jueves, 27 de marzo de 2008

Las respuestas a Carlos Mota

Carambola de un conflicto en apariencia lejano, la presencia de estudiantes mexicanos en los campamentos de la FARC en Ecuador propiciaron una andanada de artículos por parte de Los Periodistas Serios (estos post 2 de julio que analizan la modernidá del país con envidiable mesura y deslumbrante sentido común), cuestionando la labor de la universidad pública, en específico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. De estos textos, el más tristemente célebre fue el de Carlos Mota, "¿Quién quiere estudiar filosofía en la UNAM?", publicado el 6 de marzo en el periódico Milenio. Lo torpe y limitado de su argumentación, la fragilidad de sus ejemplos, lo fatuo de su (i)lógica y lo tendencioso de sus conclusiones, han resultado blanco fácil para réplicas, protestas, condenas, burlas, parodias y confirmación de principios. O en castellano más simple: Mota se puso de a pechito para que le cayera, no lo duro, sino lo tupido de la garra puma. Pero no sólo los estudiantes y maestros de la UNAM se lanzaron contra el tinterillo; alumnos de otras universidades públicas y universidades privadas, intelectuales ajenos a la universidad, desertores o librepensadores, participaron con posts que han ido de lo visceral a lo lúcido, del sarcasmo al desdén, de revisar su pobreza de redacción a parodiar su (de alguna manera hay que llamarle) ideario.
A veinte días de que se publicó el artículo de marras y se apuraron las respuestas, queda la impresión de que lo más importante del acontecimiento ha sido la buena cantidad de textos que abordaron el Motagate. Pocas veces recuerdo una participación tan copiosa de los blogueros sobre un tema en específico, que les atañera tan íntimamente. Obvio, se ha comentado en bloque la Guerra de Irak, las elecciones federales, la Decepción Nacional de Futbol, algún concierto rimbombante (¿Police?, ¿Soda?), pero eran "agendas de interés general". Sobre asuntos más locales, si acaso recuerdo el apoyo a los escritores Gerardo Sifuentes y Epigmenio León cuando los entambaron, o más festivo, el famoso video de Edgar ("ya güey, ya güey") cayendo al arroyo. Pero ahora, estas respuestas al artículo de Mota surgieron de manera espontánea, abierta, sin línea política o ideológica alguna (por ejemplo, lo mismo hay quienes excusan la presencia de los mexicanos en Ecuador, o quienes la condenan, pero no por eso lo asocian a la misión de la universidad), sin otro fin que reivindicar las profesiones y los ejercicios propios de las carreras humanísticas, y de la rabia primera se han ido convirtiendo en una colección de miradas hacia las muchas vertientes del trabajo intelectual emanado desde la FFyL-UNAM.
Las respuestas a Mota se antojan para editar una antología que, de paso, ofrezca una buena gama de reflexiones sobre la labor de las carreras sociales y humanísticas, vistas no desde una perspectiva académica o formal, sino desde la coyuntura "periodística" (los posts contra Mota fueron, a su modo, columnas de diario que reportaban y comentaban la nota), con argumentaciones sólidas, juegos de humor, lirismo o pasión, según la vena de cada autor.
De acuerdo: muchas respuestas son reiterativas y no todas tienen la misma calidad. Pero las más afortunadas rebasan la protesta o el insulto, y sugieren puntos de discusión que se irán haciendo cada vez más necesarios. Porque aquí sigue una realidad siniestra: el artículo de Mota, y otros menos obvios, no dejan de compartir esta tendencia de desprestigiar a la FFyL-UNAM y los planteamientos intelectuales, sobre todo si son críticos al libre mercado, al “tesoro en el fondo del mar” y demás consignas que se irán convirtiendo en signo de nuestros tiempos, en los que los politólogos de elite se autoerigen como ideólogos de la modernidá global y la competitividá (Cfr. cualquier programa de análisis de Televisa o Azteca), en los que la cultura se confunde con entretenimiento (Cfr. el Pueblo Polinesio de Gregory Colbert en el Zócalo) y la filosofía con estrategias de management (Cfr. al Carlitos Mota de nuez).
Carlos Mota escribió su artículo para escandalizar y conscientizar (es un decir) a sus lectores-entrepreneurs; el tiro le salió por la culata y en realidad movilizó a una nutrida tropa de humanistas que empezaron a generar ideas alrededor de la utilidad de su labor. Si la hipotética edición de estas Respuestas a Carlos Mota se antoja pertinente, más importante sería aprovechar el impulso rabioso y lúdico de los blogueros para generar debates sobre la necesidad de las ciencias sociales, la filosofía y el quehacer intelectual, en estos tiempos con tanto marketing y estadística.
Por irónico que parezca, habría que agradecer la publicación del panfletito de Carlos Mota: involuntariamente ha despertado ideas y posturas que urgían cimbrar.

PD: Soy remalo para las artes del hipervínculo, pero intento al menos éste, hacia el blog de chilangelina, que además de dar una de las respuestas más emotivas, hace ligas a varios posts que tratan el tema.

Y PD2: Capaz y porque uno está más cerca de estos ranchos pumas, pero no he encontrado posts que defendieran el artículo de Mota. ¿Alguien conoce alguno? Sería interesante integrar al debate las posiciones de quienes estuvieran de acuerdo (si los hubiese) con él. Aunque sea para seguir haciendo hígado y redactando protestas. ¿Neta les cae que sí quieren seguir estudiando filosofía en la UNAM?

2 comentarios:

Jo dijo...

es demasiado tendencioso y generalizar, alguna vez me confieso prejuiciosa pero tuve que estar en esa facultad tiempo después para tomar clases de estética y ahi es cuando te muerdes la lengua. Carlitos Mota seguramente habrá ido a otros lados seguramente hasta a europa a veces cualquiera ya escribe (y me incluyo) jeje vaya

Jo dijo...

...y muchas veces uno escribe con el higado sin siquiera sentir el menor espasmo... lo digo por el coment de Kerouac.

el monito no era parte de, sino contrario de...
debí poner un fragmento de algun cuento obscuro, una frase esnob o algun poema de silvia plath