martes, 17 de marzo de 2009

¿Cantará Yuri la Maldita Primavera?


I don't belong here
Thom Yorke

Una vez pasados los furores de las presentaciones de Radiohead en el Foro Sol, es momento de concentrarnos en la presentación que tendrá Yuri el próximo 26 de marzo en el Auditorio Nacional.
Yuri, la guapa jarocha, es sin duda una de las cantantes más esperadas por el público mexicano, tanto así que no ha faltado quien la haya nombrado, con toda justicia, como la "Madonna contemporánea". Excesivo o no, hay que reconocer su influencia en el movimiento pop nacional. Sin ella no se entendería la existencia de Flans, Fey, Linda, Julieta Venegas, Gloria Trevi, Belinda, Ely Guerra, Danna Paola, Natalia Lafourcade, Ximena Sariñana y muchas otras que han hecho época con sus inigualables voces y talentos.
Una de las preocupaciones más alarmantes de sus fans, es si en su concierto interpretará "Maldita primavera", ese clásico de los tempranos ochenta que la catapultó a la fama, y que inmerecidamente ha hecho que los fans poco conocedores la encasillen como una one wonder hit.
Es una vergüenza que se desconozca su importante trayectoria, que ha transitado por las reversiones italianas (Yuri: yo te amo te amo, 1983), el pop ochentero (Sui Generis, 1989), el regodeo erótico (Soy libre, 1990) y hasta la bobdyliana reflexión religiosa en Que tu fe nunca muera (2000). Muchas Yuris, de múltiples tesituras y variados mensajes, sin duda alguna una de las trayectorias más fructíferas en el pop nacional.
Hay quienes opinan que esta trayectoria basta y sobra para no cantar aquel hit ochentero, "Maldita primavera", himno generacional que redefinió toda una era con vino blanco, noche y viejas canciones. Sin embargo, otro importante sector de sus fans considera que bien podría complacer al público mexicano y hacerlos sacar sus encendedores, teléfonos celulares y videocámaras digitales al ritmo del histórico tema. Los foros de discusión se extenúan preguntándose si cantarla sería un acto de justicia con el público mexicano, o un desdén condescendiente hacia todos aquellos neófitos de su trayectoria, quienes, se dice, solamente irán al Auditorio por pose y moda.
¿Les gustaría que Yuri cantara "Maldita Primavera"? ¿O les parecería una falta de respeto hacia su público más fervoroso? Mientras seguimos con interés la polémica, acá dejo el video con el emblemático tema. Nos vemos el 26 de marzo en el Auditorio Nacional.

viernes, 6 de marzo de 2009

A él no le gustas tanto: a mí nomás me interesó la escena del Home Mart


1. Antes del debraye que sigue afirmo categóricamente: A él no le gustas tanto (Ken Kwapis, 2009) es más mala que pegarle a un niño chiquito. Y sin embargo:

2. Pero antes: ¿por qué es tan mala? Y antes de eso: ¿de dónde surge una película tan mala?

3. Primero la segunda pregunta: A él no le gustas tanto parte de una idea tan obvia como El Agua Moja o Trabajar Cansa: si uno no busca a una chica con quien antes tuvo un encuentro, es simplemente porque no le interesa. A los cazadores de trivias les gustaría saber que la "idea" se acuñó en el capítulo "Pick-a-Little-Talk-a-Little" de Sex and the city, cuando Jack Berger, el novio en turno de Carrie Bradshaw, le suelta a Amanda la genial perogrullada. Lo que la haría destacable es que rompe con el mito que afirma que mientras más rudeza muestra uno hacia una chica, más interesado está por ella. A partir del postulado se escribió un panfletito sentimental tipo ¿Por qué los hombres aman a las cabronas?, con variaciones sobre el tema y consuelos superacionales para las chicas de hoy. Quien quiera perder el tiempo, por acá viene un resumen harto ilustrativo. Pero la idea, además de boba, ni siquiera alcanza a ser enigma, paradoja, silogismo o sabroso sofisma mañosón. No hay mucho qué hacer con tan simplón postulado. Luego entonces:

4. ¿Cómo se llenan 129 minutos con tan escuálida base? Con una historia central (la de Gigi (Ginnifer Goodwin) y Alex (Justin Long)) en la que se desbroza cuasiacadémicamente la genial premisa, acompañada de otras historias románticas que son variaciones al tema. La idea se agota en los primeros diez minutos, el resto es un agregado de situaciones chick flick para reírse, identificarse, especular y atizar la guerrita de sexos tan sabrosa para el Starbucks.

