1. Lo más fácil --el resúmen ejecutivo de este post-- es aceptar que necesito --me urgen-- unas vacaciones. Pero si alguien quiere complicarse la vida leyendo, entonces:
2. Estoy colmado, ya no puedo juntar dos frases y que suenen coherentes. Y aún faltan dos textos (urgentes) y otros cuatro para ir sacando en la semana. Odio todos en la misma proporción.
3. Sobre todo, odio ser profesional. Ya intenté explicarlo en otro post pero creo que el tema se desvió hacia alguna historieta divertida con una chica genial. También no tenía muy claras las cosas. Ahora tampoco pero insisto: profesional me suena a competitividad, a compromiso empresarial, a todas esas palabras que usa... claro, sí, el panismo, el neoliberalismo productivo, el enanito bravucón de Los Pinos y su diabético obeso de Hacienda y el hombre ese que acaba de renunciar al PAN y que nadie nadie --pero de verdad que nadie, creo que ni su madre-- tenía en buena estima. Y claro, profesional me suena a ese tipo de gente, me suena a carroña, me suena a destazarse por tener poder, mejor sueldo, ser ejemplo a seguir, sentirse bien con uno mismo (como con el yogurth pero distinto), presumir una oficina con vista al Zócalo y al Castillo de Chapultepec. No es que me haga el hippie que crea en la paz y el amor y que el mundo resultaría mejor si en vez de competir nos uniéramos en un abrazo fraterno. Eso tampoco existe. Pero de las cosas inútiles, la más inútil es grillarse mejores escritorios en las oficinas. Y el feliz reto que obligue a desvelarse armando power points hasta las cinco de la mañana.
4. ¿Ya va siendo hora de hacer un elogio sistemático y enérgico de la güeva, no? No del ocio, pálido hermano de la invasiva, esclerótica y cancerígena güeva; el ocio, eufemismo de oficinista, el bien educado tiempo muerto para recuperarse sanamente de los esfuerzos de la jornada y juntar las energía necesaria para derrocharla al otro día con la mayor rentabilidad. Yo pienso en la güeva güeva, tres días en casa viendo pelis y engordando con nachos, hacer lo mínimo indispensable para sacar tres pesos y largarse a las chelas a eructar y a ver las nalgas de las meseras y a decir estupideces; languidecer con una novela gorda en un parque con deportistas comprometidos con su cuerpo y con su psique. Güeva, autodestrucción por inercia, se me acabaron las chelas pero está tan lejos el Oxxo, ¿cómo le hago para que alguien vaya a conseguirlas por mi?
5. Lo anterior no servía para nada pero era necesario. Ahora bien: si me caga lo profesional, me caga al doble la llamada escritura profesional. Lo mismo la de revistas y catálogos y guiones corporativos (y no se engañen: las telenovelas y los sit coms y los culturales de Azteca y Televisa también son guiones corporativos), que la escritura profesional culturalosa, aquella que reparte tiempos entre redactar cuentos y novelas y ensayos funcionales y enterados, y recitar opiniones valiosas sobre los cien años de Ignacio Manuel Altamirano, los trescientos años del natalicio de Juan Rulfo y el 341 aniversario de la publicación del Sí de las Niñas. No sé cómo le hacen los escritores profesionales para saber de todo eso; cómo logran ser tan atinados para precisar el marco histórico y resaltar la pertinencia contemporánea de tanto escritor tan bien nacido y tan importante, aunque sus libros ya no sirvan para nada (¿o les cae que todavía sirve para algo la Navidad en las montañas?)
6. Ya sé que es demasiado romántico y miserable pero entonces veo con nostalgia al bueno para nada de Fernando Pessoa saliendo de su chamba infumable de traducciones comerciales y enredándose con sus heterónimos para sacar los poemas que ahora musicaliza Madredeus. Causa envidia saber que su escritura no tenía futuro ni pretensión de reconocimiento ni esa necesidad enfermiza de figurar en un catálogo de literato valioso. La discusión era con él mismo. Corrijo: con los varios él mismos que eran él mismo. ¿Por eso habrá sobrevivido al anonimato, porque con él le bastaba y sobraba para discutir?
7. Escritura profesional: eficiente, sintética, elegante, precisa, contundente, expresiva sólo hasta donde la traducción lo permita, limpia de excesos lingüísticos (eres lo de anteantier, vampiro de la colonia Roma), tan limpia como un pañal de bebé antes de ser embarrado con caca. Más nítida que un litro de agua Evian, más ergonómica que un edificio de Santa Fe, más escrupulosa que una respuesta de empresario exitoso que ruega para que no le cuestionemos sobre la contaminación de su negocio a los arroyuelos donde ya no hay pastores (nomás narcos). Bellatin y Volpi se burlaron eruditamente del arcaico exceso de palabrejas latinoamericanos en un ensayo que nunca supe dónde quedó. En contra, Daniel Sada muchas veces peca de ilegible. Pesaroso: ¿apostarle al mínimo caló significa ser patiño de un mamarracho de noticiero matutino, como el pobre Armando Ramírez con el fascista de Esteban Arce?
