- Odio aconsejar cosas como la que le dijo Gertrude Stein a Hemingway (más o menos: están rebonitos sus cuentos, ora quíteles toda la literatura) y hacer exactamente lo contrario. Cuatro posts que intento terminar y nomás no puedo porque agarro esos tonitos de literato que quiere impresionar en la sala Manuel M. Ponce, con ondas así como: ¡gracias, Hugo Gutiérrez Vega, por existir!, ¡Nunca te olvidaremos, Maestro Argüelles!, ¡Salven a las vacas, sobre todo si son sagradas!, y me agarra la vergüenza y huyo a la cama a languidecer. O sea, no puedo escribir posts como por ejemplo:
- El viaje a Jerez, Zacatecas. Que cuando este post sea grande querría fingirse emotivo homenaje al tricentenario de Ramón López Velarde, Poeta Cual Si Alguno Hay. El post falla porque quiero aderezarlo describiendo la vegetación y ornitología del pueblo y exhibiendo con fingida erudición las resonancias líricas que me provoca el Primer Gran Poeta Moderno Mexicano (Octavio Paz casidixit). Quería adornarlo con hartas citas de hartos poemas suyos, pero seré franco: nomás me acuerdo del inicio de "El retorno maléfico" (Mejor será no regresar al pueblo/ al edén subvertido que se calla/ en el mutilar de la metralla), de una parte de más adelante que siempre me ha gustado por pachecona (los dos púdicos medallones de yeso/entornando sus párpados narcóticos/se mirarán y dirán: ¿qué es eso?) y del inicio, que es lo único que me sé, de: "Plaza de Armas, plaza de musicales nidos/ frente a frente del rudo y enano soportal". Y este segundo poema me importa más porque tiene unos versos que siempre me han angustiado (y estos, ni modo, no me los acordaba y me los fui a googlear): "he visto a Catalina/ exangüe, al exhibir su maternal fortuna/ cuando en un cochecillo de blondas y de raso/ lleva el fruto cruel y suave del idilio/ por los enarenados senderos.." Y básicamente me angustiaron más porque cuando llegué a Jerez fue lo primero que vi: una ñora con veintivarios años a cuestas, derrotada a la vez que digna, empujando por los enarenados desiertos una carreola con evidente fastidio, mientras mis guías y yo le dábamos a unas tostadas buenísimas que preparan con cueritos o trompa de cerdo curtida. En la segunda parte del post hubiera querido despotricar contra ese afán multimedia didáctico para imbéciles que echó a perder el museo casa de López Velarde, porque donde sólo deberían existir muebles viejos para recrear el ambiente provinciano, célibe y erótico-a-escondidas del poeta, los museógrafos agregaron unas grabaciones horrendas que parecen del Canal 22, con texturas retóricas tipo: "López Velarde, cantor de la patria, del rebozo y las calles empedradas, de la patria íntima y la religiosidad culpable" y así todo se va al garete. Y la tercera parte del post, la que debía tener más feeling pero quien sabe cómo se le hace a eso, me salió mejor cuando se la conté a la Mejicana Májica una semana después. Y es que le dije: que el Mundo Del Poeta, que no encontré en el museo, se me apareció después en alguna tienda de antigüedades. Donde vi: planchas rupestres de los años veinte, discos rancheros de 78 revoluciones de los años cincuenta, calculadoras y grabadoras de los setenta, cubos de rubick cinco minutos previos a la entrada al aire de MTV. Y le explicaba a la Mejicana: que todos esos objetos eran como capas históricas, generaciones de jerezanos superpuestas, las modernidades que llegan a provincia solamente para anquilosarse, un mundo de acumulaciones descrito por López Velarde: lo morisco, lo católico, lo jacobino, mosaicos de valores o símbolos contrapuestos que se asoman en sus mejores adjetivaciones y adquieren cumbre en (ni modo) la Suave Patria. "Ahí sí me puse mamón y ahí sí le dije a mis acompañantes: 'esta grabadora setentera es más lópezvelardiana que toda la casa museo de López Velarde'". Y como para corroborar la arrogancia, entonces descubrimos, al fondo de la tienda, a dos escuinclas de apenas 18 años cumplidos, de estas simplonas y argüenderas que estudian una carrera técnica mientras un fulano imprudente las embaraza, una pintándole el pelo a la otra, la otra a risa batiente porque la una parecía tener problemas con el manual del tinte. Y pues es de esas cosas que la poesía regala: ante nosotros, como epifanías, se prodigaban las "actrices que impacientes por salir a la escena/ del mundo, chuscamente fingían gozosos líos/ de noviazgos y negros episodios de pena". Después probamos raspanieves, una rareza jerezana que sabe de lo más bien.
