viernes, 6 de junio de 2008

Quiero casarme con Cameron Diaz

De acuerdo, Cameron Diaz es la chica del verano antepasado, y en Pandillas de Nueva York se le nota la anorexia y en Los Ángeles de Charlie el exceso de coca y en Los Ángeles de Charlie 2 son más que obvias sus patas de gallo y casi nunca ha dado el Do de pecho actoral -aunque qué tal en ¿Quieres ser John Malkovich?-, y siempre le ha faltado la _______ (elegir adjetivo: elegancia, personalidad, sensualidad, enigma, candor) de _________ (elegir diva: Monica Belluci, Angelina Jolie, Nicole Kidman, Jennifer Connelly), pero nadie ha bailado como ella en La máscara con Jim Carrey, y nadie se ha probado tantos zapatos con tanta cachondería como ella en En sus zapatos, y nadie ha sido una mujer de bandera tan alborotadora como ella en La cosa más dulce. Cameron no enamora, seduce palomeramente, pero en la noche machina de los bebedores procaces puede brindarse por ella con tremenda gratitud.
Amiga de borrachera de prepa, esplendorosa calentona que nos impidió terminar la carrera (¿alguien recuerda a Cameron Diaz estudiando para un examen?); vodka tonic, alguna bacha y la hermosa noche en que no supimos cómo acabamos enredados entre sus piernas.
A Ashton Kutcher no lo tengo tan bien ubicado, creo que es el felpudo en el que se limpia los tacones Demi Moore, entonces está más que perfecto para patiño de la rubia en Locura de amor en Las Vegas. Comedia romántica de inicio torpe, como si el director Tom Vaughan no se atreviera a tomar la convención del género por los cuernos. Justo la parte de Las Vegas (donde Joy y Jack se conocen y tras la obvia noche de copas se descubren casados) es lo más desafortunado de la peli, con diálogos torpes, momentos de la trama incomprensibles (¿por qué Cameron y su amiga desprecian primero a los chicos y después compartes suite y parranda?), una edición que se quiere febril y termina pareciendo de comercial de turismo del estado de Hidalgo. Tal vez también influye la comparación, y después de haber visto casarse de manera semejante a Ross Geller y Rachel Green en uno de los momentos más gloriosos de Friends, resulta pobre y predecible el borrachazo de Cameron y Kuchner. Lo que sigue tampoco sirve mucho, se mantiene como receta de las convenciones del género, con mejor soltura que al principio -divertida la carrera de sabotajes mutuos para llegar con la terapeuta de parejas- pero sin llegar tampoco a la sorpresa que haga valer el boleto del cine.
¿Dónde está entonces lo valioso -si algo hubiera- de esta cinta? De nuevo: en lo que representa y en lo que nos atrae de Cameron Diaz. A la amiga de farra, a la chica con la que alguna vez nos acostamos muy sabroso pero sin consecuencias, a la actriz regular pero empeñosa en sus escenas, a la veterana de alcoholes y carnavales, le va llegando la edad junto a nosotros y alguna noche, afuera del antro, nos hace sentarnos en el borde de la acera y nos cuenta que deben cambiar las cosas, que ya no está para esos trotes, y que acaba de conocer a un fulanito ñoñón pero de buenas intenciones con el que podría vivir la segunda parte de la vida, la de los hijos, las hipotecas y los domingos de suegros. La filosofía guerrera obligaría a la disuasión, pero carajo, a las cinco de la mañana, con su rimel corrido y sus maravillosas piernas que se dislocan con fastidio, con sus intensísimos ojos turquesa que nadie ha tomado en serio y nos miran buscando franqueza, no queda sino responderle que sí, que se vería hermosa vestida de novia, que no habría cosa más dulce que ella con bata de embarazo, que la vieja amiga de parrandas sería una maravillosa compañera del insoportable domingo. Y entonces ella camina hacia Kutcher con su vestido dorado y sus hombros desnudos (y más dorados aún), orgullosa de sí misma y del hombre que la mira; ella cruza el gran salón con el mismo garbo que tuvo 14 años atrás en el Coco Bongo Club, y ahí se sabe que valió el boleto de la fallida Locura de amor en Las Vegas, porque a pesar de todos Cameron es hermosa, y a pesar de toda su filmografía siempre da gusto volverla a ver brillar.

11 comentarios:

Cazador de Tatuajes dijo...

Eso es lo jodido de ese tipo de amigas...siempre se casan con un aburrido insoportablemente gris.

Anónimo dijo...

De la güera ésta no me gusta ni su sonrisa, caramba..., me faltan ánimos para suscribir esta furibunda defensa de le mediocridad fílmica. Lo que sí es que me gustó la larga lista de símiles para defender lo indefendible. Buen post.

Eric Uribares dijo...

traite a la wera al movimiento..se me hace re idiota pero he de confesar un poar de sueños con ella y uffff sí sí

dèbora hadaza dijo...

"Lo que sí es que me gustó la larga lista de símiles para defender lo indefendible."

si, no me gusta como actua, me cae bien, me parece muy divertida, pero no se puede defender y tu lo hiciste y uno se la cree!! tu deberìas ser abogado del diablo.

Aguillón-Mata dijo...

La gente se esmera porque no tiene ese argumento inapelable: la belleza.

El moral, el intelectual, cualquier otro valor es menos ante el estético.

Aparte, "turqueza" y "franqueza" riman.

Defeña Salerosa dijo...

Yo he de decir que la odié mucho-bastante, en "la boda de mi mejor amigo".

Y no tengo más qué decir, yo vería cualquier película donde saliera viggo Mortensen, hasta una dirigida por los hermanos Farrelly.

extemporáneo dos dijo...

Yo sí le entraba a la güerita...

Jo dijo...

Me sorprendes creo que muchas de lasveces tenemos unmotivo suficentemente fuerte para poner sore la mesa nuestrosmotivos para ver algo, y no necesariamente para convencer a nadie sno por el simple gusto sin duda yo sacaria un jack daniels claro si brindara por ella porque el vodka me da resaca ... pierdo los zapatos y en una de esas me pueden agarrar borracha y me casan jajajaja

salud por tan buena eleccion, no la de casarte sino sobre cameron

Jhon Brando dijo...

A ultimas fechas siento delirios por las mujeres que veo en cine y televisión, altas, bajas, feas, bonitas, etc. Sus características físicas las dejo de lado, debe ser una nueva enfermedad mental sin duda, usted cree ¿que los caballeros las prefieren rubias o es solo un mito?

“BUENAS NOCHES, BUENA SUERTE”

Rafael Merino Isunza dijo...

Carlos sin citar a Jaime y a Sara comparto en escencia lo que piensan de tu escritura y al igual que ellos me parece sobresaliente.

Este texto con un dejo sugerente y manipulador trazado de forma extraordinaria, estuvo a un párrafo de hacerme gastar 50 pesos para ir a ver una película a la cual unicamente atendería en un ADO a Puebla.

Qué grata sorpresa es encontrar que con tu escritura puedas generar una mitología para una rubía con poco chiste y algunas afortunadas curvas.

Lata dijo...

Mi favorita... "The holiday", ah, y "In her shoes", qué buena...