8. En un café de hace siglos, Juan Manuel me decía que prefería la escritura casi automática, escribir y escribir sin pensarlo mucho, vomitar renglones de frases impresionantes y después dejar así el texto porque era su expresión genuina, porque mover una coma o tres adjetivos traicionaba la naturaleza original. Yo me reí de él tres años, hice el elogio de la corrección, semejé la tachadera como la perfección en un grabado de Durero, la corrección de un texto se vuelve un problema casi algebraico, remendar un párrafo flojo es resolver un trinomio cuadrado perfecto y deshacerse de tres oraciones demasiado explicativas es como simplificar silogismos y llegar a La Verdad Lógica vía procedimiento del absurdo. Ahora pienso en lo que dice, ya no lo censuro del todo. Claro, el riesgo son las parrafadas ociosas que no llegan a nada (Fernando del Paso: no te pongas del todo el saco). ¿Hasta dónde se corrige y hasta dónde no?
9: Corrección: consecuencia para que el texto brille, no obligación para que el texto no exista de tan transparente. Y en el oficio, remiendo talachero para que el editor crea que uno sí aspira al profesionalismo, a la eficacia en la redacción.
10. Extraño la redacción automática de diez páginas seguidas de sandeces. Sin número de caracteres, sin buscar el efecto serio-chacotero-irónico-enterado-contemporáneo-iconoclasta. Escritura así, sin más. Otro día con más ánimo jalo el lápiz rojo y tacho el 80% de ese exabrupto. Ahora que surja la tensión necesaria, más allá de buenas o malas frases, de construcciones eficientes o digresiones excesivas, del personaje estereotipado o del matiz que lo eleva a la originalidad. Pero me queda claro que esa escritura irresponsable no suele llevar a algo bueno. Pero me queda claro que la escritura escrupulosa también podría pecar de impersonal, la ostentación del conocimiento gramatical del autor, no importa que adolezca de verdad.
11. La solución del mediocre: el término medio. La solución de la angustia: la tensión. Un buen texto no es equilibrado. Un texto que sirva debe pelearse consigo mismo, entre su gracia y su exceso, entre su sutileza y su tosquedad, entre su concisión y su propensión a desviarse. De acuerdo, estoy ejerciendo el sofisma del exabrupto. Regreso a la academia: púlele, cuídale. Lo que sí me da escalofríos y a lo que me niego: pensar que un texto debe ser un homenaje sumiso al lenguaje.
12. Y ya, otro día le sigo o me avergüenzo de esto. Ocurre que quería descargar un poco (quesque también para eso son los blogs, ¿no?). Vuelvo a mis pendientes.
13. En síntesis: necesito unas vacaciones.
lunes, 27 de julio de 2009
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14 comentarios:
Chin... justo ahora que estoy retomando de nuevo la pluma... Sí, es cierto, necesitas vacaciones pero ¡YA!
Yo igual... aunque creo que por un pelí más, tú vas antes. Será que yo de tanto estrés caí enferma hace una semana... ¿eso habrá sido vacación?
pues eso. A tomar vacaciones. Y a escribir por guevos, ja.
Tantos y tantos temas que hemos de discutir una y otra vez, que pueden resumirse en el manoseado (la palabra "manoseado" me molesta muchísimo; la encuentro horrible y barata) quid de la literatura: ¿para qué sirve? ¿Por qué ES?
Claro, me veo retratada. De todos mis freelances de pacotilla, los que más odio son los de guioncitos corporativos, que ya están saliendo de mí como lágrimas hormonales: fáciles, incoloros, casi indoloros. Cada que escribo algo así, por supuesto, mi vena hippie comeflores se siente insultada, deprimida: me estoy vendiendo, escribo barato ADREDE (la peor forma de escribir barato, porque escribir barato sin saberlo tiene un poquitín de dignidad). Sin embargo, ¿no es acaso ESCRIBIR? ¿No es eso lo bello? ¿Ganarse la vida ejerciendo el único oficio que algunos, tú incluido desde luego, podemos llevar a cabo? ¿Lo ÚNICO para lo que servimos? ¿Te (o nos) imaginas vendiendo zapatos, diseñando edificios, cantando rancheras, contestando teléfonos? No puedes, no podemos, porque no servimos para eso. Puede que para la escritura tampoco, pero es lo único que se nos facilita, que se nos abre como "botón de rosa", que conocemos y legitimamos.