- También quería consignar que estaba recién leído (no sé qué tan digerido) Las aventuras de Hucleberry Finn, de Mark Twain. Pero estaba haciendo algo que por favor ya no me dejen: esas parrafadas largas y blandengues donde hablo de mis Enriquecedoras Experiencias de Lector Niño, con ese tonito como de Silvia Molina invitando a La Aventura De Leer. Y todo por explicar que: leí Las aventuras de Tom Sawyer a los siete años, en edición resumida y coloreada de Fernández Editores; luego entonces: mi recuerdo de Tom es vago pero de gandalla ingenioso que besaba a Becky y perseguía al Indio Joe que ocultaba un tesoro malhabido. Y luego: que siglos después leo Huckleberry, movido por un ensayo más entusiasta que lúcido de Roberto Bolaño (la moda, ya sé ya sé ya sé) y presencio con harto gusto ese viaje fundacional por el río Mississippi con el negro Jim y las intuiciones que van forjando la conciencia de Huck, pero nunca como pensamiento ordenado, más bien miedos y remordimientos que no culminan en la afirmación, sino en dejar preguntas a la deriva. Y que por eso es decepcionante cuando se da el reencuentro con Tom Sawyer, quien de pronto parece niñato pendejo con demasiado ingenio encima, que nunca entendería la oscura sabiduría que Huck ha adquirido al contemplar la soledad del río y no tener claro cómo situarse en el mundo. Me queda claro que entonces Huck supera a Tom, no por su inteligencia, sino por su estupor. Y que si la novela de aventuras eficiente, como Tom Sawyer, hila argumentos intrincados para desbrozarlos con ingenio, la Gran Novela del siglo XX, como Huckleberry Finn, debió deshilachar premisas y dejar madejas de inquietudes sin resolverse. Y que si Tom en ingenioso y constructor; Huck es filósofo y disolución. Del primero vendría el novelista sólido y potente (¿Dos Passos, Hemingway, John Irving?), del segundo los iluminados desbalagados (Kerouac, Miller, ¿Auster?). Y que Faulkner no entra ni en uno ni en otro, porque él pertenece a la tradición de cazar a la gran ballena blanca. Y que entonces dan ganas de releer a Faulkner (¿Absalón, Absalón estaría bien?)
- Y luego, E. Annie Proulx, la que escribió el cuento de donde salió la peli de Ang Lee Secreto en la montaña, pero que también tiene la novela The Shipping News, que Lasse Hallström la hizo película, que en español la titularon Atando cabos (¿?) y por ese enredo la novela en español también se llama así (publicada por Tusquets, se puede encontrar en los saldos de los tianguis culturalosos-populistas que Ebrard pone sobre Reforma). Voy a media lectura pero me atraen un par de cosas; ok, antes va un poco de anécdota: el personaje principal, Quoyle, es un mediocre tinterillo de periódicoque sólo merece la atención del lector por estar descrito en este tono casifársico de La conjura de los necios. Periodista sin nociones de redacción, de movimientos torpes, bofo, con más miedos que ideas, que encima se casa con una femme fatale de pacotilla, que le hace unas cornamentas de lo más ostentosas. Después la esposa muere en un accidente y después él emigra, con hijas y tía vieja lesbiana, de Nueva York a Terranova, un pueblo escarpado y más bien feo del norte de Estados Unidos. Y ahora sí, lo que me atrajo: en los capítulos neoyorkinos, la lectura fluye rápida, concisa, graciosa, bastante cruel con el pobre Quoyle. Pero cuando debe mudarse, pareciera que la escritura entra en la misma incertidumbre que el personaje. No diría que se hace peor, pero sí menos fluida y atractiva. El humor cruel deriva en contemplaciones fatigadas al nuevo entorno y uno, que en la lectura va viajando con los personajes, comparte este desaliento de tener que construirse todo (casa, sustento, afectos, los personajes; ritmo, tono, ambientes, el lector) otra vez. Lo interesante es que esto ocurre apenas en el primer cuarto del relato. La novela, entonces, es una novela del esfuerzo. Más