PRIMERA PARTE
Describir la identificación de la banda con Friends es ocioso por lo obvio: los seis amigos maso atractivos, harto divertidos, desenfadados hasta donde sus traumas lo permiten, con novias y novios tan guapos como lo necesitan los patrocinadores del programa. Sus aventuras son estúpidas y sensuales (sigue ruleando el dicho de Lilians) y aun en sus peores experiencias consiguen la frase absurda que rompe en carcajada. Vivir como Friends era vivir en el limbo de las medias horas de risas, en la promesa de que la peor historia tenía un epílogo por lo menos surrealista, en la esperanza de que la llegada de un nuevo capítulo reforzaba el impulso vital en forma de humorada. Vivir a la Friends era vivir en un código relajado y distinguido: un café cercano a El Colegio de México se llama Central Perk e imita las tazas y los sillones de la serie. Cuando una amiga se mudó, antes de mostrarme su depto me llevó al bar que estaba a la vuelta: "Aquí podremos juntarnos todos y ser felices como los Friends". La historia real fue menos festiva, pero este post trata de risas grabadas.
Dos
Quien no conozca la serie, acá va un resumen: son las aventuras de cuatro amigos científicos (el físico teórico Sheldon, el astrofísico Rad, el ingeniero espacial Howard y el físico experimental Leonard), de costumbres nerds o geeks (que no es lo mismo pero es igual, diría el Silvio) y su vecina rubia Penny, aspirante a actriz que mientras tanto chambea de mesera. Y el formato es semejante (más erudito, de ejecución menos precisa) al de Friends: conflictos cotidianos, un romance latente, la exhibición y confrontación de los defectos, con el agregado de chistes científicos y de una cultura pop más bien ñoña (Star Trek, videojuegos, internet, comics). Contado así a muchos no se les antojará; al ver medio capítulo quedarán enganchados y ni recordarán quién diablos era Gunther. La explicación más simple: son muy graciosos el galancete frustrado de Howard, la timidez patológica de Raj, la inseguridad y el menoscabo de Leonard, y la gran creación, por lo brillante e insufrible, de Sheldon. Penny es el pivote necesario y eficiente, con el gran plus de ser rubia y hermosa (menos apantallante que Rachel Green pero a lo mejor por eso más asequible).
Pero esto no bastaría para explicar el éxito de los tbbt's; más sorprendente sería sugerir que estos científicos de mentes privilegiadas y enorme torpeza mundana, son el equivalente a sus espectadores: geeks hiperinformados pero poco diestros en sus interrelaciones sociales, educados para mantenerse en una niñez perenne, rutinarios y conservadores casi sin darse cuenta, de sexualidad hermética (uso el eufemismo para no especificar: monstruosa), más aptos para encontrar un torrent que el punto G.
Y no es que la generación 00 (¿la Y, le dicen?) esté formada de cerebros extremadamente vigorosos, como los tbbt's, pero la hiperinformación del internet la ha hecho mejor receptora (que no intérprete) de datos a borbotones, en detrimento de su experiencia callejera. La vagancia ahora se hace por internet y se le llama procrastinación. Cierto que estamos lejos del mito noventero del internauta como un ermitaño pestilente y perverso, la maduración de las redes sociales ha revertido el estigma y ahora es de lo más normal -hasta el punto de lo adictivo- transformar amistades virtuales en reales, pero también es cierto que el trato más cotidiano de la tecnología (y quizá, por extensión, la ciencia) recrea perfiles distintos a los del grupo Friends.
III
The Big Bang Theory es el triunfo de los geeks sobre los gandallas; la venganza de los nerds, que sonaba a farsa imposible (de ahí lo graciosa) en la película de Jeff Kanew de 1984, ahora puede proponerse como forma de vida anhelada por los veinteañeros. Si el posmodernismo de los años noventa desdeñaba la ciencia y por eso el paleontólogo Ross es constantemente ridiculizado por sus Friends, el gusto por la tecnología de los 00 hace el efecto contrario, y en TBBT la extraña es la vecina Penny, tan cerca del People y tan lejos del internet.La Generación X de Friends hizo de la amistad un pacto eunuco que mantenía a sus personajes en una adolescencia constante; por eso la serie decae cuando aparecen los matrimonios y los bufones van asumiendo responsabilidades. La Generación Y de TBBT retrae a sus personajes a una infancia sabihonda, aunque al mismo tiempo impulsadora de la burbuja académica. A fin de cuentas, el locus amoenus aspiracional de The Big Bang Theory queda fijado: la existencia gozosa de los peter panes sabios, y la oda al geek (que ya estaba dado desde el internet y las redes sociales) como estilo de vida. El reflejo de una generación infantil e inteligente que ansía disfrazarse de Spock, darle a la comida tailandesa y tener jueves de comics. Por suerte, en la puerta de enfrente hay una vecina rubia que los reivindica. Y más importante: que es tolerante con ellos.