Escribir: eso es todo. Aunque sea guioncitos corporativos pendejos de mierda. Que es mejor, opino, que diseñar los más bellos lienzos.
Tengo que dejar otro comentario, porque ya sabes que a mí la escritura automática (quizás no lo sabes) me gusta muchísimo... PERO creo que dejarla así, tal cual, porque es lo que "salió de la entraña" es sencillamente la noción más puñetera que he escuchado. Nada como el flujo de ideas, de consciencia (¿cómo se llamaba el género de novelas como Farabeuf?), para lograr un producto acabado que hasta, te lo concedo, revele un poco del subconsciente. Cosa que, de entrada, me parece muy new age.
Lo que me parece abominable, y de una egolatría insultante, es dejar esos textos tal como están. ¿Qué son? ¿Borges?
Me molestan los escritores que no pulen su escritura, como si su genio bastara. Como si el fondo fuera mucho más importante que la forma, y sus habilidades de redacción estuvieran en función de sus contenidos.
Me parece una pendejada, tal cual. Sin insultar a tu amigo.
Y también, sin insultar a las bellas comentaristas, me parece un poco triste que de un texto tan bueno sólo se desprendan comentarios de tus urgentes vacaciones. Es muy WTFoso.
-y eso último fue bien pinche ególatra, cómo no-.
La solución del mediocre: el término medio. La solución de la angustia: la tensión. Un buen texto no es equilibrado. Un texto que sirva debe pelearse consigo mismo, entre su gracia y su exceso, entre su sutileza y su tosquedad, entre su concisión y su propensión a desviarse. De acuerdo, estoy ejerciendo el sofisma del exabrupto. Regreso a la academia: púlele, cuídale. Lo que sí me da escalofríos y a lo que me niego: pensar que un texto debe ser un homenaje sumiso al lenguaje.
Señor don Rufián, si del hartazgo y la falta de vacaciones le salen los textos así, con todo el perdón le deseo trabajo perpetuo. Piense que desear vacaciones hace parte del ritual del que usted mismo se queja. Siga bien molesto que nos va mejor.
Saludos.
Estadísticas de su post:
Páginas: 2
Palabras: 1,267
Caracteres (sin espacios): 6,252
Caracteres (con espacio) 7,503
Párrafos: 13
Líneas: 101
Terminé de leer este post y no supe qué podría comentar. Después leí los comentarios de Lilián y no puedo estar más de acuerdo con ella: Creo que todos hacemos (o debemos hacer) lo que se nos da mejor...
Qué más da si lo que escribes es o no espontáneo, aún así, sigue siendo tuyo. Está claro que todos SIEMPRE (sea con heterónimos o no) dejamos un poco de nosotros en lo que se escribe: sea un guioncito corporativo o un texto serio-chacotero-irónico-enterado-contemporáneo-iconoclasta, al final llevará tu firma y tu estilo (aunque haya sido corregido mil veces).
En resumen, tal vez sí necesites unas vacaciones, pero te urge más un refri lleno de cervezas y un oxxo con servicio a domicilio.
Saludos.
Es por ello que, al final, no me decanté por filosofía y letras. Porque sabía que en muchos momentos iba a tener que escribir por obligación... y no hay nada que me resulte peor que eso.
Nunca he tomado talleres o algo semejante. Y no lo digo con orgullo: ya te había comentado que se me hace interesante, para ir puliendo mi escritura, pero por puro gusto, tomar uno con un mínimo nivel de calidad. Tengo guiones e ideas para una novela, pero no se como manejarlos. Otra vez, la falta de una técnica específica para escribir se hace evidente.
Creo que solo me baso en lo que he leído, que afortunadamente, puedo decir que sí es mucho mas que el promedio.
A mi siempre me gustó más "El Zarco" que "Navidad en las Montañas"
Para alguien que necesita vacaciones y que no puede armar un sintagma, este un post bastante bueno que refleja la triste realidad que, de una u otra forma, nos golpe a todos aquellos que nos ganamos el pan por medio de las letras. Tengo un congal bastante abandonado por falta de inspiración, tiempo, dedicación, etcétera, creo que cuando esto se deja de disfrutar como se debe es mejor hacer un alto en el camino para regresar con nuevos bríos. Afortunadamente eso pasa con los blogs, ya en el trabajo habrá que tomar determinaciones más radicales y exilarnos en alguna playa caribeña rodeado de bellas porteñas. Cuando eso pase, invíteme. Saludos.
“Buenas Noches, Buena Suerte”
Como sea, mi estimado Rufián, yo creo que la escritura siempre será irresponsable, por muy profesional que parezca.
si hablas de pessoa haces que olvide todo lo demás. yo soy álvaro de campos, tú?
ser profesional, académica, seria... no va conmigo. por qué?
besos
Bravo! Bravo! Bravísimo! Bravo.
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