domingo, 23 de marzo de 2008

Juno

Pues sí, Ellen Page es adorable, la dirección de Jason Reitman es meritoria y el guión de Diablo Cody tiene momentos bastante mordaces. Pero...

De acuerdo, también es cuestión personal.

Juno no trata tanto de una adolescente que se come la torta antes del recreo; los posibles conflictos que pudiera tener por su embarazo prematuro (la ira de los padres, sus miedos, la segregación de su sociedad) no son tan importantes como su encuentro con los posibles padres adoptivos de la criatura que engendra. Ahí está el meollo de la historia, en el encuentro generacional entre una chica de dieciséis años, de la era ipod y el escepticismo carnavalesco del siglo XXI, contra una pareja formada en la desolación del grunge, finisecular, insegura, intentando ocupar su sitio en el mundo con demasiados titubeos.
En esta premisa es donde el guión engaña (o donde yo me quedo con un palmo de narices machín-retrógrada-peterpanesco, según lo que el anzuelo feminista quiera pescar): los padres adoptivos son una pareja clase media alta que viven en un bonito suburbio gringo. Mark (Jason Bateman) intentó ser rockero pero ahora se gana la vida con mediocres singles para comerciales y Vanessa (Jennifer Garner) no recuerdo, pero por la pinta parece tener un buen puesto ejecutivo en alguna de estas compañías de rascacielos copetudo. Vanessa es una mujer nerviosa, neurótica, obsesionada con tener a su bebé, aunque de pronto parecería que lo quiere para completar la sala perfecta, el comedor cute y el cuarto vacío de la parte alta de la casa. Mark comparte su entusiasmo, aunque no tanto: su apoyo es de estas muestras de solidaridad que se tienen con la pareja, no porque uno desee lo mismo íntimamente, sino porque la otra persona lo desea con fervor. La primera impresión de Juno (y de uno acompañando a Juno) es que a pesar de ser la pareja perfecta, también muestran las fisuras de un par de "adultos contemporáneos" incapaces de afianzarse en las realidades de sus treintaytantos. Juno de inmediato se hace afín a Mark. Juntos discuten si 1977 o 1993 fueron el "mejor año del rock". Mark le quema a Juno discos de Sonic Youth y la hace ver una de las películas de horror más tremebundas de toda la historia del cine. Cuando Vanessa llega a casa, se hace la tensión y el mundo agradable de las referencias musicales y cinematográficas se transforman en una tensa conversación polite.
En este primer mensaje de película, parecería que las simpatías van hacia el desparpajo de Mark, mientras se desconfía de la rigidez y la neurosis de Vanessa. Pero más adelante, Mark confiesa no estar preparado para ser padre y Vanessa lo mira desencantada, sabiendo que está perdiendo la gran oportunidad de su vida. Juno atestigua el enfrentamiento de la pareja y toma una resolución, tras revisar la decisión de Vanessa contra las vacilaciones de Mark. Vanessa se queda con el niño, a pesar de divorciarse del hombre-pusilánime-incapaz-de-crecer. En la pared donde Vanessa esperaba poner la primera foto familiar, está el mensaje que Juno le escribió para afianzar el pacto: "si tú quieres seguir adelante, yo también quiero" (o algo así).
Hay dos momentos de Mark con los que me identifico. Primero, cuando explica que toda "su vida" (sus guitarras eléctricas, sus cables de música, sus amplificadores, sus discos) quedaron constreñidos a la parte más reducida de su casa, y la segunda, cuando se lamenta porque lo que a él le importa sigue en cajas: comics, libros, retazos de la juventud perdida. Me quedo con esa idea triste de que las cosas importantes deben guardarse para dejar lucir la decoración de una casa linda e impersonal. Y con ello va la actitud de vida: quien hubiera batallado por perseverar en la música se casa y deja sus sueños en cajas. Y secuencias después, cuando Mark se declara incapacitado para ser padre, la guionista lo abandona con su incompetencia, mientras se centra en la resolución de Juno y la "valentía" de Vanessa.
El público, por supuesto, se engolosina con los sarcasmos de Juno, su cándida historia romántica con Paulie (Michael Cera) y le causa alivio saber que el bebé queda en las ansiosas manos de la profesional Vanessa. Y en un álgebra de valores profamiliares, se desentiende del personaje masculino, como una suerte de castigo por haber evidenciado inmadurez.
La falta de final para el personaje de Mark genera un mensaje excluyente, que da más importancia al rito de la maternidad que a las dudas de Mark. La película se revela entonces sorprendentemente conservadora, al subordinar cualquier duda personal ante un mito sagrado y arquetípico, como lo es la maternidad. Más importantes que las incertidumbres de los personajes, es la evidencia del bebé en camino. Provida y Chespirito podrían tomar Juno como ejemplo de una buena película "a favor de la vida". Lo curioso es que se trata de una película "indie", que en teoría busca ofrecer posturas trasgresoras de los discursos institucionales. Pero a fin de cuentas, Juno no se aparta demasiado de discursos tradicionales familiares como los de Nancy Meyers (Alguien tiene que ceder)o Thomas Bezucha (La joya de la familia). En este caso, los mecanismos son los trasgresores (los diálogos, la actitud de Juno, el ambiente progre de los personajes), pero no el mensaje final. Pero aquí, en vez de pensar en Provida, pienso en esta fauna norteamericana de hippies redimidos, que tras haberle dado vuelo a la hilacha ahora proponen mensajes de contención que parecerían exorcizar sus anteriores excesos. Parece que Cody Diablo fue antes teibolera; su mismo look al recibir el Oscar la mostraba como una persona poco convencional. Y aquí es donde vienen las hipótesis riesgosas, las de imaginar a esta exbailarina exótica como una nueva moralista que se desprende de sus tiempos de rumba y al "asentar cabeza" prefiere apostarle a los valores familiares y desdeñar las expresiones de incertidumbre, como es el caso de Mark. Con esta postura, el tema del embarazo y la maternidad se convierten en profundamente femeninos, sin permitir una exploración más importante del personaje masculino involucrado en la historia. Juno es entonces la expresión de un discurso feminista-conservador, en el que la fortaleza femenina se afianza sobre los titubeos masculinos: remedos sin voz, caricaturas sin profundización; los nuevos segregados que sin embargo siguen siendo poco atractivos para darles la menor oportunidad de expresión.

