
a veces creo que Facebook, Tuiter y todas esas zarandajas influyeron negativamente para la decadencia de los chats sexosos

en los lejanos 90 se creía
que los internautas eran solitarios gordos salvajes oscuros. No lo
éramos en real pero nos gustaba pensarnos así

uno se conectaba y entraba a un tugurio, con los clichés que le siguen: lo tenebroso, prohibido, temerario, solitario, íntimo

las redes sociales transformaron el callejón oscuro en plaza pública,

el HI5 todavía era buen lugar: congal de mal gusto con nenorras impúdicas mostrando sus carnes

el HI5 todavía tenía el
cochambre del gozo irresponsable, la falta de etiqueta, el piropo
gandalla, el privado para armar hotelazo

la simple cláusula de Facebook de decidir a quien aceptas o no como amigo cambió todo: obligó a la civilidad

Con el Facebook llegó la etiqueta a la red. Y la ostentación. Y la doble moral. Y la obsesión de ser.

la evolución del chat
populachero al HI5 vulgarzón al Facebook pretencioso, es como
transformar una aldea en ciudad en salón de tertulia

en medio de todo eso está un momento idílico, casi hippie, un breve ateneo: los blogueros.

el bloguero tenía algo qué decir: su borrachera, su vacío, su película, su domingo, su amor mal llevado, su paseo callejero

leíamos, comentábamos, nos
coqueteábamos entre halagos excesivos. Pero leíamos y creíamos que era
importante lo que escribía el otro

ninguna arrogancia más
sustanciosa que la de un club de blogueros. Cuando llegaban los primeros
tuiteros parecían demasiado simples.

El tuitero no piensa mucho
pero se le ocurren demasiadas cosas. El bloguero se hizo lento ante la
fascinación del reconocimiento inmediato.

el blog debió
especializarse. Ya no interesa otro post de una borrachera, un paseo en
el centro, un amor malhabido. Ahora eso se tuitea

El blog se volvió autopromoción de habilidades, obsesiones: cine, gadgets, literatura. Se murió el blog vivencial.

pero con la muerte del blog
vivencial, murió la expresión meditada de su autor. Capaz y es mejor,
llegó a hartar tanto confesionario

aunque puedo asegurar que entusiasmaba más @plaqueta, la jefa del blog vivencial, que lo que ahora nos causa alguna tuitera maso guapa

yo sigo más intrigado por saber dónde comía @plaqueta sus tortas de queso blanco, que de los check-in de forsquare de cualquiera

en tuiter hacemos los mismos
posts que en el blog, pero fragmentado, inmediato, puntual. De hecho,
todo esto que escribo es un post de blog

pero es un mañoso y
vergonzoso post que vive al pendiente del mention de cada 140
caracteres, por eso carece de sustancia. Caza lo inmediato

Tuiter no mató al blog. Lo
mataron los favs. Y el mito del favstar. Una frase acertada, 569 favs,
fotos de niñas guapas que me califican

para qué quiero meditar dos horas una idea de blog, cuando en medio minuto puedo conseguir las sonrisas de 30 tuiterilas?

Y ahora es tumbrl. Ilustraciones, mucha forma, sorpresa visual. Textos cortos, en otro idioma porque ostento más.

El tumbrl es forma. Es adivinanza. Es eclecticismo cínico. Es comercial sin marca.
Alguna vez le dije a Alberto Chimal que bien se podría escribir una novela sobre el mundo virtual, pero sin ostentaciones cyber o trampas de contraseñas para descubrir misterios. Una novela sobre cómo han ido transitando las experiencias de alguien en internet, cómo ha transcurrido el tiempo y evolucionan las relaciones. Si hubiera que hacer un esquema rápido y a vuelo, sería lo anterior, con algunas ideas más. A lo mejor ya vamos llegando al tiempo que la experiencia personal, subjetiva, del internet, va permitiendo el experimento proustiano. O no. A seguirlo imaginando.
El agradecimiento va para Jordy que sugirió juntar estas necedades en un post. Creo que hasta se ve chido, jefe. Y ya, comenten, como en los viejos tiempos.