cursi podría decirse: "de la reconstrucción de uno mismo, del reencuentro con los verdaderos afectos y el reconocimiento de las cosas simples". Pero lo que me gusta es que Proulx tiene el rigor suficiente para evitar ese lugar común, y constreñirse, justamente, al tema del esfuerzo. Esfuerzo de remozar una casa, esfuerzo de redactar una nota desteñida sobre barcos y accidente automovilísticos, esfuerzo de criar a dos niñas azoradas, esfuerzo de sentirse cómodo en un pueblo de roca y mar inhóspitos. Una técnica que había leído en otras novelas, pero que aquí es evidente y brillante: los personajes hablan algo importante sobre los antepasados, los temores, las historias de vida, pero constantemente son acotados por descripciones de la incomodidad del personaje para seguir relatando (porque mientras charlan remozan la casa, o toman un café tibio, o las hijas juegan y así es imposible concentrarse). El relato se interrumpe constantemente, un lector impaciente podría fastidiarse, pero intuyo que en estas interrupciones está la estrategia de la novelista: el esfuerzo no sólo ocurre al interior de la novela, también está pidiendo esfuerzo-paciencia en el acto de leer. Confieso que hace siglos que vi la peli me durmió; ahora quiero mirarla de nuevo, por el mero morbillo de cotejar estrategias entre novelista y director. Pero este post también es irresponsable de escribirse mientras sigo leyendo. Entonces mejor después.
- Y siempre me conflictúo al intentar un infomercial como el que haré a continuación de la revista Distintas Latitudes, entonces mejor numero la experiencia personal. Que es: 1) ya había escrito en otro post que con la llegada del internet, en vez de afiliarme más a la cultura gringa, descubrí más "lo latinoamericano" (con todas las suspicacias que le cause el término a la escrupulosa de Natalia Rivera; por acá no reemprenderé el debate semántico, que este post ya se alargó cabrón); 2) después encontré el prólogo de El crepúsculo de la cultura americana (Sexto piso, 2005) de Morris Berman, y me di cuenta que no estaba tan perdido cuando él dice que "lo único que podia sugerir era que México volteara hacia el sur, antes que hacia el norte, para afirmar su herencia cultural: Borges y Garcia Márquez, por ejemplo, no Disney y Burger King."; 3) mucho más entusiasma leer en Distintas Latitudes voces jóvenes, que trascienden el sobado discurso cheguevariano o protoneoliberal y están merodeando más allá, justo en el desasosiego de reconfigurar los escenarios que se dan del río Bravo hacia abajo; 4) Aquí iban unos versos de "A Roosevelt" de Rubén Darío pero me dio flojera buscarlos; 5) Jordy, Natalia, Lilián y demás distintolatitudosos me pidieron un texto, lo escribí, no han descubierto que es un fraude y está rebueno verse publicado ahí; 6) parece que espantaré más seguido por esos lares, confieso que me angustia un poco intentar reflexiones formales cuando yo nomás redacto bravatas de cantina, pero el intento lo haré; 7) léanlo los lectores, propongan escritos los escritores, puede salir algo bueno de ahí. El 8): se han armado buenos amigos, buenas pedas, buenas charlas, es lo importante de un proyecto como Distintas latitudes: que se haga la conversadera y la indagación de los unos y los otros. 9) ¿Cómo se suben banners? Para subir el de la revista. También debo subir el banner de coffe and cigarretes, ¿cuándo actualizara post el jefe John Brando?
- Además se me rompió la jarra de mi cafetera, llevo quince días sin poder hacerme café. ¿Alguien tiene una cafetera eléctrica que me preste? Ya me aburrió el Andatti del Oxxo.
- Y pues ya. Ufff.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
posts que no puedo escribir: López Velarde, Mark Twain, Annie Proulx y el comercial quesque sutil de Distintas Latitudes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
yo te regalo mi cafetera. es viejita pero sirve.
saludos.
