viernes, 23 de julio de 2010

Inception, de Christopher Nolan, o ps yo también creo que es una gran película pero antes necesito que alguien me la explique

Veamos, la película trata de los sueños y hasta ahí todo va claro. Resulta que por alguna tecnología que nadie explica -y por otro lado no hace tanta falta- un grupo de granujillas tipo Perros De Reserva se pasean por los sueños de la gente y por una corta lana les roban secretos de todo tipo. Eso le da chance al King of Di Caprio de balacear malosos y demostrar que ya puede poner cara de hombrecito. Quince minutos después inicia la película, cuando hay que inceptionar -¿inocular, sembrar, contagiar? En todo caso, los traductores, que son harto sabios, optaron por originar- una idea en los sueños del hijo de un ultrapotentado -algo así como Carlos Slim Domit y su papá- para que transforme su vida y debilite su emporio y entonces Ken Wanatabe pueda competirle y hacerlo papilla. Entonces Michael Caine, que desde sus últimas quince películas es muy sabio y coherente, advierte de lo peligroso de hurgar en los sueños de otros pero recomienda para la misión a Ellen Page, que como ya no trae su panzota de Juno está ágil y puede ayudar en la aventura. Luego Di Caprio y Page juegan a que yo soy Neo y tú eres Morpheo y se pasean por sueños muy surrealistas. Luego entran al sueño de Carlos Slim Domit con el resto de los gandules, y vienen hartos balazos y explosiones y correteadas pero creo que no importa mucho porque todo ocurre en los sueños. Pero entonces corren el riesgo de quedarse en el limbo, y todos tienen miedo, y por eso hay más corretizas, y encima de todo llega Marion Cotillard a atormentar a DiCaprio con canciones de Edith Piaf, aprovechando que le sobraron algunas de la peli La vie en rose. Luego están en una bodega. Luego se caen de un puente. Luego hacen esquí en un lugar con mucha nieve. Luego el hijo de Carlos Slim se cree el Ciudadano Kane y está a la búsqueda del rosebud perdido. Luego explican todo eso, y debe estar bien claro pero yo nomás no le entendí. Porque resulta que del sueño uno se van al sueño dos y luego al tres y luego corren el peligro de irse a un sueño más profundo, pero para eso deben eliminar a las proyecciones de los subconscientes de los malos y de los buenos que aunque sean buenos también pueden tener proyecciones malas, y además, qué chinga, están los recuerdos, y luego también, qué joda, diez minutos dormidos son quince años de sueños (como los perros), y hay efectos especiales, y elipsis arriesgadas porque lo obvio ps obvio que es obvio, y cuando alguno de todos dijo que si se brincaba del sueño profundo al sueño tres al sueño dos al sueño uno engañando a las proyecciones yo sentí mucha vergüenza porque lo único que se me ocurrió decir fue YA POR FAVOR.
Mi impresión es que uno debe tener doctorado en física y psicoparapsicología para entenderle a estas películas y la neta no tengo claro si me interesa estudiarlas. Desde las realidades virtuales de
Matrix quedó inceptionada (originada, insistirán los traductores) la idea de que la incoherencia psico-espacio-temporal rulea cabrón para las discusiones geek y hace parecer intrincado y polisémico un recurso narrativo más bien de molde: la acumulación de giros de tuerca que hacen de la sorpresa un recurso previsible, las identidades disueltas que toman sentido en Las Pequeñas Cosas De La Vida (como un trompo o... nonono, no les espoilearé la sorpresa (ja)), el riesgo de la subjetividad porque nuestro principal enemigo siempre está acechando desde nuestra mente.
Christopher Nolan había sabido hacer todo esto rebien: la reconstrucción de la memoria de Leonard (Guy Pearce) en Memento (2000) ha sido de los momentos más inquietantes del cine de los últimos años, y si algo ha resucitado a Batman -y con él al Joker, y a Dos Caras, y al Espantapájaros-, es la incómoda bisagra que rechina entre la ética del héroe, sus impulsos violentos, las psicopatologías de los villanos y la imperceptible frontera entre los esquemáticos Bien y Mal. Pero en Inception Nolan quiere consagrarse con una idea propia y logra, ciertamente, lo imprevisible: transformar en convención el asombro rococó, agotar el delirio mental hasta hacerlo impenetrable, gastar su afición por el laberinto hasta que, con todo y embrollo, a nadie le interesa escapar de él porque mejor nos evitamos la fatiga y además, ¿a quién coños le interesa entender la tesis de Nolan?
Inception representa la cúspide de este cine de suspenso que parte de los misterios mentales, y es la cúspide porque tras tanto derroche argumental las premisas se vacían y ya no importa, de verdad que no importa, resolver la ecuación del sueño uno y el sueño dos y el sueño tres. Los héroes de la película, tan clichés en su quesquehiperarchirecontranomamesquecabron complejidad, corresponden a este vacío y quedan huérfanos, a la espera de otro delirio psicoloquesea para volver a funcionar.
Dicen que Inception es la película de la década. Quizá lo sea. Lo bueno es que ya es 2010 y viene una década nueva. Porque tener otra cinta de aventuras -los morbosos les llamamos chaquetas- mentales, ps como que ya, ya estuvo, ¿no?