5. La peli es mala por un error formal: combinar los postulados de la comedia romántica (guerra de sexos, los contrarios complementarios, la frase genial que revela el enamoramiento, baladas y baladas y baladas de los grupos del momento) con historias minimalistas carverianas sobre la Desolada Desolación. Salvo la historia de Gigi y Alex, el resto de los cuentos no hacen reír. Ni siquiera alcanza a tener argumento. Son agregados previsibles de tópicos manidos: la pareja en la que él no quiere casarse; el adulterio conversado (que inventó Woody Allen) que hace a los amantes aedos de su "delito"; amores no correspondidos; y el tema de moda: la preferencia del mundo virtual sobre el real para evadir la relación orgánica. Y casi todas las historias aburren. Y casi todos los divos del género (Jennifer Aniston, Ben Affleck, Scarlett Johannson, Drew Barrymore, Jennifer Connelly) languidecen en comodísimo tono menor. Y ahora sí: y sin embargo:

6. La historia menos adultescente; en consecuencia, la del tono más desfasado del total de la peli: Janine (Jennifer Connelly) y Ben (Bradley Cooper) llevan años de aburrido matrimonio. Se casaron porque ella lo pidió y él se creyó cobarde po rechazarla. Pero Ben conoce a Anna (Scarlett Johannson) y he se avizora el adulterio. Janine nunca lo identifica: está más obsesionada porque su marido ha vuelto a fumar. Él carga el remordimiento del sancho, ella apenas lo adivierte (y Scarlett es hermosa). Entonces ocurre que:

7. Supermercado tipo Home Mart. Janine y Ben compran materiales para adornar su hogar. Ben quiere llevar un piso laminado que aparenta madera, Janine se niega, argumenta que las cosas deben ser auténticas, no fingir lo que no son. Ben se siente aludido, toma fuerzas y confiesa que se ha acostado con otra chica. Y la pareja se mira y contiene el aliento. Ben se adelanta a la gresca y anuncia que esa misma tarde se va de casa. Janine le pregunta si no piensa enfrentarlo, salvar el matrimonio. Ben duda diez segundos, como ha dudado durante diez largos años.

8. Durante esos diez segundos ocurre todo lo que excede al chick flick, a la propuesta mediocre, a la realización convencional, a las incongruencias piteras: la pareja se mira, contiene el aliento, el Home Mart es indiferente, sus mundos se vienen abajo y se dispara la pregunta: ¿cómo una escena tan buena puede hacer más malo el total de la película? ¿qué ocurre cuando el cine rebasa al cine y dos personajes saltan del cliché y muestran su humanidad azorada? Ben acepta quedarse en casa. La pareja camina devastada por los pasillos del almacen. En una coquetería que escapa a guión, director, actores, puesta en escena, Ben posa con cariño la mano en la espalda de Janine.

9. Jennifer Aniston hace chistes Friends absolutamente rebasados; Scarlett es hermosa y se quita su ropa de gimnasio solamente para ser más hermosa; Drew tiene una secuencia chistosona que hizo reír a la sala; el final es una calca de los monólogos de Carrie Bradshaw. Ocioso contar más. Pero la escena de Ben y Janine basta y sobra para confirmar el milagro del cine superando al cine, la combinación venturosa de dos buenos actores, con una escena de rutina, que por azares del oficio y el descuido, alcanza a tener un ápice de Verdad.



martes, 3 de marzo de 2009

No correspondidos

Colectivo. El bebé me mira con esa aterradora curiosidad hostigante, el rostro de la madre es felino e hipnótico y sus tetas, meritorias. El bebé me mira, la madre mira que me mira, yo miro las tetas de la madre; el bebé me sonríe, la madre lo mira sonreirme y también sonríe; yo le sonrío al canalillo (los puristas le llaman "el seno") de la madre; la madre baja los ojos para indicarme que más bien debo sonreírle al bebé, pero yo no chambeo de niñero: no le sonrío al bebé y entonces la madre también deja de sonreírme; avanzo por la fila, inevitable pensar: "pinche vida".
Mas atrás del colectivo está la gente de siempre: la ausente, la malencarada, la prejuiciosa. Me siento cómodo entre ellos. Me pongo a leer.