aja: cuando en la última escena de la peli, con casi todo resuelto, salvo la fantasmagórica identidad del héroe, la cámara se abre para mirar una calla donde todo transcurre con engañosa normalidad. En algún punto de esta panorámica se mira un minisuper. Con luces neón, anuncia: Open 24 hours. El diálogo de la peli con la serie también es el diálogo de una película que tras su horror sobrenatural vislumbra los horrores reales de Norteamérica, contra una serie de TV energética, pero también complaciente de la frivolidad estúpida de George W. Bush.

5 comentarios:

La niña Fonema dijo...

ahora sí ni cómo opinar, no conozco al bato...
nada más te encargo que borres el link obsoleto de mi ex blog, que ya ni existe
nos vemos pronto

Jo dijo...

siempre que veo a kiefer por tv. me vuelvo compulsiva. Curiosamente casi todo lo que le vi antes de 24, era nefasto! a excepcion de una peli que hizo con farrel.
(ya ni se si se escribe asi)

y sea o no una pelicula palomera o de churro... por ver a kiefer sutherland yo me sacrifico.

(y eso que me sugestiona el suspenso y el terror)
vaya se me caen los calzoncitos jajaja

que frivola... chau

NTQVCA dijo...

Pues no soy muy seguidroa de la serie, sin embargo mis respetos por tu post que me provoca la curiosidad de verificar lo que escribes, la unica apresiación que tenía es notar mejoría en el Sutherland a partir de 24.
Saludos

La Rumu dijo...

Vaya, ahora sí se viajó Señor Rufián. Hice un post de la misma peli pero hartamente más escueto... Saludos ;-)

Jhon Brando dijo...

Rufián, usted siempre dando buena tela de donde cortar, buen material para desplayarse a placer, inconscientemente incita e invita a que un simple comentario se convierta en un debraye de varias líneas.

Larguémonos de esta habitación, por un instante démonos venia para viajar al pasado, de dejar las caídas de bolsa a nivel global del siglo XXI, vamos a 1823, Estados Unidos de Norteamérica, es un día soleado en Washington, el preciso James Monroe departe en su despacho y encuentra un texto redactado por Quincy Adams, discuten, debaten y finalmente se deciden a dar a conocer al populo desesperado lo que hasta el día de hoy es conocido como “La doctrina Monroe”, cuyo principal estandarte es la frase “América para los americanos”.

México., el presidente Juárez se empieza a tambalear en la silla debido al fuerte empuje de las tropas del imperio maximilianesco apoyado por la “dulce Francia” y el resto de conservadores ardidos que quedaron de la Reforma, (por cierto, ¿Qué pensaría la bella Carlota si supiese que su confortable cama fue regalada a la pobremente celebre “tigresa” Serrano por su simiesco amante?), después de la victoria republicana en Puebla todo fue un infierno para don Benito, pero ¿Qué sucede? ¡¡woow¡¡ ¡¡Oh my fucking god¡¡, la doctrina Monroe se expande por todo el continente como pólvora, un EUA muy inspirado por el espíritu de esta toma cartas en el asunto, haciendo valer el postulado “América para los americanos” amenaza al post-bonapartista Napoleón III, le exige largarse de México y dejar que el pelele de Habsburgo se las arregle solo.

Es por todos conocido (eso espero) el final del pobre “Maxi” y sus fieles esbirros; juzgados sin clemencia para posteriormente ser fusilados en Querétaro, el regreso triunfal de Juárez a la capirucha, la tan soñada restauración de la República estaba consumada. Me quise trasladar a este hecho histórico para dejar en claro los inicios del patético protagonismo gringo, ¿Quién coño le dijo a Monroe y Quincy que debían salvar al mundo? ¿Quién madres les dijo que su “Destino Manifiesto” era para el gusto de todo el orbe? ¿Qué madres pensaba Roosevelt con su “Corolario”? ¿Acaso fue algo así como el pretexto que durante el obscurantismo utilizó la iglesia para cometer masacres:”porqué dios quiere”?, el/los motivos son claros: expansionismo al más puro estilo romano.

Como bien se desglosa en su texto, “Jack Bauer” es el nuevo icono para todo ello, es el nuevo rayito de sol que los gringos necesitan para sentirse a salvo, el neo profeta de la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto, ocupa el rol que “Rambo” protagonizo para pegarle a los “malos” del socialismo, la pesadilla de Khrushchev, así como “Rocky” fue la muestra de que el “american dream” es realizable aun para el más lerdo y torpe, ¿Quién vendrá ahora?, yo haría una película donde el chico guapo Superman salve al Down Jones y el Wall Street de su estrepitosa caída, ¿después de su inminente extinción que vendrá?.

Ofrezco disculpas anticipadas si la extensión del presente resulta incomodo, juro que los dedos sobre el teclado se deslizaban solos. Saludos.

“BUENAS NOCHES, BUENA SUERTE”