Es largo interminable y absorbente el Fado Alejandrino de Antonio Lobo Antunes, pero tiene un ritmazo sensacional, queda mejor si se le lee entre susurros como oración, y si uno se impone la tarea de irse echando un capítulo en cada sentada. Me faltan unas cien páginas de seiscientas, espero superarlo, aunque después tardaré varios meses para darle nueva oportunidad (indigesta).
No he encontrado "párrafos conceptuales" para subir de él, es bastante terrestre y a pesar de la gran exposición verbal, va muy pegado de sus personajes y elude digresiones que pudieras hacerse "perlas de sabiduría". Eso me gusta porque me habla de una prosa apretada y funcional, que va siguiendo muy pegadita al relato. No me acuerdo que autor francés dijo en una conferencia de prensa que procuraba quitar todo atisbo de enseñanza, mensaje, lema, consejo, reflexión de sus relatos. Que para eso eran otras formas de escritura, pero no la narrativa. En la narrativa uno tendría que concentrarse en dar todas las herramientas a la historia, no desperdiciarse en conceptos. No estoy seguro de estar de acuerdo con esto, pero pienso que Lobo Antunes preguntaría donde firmar su adhesión. Al menos en Fado Alejandrino. Ya habrá oportunidad de leer otras cosas de él y aclararme u oscurecerme. Sigo la lectura.
martes, 29 de enero de 2008
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