6 comentarios:

Cynthia Ramírez dijo...

Vaya! qué lectura tan cargada de género!!

A mi me gusto muchísimo y mira que las feministas -conservadoras no me cuentan entre ellas.

Anónimo dijo...

Este... mmm...

Justo ahora recuerdo cuatro cosas: porqué no vamos al cine juntos (porque me odias en el cine), y porqué no voy al cine (porque hay pelis como estas).

La tercera y cuarta:
En teoría, feminista es antónimo de conservadora a menos de que seas la señora de Fox; y... ahora nomás faltaba que una tuviera que "realizar los sueños" de otro/a más... Somos brujas, no hadas madrinas...

Defeña Salerosa dijo...

Interesante perspectiva de la película, pocos notaron esos puntos. Yo sí lo hice un poco, pero Juno me ganó. Me fuí con el sarcasmo y la personalidad de la muchacha.

Jo dijo...

sin duda no es una peli para adolescentes, es mas para adultos, no por el desenfado en que ella actua sin pretensión de caer en gracia o sorprender ya hubiera querido ser asi a los 16( bueno mejor no) jaja sin embargo Juno vino a despertar y dar conciencia a mas de uno en la historia, aun con toda su irreverencia, ironicamente la epoca primaveral es para mi la mas dura ... en la historia

Anónimo dijo...

¡Ufff! Me cansaste. Piensas demasiado. Trata de abrirte más a los sentimientos. Es un consejo, no'mas...

Eric Uribares dijo...

Qué bien, gran post, a mí la pelí nunca me cuadró, había algo....pero mi estúpida cabeza no pudo nunca decirlo como asté lo dijo.