Estuvo bueno el post, pero no me latió tanto el final, especialmente la cita de la última parte, que encontré algo cheguevarista: "lo único que podia sugerir era que México volteara hacia el sur, antes que hacia el norte, para afirmar su herencia cultural: Borges y Garcia Márquez, por ejemplo, no Disney y Burger King." Cada vez que leo o escucho frases de este tipo -afirmar una herencia cultural- imagino una versión esencialista de la cultura (que deriva en una versión xenófoba y reduccionista de ella). Hay cosas de mi vida en México que disfruto mucho; entre ellas están leer a Borges y echarme una BigMac de vez en cuando (Disney y GGM me gustan menos). Además, cada vez que uno engulle una hamburguesa de BK aquí o en gringolandia se come algo que preparo, muy probablemente, un mexicano o un salvadoreño así que tan latinoamericana es la hamburguesa Burger King como Borges. En fin, no creo que podamos dejar fuera de Latinoamerica a los EEUU, país en donde viven no sé si 20 o 30 millones de mexicanos o chicanos (latinoamericanos al fin), más que en la mayoría de los países de Latinoamérica (si contamos a centroamérica o al Caribe). Saludos!
Aquí hay algo sospechoso, pues para estar imposibilitado a escribir estos posts, sin querer te han salido de maravilla. Se me hace que el título es pura falsa modestia...
Es usted muy sabio, señor Rufián.
Los post que no quisieron nacer, están ahora en su mejor posición.
Saludo, pues..
Carajo, me hubiera gustado leer un post mas grande sobre Huckleberry y Tom. Tan grandes, ambos. Compañeros de infancia y etc., sin querer aburrirte explicando más lo mucho que significaron para mí. Y significan, aún.
Estaré esperando esos posts. Ojalá.
Compadre, tengo meses buscando la película de Las Aventuras de Hocklenberry Finn, con el frodo de protagonista, si sabe algo, echeme un grito.
Ah caray, por lo extenso ahora sí parece que se le filtró su tesis de doctorado en el blog y no puedo dejar de remarcarle la desconsideración que emana de su persona hacia un Homo videns como yo que no lee más de dos párrafos de cuatro renglones y retacado de imágenes. La obra del poeta revolucionario López Velarde siempre estará salpicada de ese aire fresco de provincia que se puede respirar en su “Suave patria”; gracias a él entendí que debo ver al país como a una mujer lo cual no lo deja en muy buenas instancias. Los clásicos de la “Literatura infantil-pubertil” la mayoría de las veces esconden muchas cosas que nada tienen que ver con eso; en este momento me vienen a la mente las desventuras narradas por De Foe en “Robinson Crusoe” el naufrago aventurero que se hace amigo de Viernes…yo también soy muy buen amigo del viernes.
Discrepando con usted, creo que no se puede entender la realidad político-social de América (sobre todo Latina) sin hablar de la visión guevarista que le es inherente a esta región del mundo y que durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX inspiró los movimientos sociales que en algunas regiones consiguieron cambios, no sé si buenos o malos, pero cambios. Eso sería equivalente a decir que las doctrinas económicas neocolonialistas de Adam Smith no existen o que no han marcado también el rumbo de todo un continente. El problema viene cuando se vuelve un modismo para asumirse de izquierda y jugar al anarquista y contestario en una cantina condesera, en un Starbucks o en el auditorio del mismo nombre hasta el culo de mota. El que una hamburguesa transnacional sea preparada por un latinoamericano no la convierte en un producto de esta tierra, al contrario, habría que preguntarle a esos artesanos del pan y la carne si el empleo porfiriano que tienen es funcional para paliar las necesidades básicas a las que un ser humano debería tener acceso por simple derecho natural.
El blog de los cigarros y el café estará de regreso en próximas fechas, nomás deje que se me cruze por ahí alguna botellita de ron y le damos con todo.
“Buenas, Noches, Buena Suerte”
¡Nálgame Diox! ¡Cuatro -¿o cinco?- posts en uno!
Es usté un dechado (¿se dice así?) de cultura.
Lo leeré con más frecuencia aunque muera en el intento.
yo te presto mi cafetera, pero tienes que venir por ella
además, debo ser rara de cojones porque ya de pequeñísima me gustaba infinitamente más huck que tom. es más, qué coño hace tom? nada: lleva cabos de vela en los bolsillos y sale de una cueva
y, bueno... que yo soy del viejo mundo (me hacen tanta gracia esas expresiones!) y eso... que bastante tengo con meterme en el debate de si galicia es o no españa y cosas por el estilo
besos
Qué pasó rufián, el otro día cotorreamos en la covadonga con defeña salerosa, a ver si me ubicas, sale saludos!
buen post
José
Publicar un comentario