lunes, 19 de julio de 2010

Mr. Lonely: la trascendencia también puede estar bien cagada

Envidio la insolencia de los genios: se inventan tres ocurrencias, les resuelven un motivo que las trascienda y las filman con hermosos colores, tipo los comerciales de Kodacolor de los años ochenta. Y Harmony Korine, que desde su morboso guión de Kids (Clark, 95) está convocado irremediablemente a la genialidad, obedece al designio y filma Mr. Lonely, delirio iconoclasta de fotografía y el departamento de arte, que además (¡imaginen la bravuconada!) medio cuenta una historia.
Luego, imaginen qué fregona historia: está el imitador de Michael Jackson (Diego Luna) por las calles de Paris, ganándose la vida en lo que puede, cuando conoce a la imitadora de Marilyn Monroe (Samantha Morton), quien lo recluta en una comuna de imitadores, donde convive con los imitadores de Chaplin (Denis Lavant), James Dean (Joseph Morgan), Abraham Lincoln (Richard Strange) y Sammy Davis Jr (Jason Pennycooke) (y hay más pero ni modo de estropear la alucinante sorpresa). Entonces los imitadores de los Tres Chiflados construyen un teatro con todo el mal gusto que sólo los imitadores de los Tres Chiflados pueden tener, para que ahí hagan el "espectáculo más grande del mundo", aunque tristemente sólo lo miran seis aburridas personas, lo que deprime a todos los imitadores, tanto que uno de ellos (pero no les diré cuál para que brinquen estupefactos de la sorpresa) se suicida y el grupo se desintegra pero el imitador de Michael Jackson aprende Cosas Importantes De La Vida. Ah, y paralelamente se cuenta la historia de unas monjas que se avientan de un avión y no se mueren y se vuelven milagrosas.
Lo importante es que cuando ocurre todo eso también hay voces en off con reflexiones entre posmodernas y new age sobre la identidad, estar en el mundo, la identidad, tener el tamaño de nuestros sueños y se me olvidaba agregar también la identidad. La epifanía del final deslumbra porque ocurre al mismo tiempo que se celebra el triunfo de la selección francesa y todo es tan carnavalesco que les juro que de inmediato se recupera la esperanza y la ilusión por la vida.
Pero este apantallante ejercicio fílmico no sería nada si no estuviera acompañado de una espléndida fotografía que en cada toma se esfuerza por estar en el lugar indicado y de la manera más indicada. Tal pareciera que el Gran Demiurgo (finjamos modestia: en este caso el director Korine) a cada rato detuviera el flujo de las historias para indicarle a sus personajes: ahora ponte a la derecha y ahora tú ponte a la izquierda. Que obvio, todos los directores lo hacen, aunque aquí Korine parece agregar: pero pónganse bonito porque los van a filmar!!! Lo que hace de Mr. Lonely más un ejercicio de foto fija que por estar ejecutado en formato de cine debe tener agregado el movimiento
(ni modo), aunque claro que sigue siendo perfectamente bien estudiado en su búsqueda de la trascendencia (la identidad, no lo olviden), resolución hasta fresca y espontánea porque uno se imagina que a cada toma, Korine y su fotógrafo Marcel Zyskind parecen estar diciendo: pero así, que la monjita dé vueltas, porque así se ve bien CAGADA GOEI!!!
Mr. Lonely o el esteticismo de lo cagado, esta película tendrá su valor en ser reflejo de su época, de estos filmes que en diez años no servirán más que para ambientar como fue la primera década de 2010, demostrar que no todo era el hiperesteticismo vacuo 3D de Avatar, que los indies también sabían ser vacuos e hiperesteticistas, pero con mensajes trascendentes y arrogantes, para consumo hipster de última generación.